La señorita Peripalda congratuló a los niños del catecismo: "¡Felices Pascuas!" -les dijo. Preguntó luego: "¿Saben qué significa 'Pascuas'?". Pepito razonó: "Paz cuaz. ¿Son dos golpes seguidos?"... Alguien le preguntó a Usurino Matatías, hombre avaro y cicatero: "¿Dónde pasaste las vacaciones?". Respondió: "En el Pacífico". Inquirió el otro, admirado: "¿En alguna isla del Pacífico?". "No -precisó don Usurino-. En el pacífico refugio de mi hogar". Dola Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, fue a una playa de moda. Entró en el mar y una ola grande la arrastró. Un mesero del bar andaba cerca. Se arrojó al agua, nadó vigorosamente y la salvó. Ya fuera de peligro doña Panoplia trajo su bolsa y le preguntó a su salvador: "Dime, muchacho: ¿cuánto se da de propina por esto?". El médico habló muy seriamente con Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne. Le dijo: "Su esposa muestra graves síntomas de agotamiento. Y es explicable: me informa que le hace usted el amor nueve o diez veces cada día". "Es cierto, doctor -confesó Pitongo apenado-. Tengo esa debilidad"... El padre Arsilio, dicho sea sin ofender, era algo sordo. En cierta ocasión estaba confesando a Libidiano, uno de sus feligreses más confesables. Le dijo el pecador: "Me acuso, padre, de que tengo relación carnal con varias mujeres casadas". "No te escucho" -respondió el anciano sacerdote al tiempo que se ponía una mano en la oreja para oír mejor. Repitió Libidiano en voz más alta: "¡Le digo que me acuso de tener relación carnal con varias mujeres casadas!". Volvió de decir el señor cura: "Habla más fuerte, hijo. Soy un poco duro de oído". A voz en cuello gritó entonces el proficuo follador: "¡¡¡Le digo, padre, que tengo relación carnal con varias mujeres casadas!!!". Para entonces ya todas las feligresas que estaban haciendo fila para confesarse habían oído aquello, y alargaban el cuello, curiosas, en espera de oír más. Libidiano advirtió eso. Sin esperar la absolución salió del confesonario y en forma muy atenta se dirigió a las damas. Dijo: "En vista de lo sucedido, señoras mías, no me queda más que ponerme a sus muy apreciables órdenes"... Don Languidio llegó a su casa después de la consulta con el médico. Le contó muy preocupado a su esposa, doña Avidia: "Dice el doctor que tengo alta presión". "Posiblemente -replicó ella con desabrimiento-. Pero no la tienes donde la deberías tener". El paterfamilias reprendía a su hijo, pues había sacado malas calificaciones en la escuela. Le dijo con severidad: "El próximo mes tendrás que traerme puros nueves y dieces". Estaba ahí un compadre del señor. Le dijo con acento de reproche: "No la friegue, compadre. Usted es un burro; mi comadre es una mula, ¿y quiere usted un cuarto de milla?"... Astatrasio Garrajarra, ebrio con su itinerario, fue a una fiesta e invitó a bailar a una señora. Le dijo ella: "Se ve usted bien borracho". "Es usted muy amable -agradeció Garrajarra-. Y sobrio me veo mejor". Don Feblicio, señor que al parecer había perdido ya los arrestos de la juventud, comentó en la oficina: "Mi esposa compró una cama de agua, no sé con qué propósito. Seguramente ese propósito no se cumplió, porque ahora a la cama ella le dice 'el Mar Muerto'". La señora acababa de dar a luz a su hijo número 15. El obstetra, preocupado, llama al marido y le dijo: "Ya tienen ustedes muchos hijos. ¿Por qué en lo sucesivo no usa condón?". "Doctor -respondió el hombre, solemne-. Los hijos nos lo envía el Señor". "Es cierto -concedió el facultativo-. Pero también nos envía la lluvia, y nos ponemos impermeable". Rosibel, la linda secretaria de don Algón, le comentó a su amiga Susiflor: "Me molesta una costumbre de mi jefe: cuando me dicta se sienta a mi lado y me pone una mano en la cintura. ¿El tuyo no hace eso?". "No -respondió Susiflor-. Sus intenciones son más bajas". Los recién casados llegaron a la suite nupcial donde pasarían la noche de bodas. El novio, nervioso, no acertaba a meter la llave en la cerradura de la habitación. Su flamante mujercita le dijo llena de inquietud: "Mejor dejamos para mañana lo de la noche de bodas, Leovigildo. Hoy no traes buena puntería". FIN.