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De refranes y frases

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Marcela Pámanes

Pertenezco a la generación de los que fuimos criados y formados con frases, refranes, citas que pretendían ser por sí mismas pequeñas cápsulas de sabiduría profunda.

Había de todo y para todos, siempre existía ocasión de recordarlas, lo mismo si había una buena o una mala acción de por medio. Las madres eran entonces depositarias de un sinnúmero de responsabilidades: educadoras, cocineras, choferes, enfermeras, administradoras, compradoras, ilusionistas y cuentacuentos también.

Como ellas eran las que nos 'lidiaban' utilizaban un sinfín de recursos para persuadirnos de portarnos bien: la mirada controladora que nos sentaba y levantaba en un instante, el zapatazo que no siempre acertaba con la burla consecuente de quienes nos salvábamos; los pellizcos chiquitos que dolían hasta el alma, el castigo de no darnos 'el domingos' o la pequeña mesada que nos servía para comprar dulces o cuentos; en fin, ellas inventaron su manual para formarnos y hacer de nosotros hombres y mujeres de bien.

Esto viene al caso porque me quedé pensando en la cita de la entrega anterior, donde les compartía que mi madre solía decirnos que “sólo los tontos se aburren” en su afán de que cayéramos en la cuenta de que no podíamos decir que estábamos aburridos porque en automático seríamos tontos. Cuando alguien no le gustaba para que fuera cercano nos repetía “dime con quién andas y te diré quién eres”, o si sabía de alguien conocido que había cometido algún pecadillo iba y contundente sentenciaba: “árbol que crece torcido jamás su rama endereza”. Cómo olvidar su famosa frase “aunque la mona se vista de seda mona se queda”, que usaba como argumento de que no era lo que te ponías encima lo que te hacía lucir bien, sino 'la percha'.

Recién he recordado adjetivos que ahora me parecen graciosos. Por ejemplo, cuando quería decirnos que algo era inapropiado nos aventaba el “qué ordinaria”, ¡como si ordinarios no lo fuéramos todos!, o emplear el “qué sucia” cuando perdías algo, como si el cuidado de los objetos tuviera que ver con la higiene. Su consabido “lo poco agrada y lo mucho enfada” venía a colación cada vez que pedíamos permiso para ir a casa de algún vecino, y su “ni tan tan ni muy muy” era para que buscáramos el equilibrio en todo. “Está bueno el encaje, pero no tan ancho” procedía cuando se abusaba de la generosidad o amabilidad de alguien.

Les he preguntado a mis amigas sobre los refranes que recordaban que hubieran sido utilizados en sus casas y el resultado fue el siguiente: “genio y figura hasta la sepultura”, “más vale que sobre y no que falte”, “más vale paso que dure y no trote que canse”, “más sabe el diablo por viejo que por diablo”; este otro que me encantó y que no recordaba: “cuando tú vas a ordeñar la vaca yo ya traigo la lana del jocoque”, “no te fijes en las vías, el tren es el que machuca”, “está el chilillo para el tomatillo”, que en otra versión sería “apenas está mi Juana para mi Juancho”. Nuestra maestra de sexto año nos advertía “date a deseo y olerás a poleo, que te vean a cada rato y olerás a caca de gato”.

¡Cuánta razón tenían al sentenciar que “la chapuza acusa”!, sería bueno referírsela en sus caras a muchos de nuestros flamantes políticos, también el “todo cae por su propio peso” o “nada está oculto bajo el sol”.

Los refranes son sentenciosos dichos populares y anónimos muy usados en Medio Oriente, en la obra culmen del castellano, Don Quijote de la Mancha, su presencia es abundante, por ejemplo: “el que mucho abraza poco aprieta” que luego lo escuchamos como “el que mucho abarca poco aprieta” o “más vale pájaro en mano que cientos volando”, “barriga llena, corazón contento”.

Y como no hay mal que por bien no venga, quisiera pensar que las madres jóvenes han encontrado otra manera de decirles lo mismo a sus hijos que lo que nos dijeron nuestras madres con los refranes; espero que no dejen para mañana lo que pueden hacer hoy en aras de la educación y formación de los niños y adolescentes, porque el remedio y el remiendo deben ser a tiempo.

(Esta recopilación de refranes fue hecha con la colaboración de mis queridas compañeras del Colegio La Luz).

Twitter: @mpamanes

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