"¿De qué sirvieron los ideales revolucionarios?, de los que lucharon para defender a los pobres, para que tuvieran un pedazo de tierra, si al final la parcela está ociosa, porque no se puede cultivar, no hay agua y ahorita la están a tire y tire los cab…", expresó enérgicamente, Martín Contreras, ejidatario de La Pinta, en Francisco I. Madero.
Don Martín recuerda que en el año 36 su padre fue uno de los que se benefició cuando el presidente Lázaro Cárdenas del Río anduvo por San Pedro (Madero era territorio de San Pedro) repartiendo la tierra, y luego le heredó la parcela, cuatro hectáreas para ser exactos y con ello el amor a la actividad, al trabajo pesado, ese que al levantar la cosecha le daba la satisfacción de que el sacrificio valía la pena, pero lamentablemente, y dice en tono de molestia, al tiempo que suelta algunas groserías, "ya nada es así, mi jardín ya no da para comer", pues sólo siembra 90 áreas, es lo que le tienen registrado para recibir su dotación de agua.
"Atrás quedó todo. Si la tierra hablara nos decía todo lo que costó de sangre, para que nos dieran este pedazo, este jardincito que tenemos, porque es un jardincito comparado con lo que tienen los 'pequeñeros' y al final de cuentas para nada, porque los compañeros las están vendiendo, pero lo hacen por necesidad, por hambre, porque el producir la tierra ya no es rentable".
