Inseguridad. El asesinato de dos sacerdotes y el plagio de un cura mantienen a la Iglesia Católica en alerta.
CLAUDIA BARRIENTOS
El siglo de torreón
Los acontecimientos de violencia ocurridos en el país contra sacerdotes son un reflejo de una crisis que se vive a nivel nacional, consideró el arzobispo de Durango, José Antonio Fernández Hurtado.
Al lamentar el asesinato de dos sacerdotes pertenecientes a la diócesis de Papantla, Veracruz, dijo que es algo que no debe quedar impune. "La iglesia ya puso su denuncia y también su posición porque yo creo que es algo que duele y que también puede continuar", advirtió.
También habló del secuestro del sacerdote José Alfredo López Guillén, del municipio de Puruándiro, que está a dos horas de Morelia, perteneciente a la Arquidiócesis de Michoacán.
"Un sacerdote bueno y no sabemos qué mensaje se está tratando de dar con esto, no puede uno adelantarse ni hacer una hipótesis sino decir que esto se investigue y se investigue a fondo y se llegue a la verdad", citó.
Refirió que en México se tiene la costumbre de ver que pasan los días y no hay soluciones.
"Tenemos el caso de Ayotzinapa, dos años, y es un tema que preocupa mucho a nivel internacional. Ayotzinapa no se conocía y ahora se conoce en todo el mundo", refiró.
Ante ello, insistió en que estos casos se detengan. "Ahora son sacerdotes, pero nos duele también cualquier ser humano, cuando es más cercano a uno le duele más un familiar", indicó.
Dijo que esto ocurre a lo largo y ancho del país y es una muestra de la descomposición de la sociedad, lo que demanda un mayor trabajo de valores.
Y aunque en Durango no ha habido reportes de amenazas dijo que siempre se les recomienda tomar precauciones y que se cuiden. "Ahorita han sido dos brotes: Veracruz y Michoacán, entonces uno tiene que estar atento", indicó.
El siglo de torreón