Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Descubre... El desierto de sonora

Bella postal del desierto de Sonora.

Bella postal del desierto de Sonora.

AGENCIAS

Tres días en el desierto de Sonora, donde se formó un paisaje marciano con cráteres y dunas.

Los ojos de las lechuzas brillan como las estrellas que iluminan el cielo nocturno de Caborca. El sonido de cada pisada se fusiona con su ulular. Entre los matorrales y con ayuda de la luna, es fácil identificar una liebre con las orejas bien levantadas en señal de alerta. La fauna no es el objetivo de la caminata, sino 6 mil petrograbados heredados al desierto de Sonora por la tribu tohono o'odham.

Es difícil calcular la antigüedad de las figurillas plasmadas en roca volcánica, pero Eric, el guía, sí sabe que esos animales, cactus y formas humanoides fueron labrados a golpe de piedra. Si son blancas es porque los minerales se han aferrado desde hace miles de años a la superficie.

Después de dos horas de caminata en la penumbra, todavía queda tiempo para visitar la misión jesuita establecida por el Padre Francisco Kino en el centro de Caborca, cenar y descansar lo suficiente. Lo mejor está por venir a la mañana siguiente: el desierto de El Pinacate.

No es Marte, pero parece

Los gigantes saguaros, esos cactus de brazos gruesos y espinosos tan famosos en las películas del oeste, delinean el camino de terracería que permite a los visitantes acercarse a dos de los 500 cráteres que hay en El Pinacate.

El Elegante es el cráter más grande de todos y el más bonito, con su circunferencia bien definida, rojiza y corrugada. Treparlo es un logro después de 40 minutos de esfuerzo, con uno que otro raspón. Mirar al horizonte significa fascinarse con los flujos de lava petrificada, los conos de ceniza, tinajas (acumulaciones naturales de agua en el lecho de la roca firme) y gigantes dunas doradas.

Cuenta Eric que ese suelo donde la NASA entrenó a sus astronautas antes del primer viaje a la Luna, en primavera se transforma en un campo de flores moradas, amarillas y blancas.

El enorme boquete tiene un vecino, El Colorado, otro cráter con un diámetro de tres kilómetros, la mitad de El Elegante. Después de rodearlo, hay que marchar a las dunas caprichosas que cambian de forma a toda hora por efecto del viento. Sobre las más altas, de 60 metros, se ve el mar que baña Puerto Peñasco: siguiente parada.

El malecón es un asiento preferente para ver el cielo que se tiñe de violetas mientras el sol se oculta. Se aprovecha el resto del día para explorar Puerto Peñasco, sin dejar de probar el pescado asado a las brasas, envuelto en hoja de plátano.

Al día siguiente y antes de regresar a Hermosillo, Eric lleva al grupo de viajeros a Las Trincheras, una zona arqueológica donde predominan 900 terrazas incrustadas en un cerro y un templo alineado astrológicamente. Dice que son vestigios de la cultura trinchera, asentada en la zona entre los años 200 y 400 d.C.

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Bella postal del desierto de Sonora.

Clasificados

ID: 1204742

elsiglo.mx