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Desde Venezuela

ANTES DEL ESTADO DE EXCEPCIÓN YA VIVÍAMOS SIN (CIERTAS) GARANTíAS

VERÓNICA EGUI BRITO

El pasado 13 de mayo el presidente venezolano Nicolás Maduro decretó estado de excepción y una especie de extensión de la emergencia económica que estaba vigente desde enero. Sin embargo, en el país vivíamos de facto sin garantías de seguridad, de vivienda, de educación, de alimentación y de salud.

El Estado de Excepción actual es una especie de exposición de motivos en el que el Ejecutivo responsabiliza a la Asamblea Nacional, con mayoría opositora, de la "guerra económica", discurso en el que se apoya el mandatario para justificar la ausencia de alimentos y medicinas en el país.

En el Decreto 2,323 una de las primeras consideraciones dicta que "la oposición política venezolana reiteradamente, a través de múltiples mecanismos, ha pretendido menoscabar la voluntad popular, asediar a todos los Poderes Públicos y someter a zozobra a los venezolanos".

Pero, ante este escenario extraordinario, vale preguntarse cómo ha vivido el venezolano en los últimos años. ¿Ha cambiado algo?

Caracas, la capital de Venezuela, fue catalogada en 2015 como la urbe más violenta del planeta, una ciudad con 3,200,000 habitantes tuvo 3,946 homicidios el año pasado, un promedio de 119.87 muertes violentas por cada 100,000 habitantes. Cuando se amplía el espectro a todo el país, hubo 27,875 muertes violentas en ese período, una tasa de 90 fallecidos por cada 100,000 habitantes.

Durante los 17 años del gobierno chavista -14 de Hugo Chávez y tres de Nicolás Maduro- se han aplicado 22 planes de seguridad. El más reciente denominado Operación Liberación y Protección del Pueblo (OLP), ha sido un programa que ha violado los derechos humanos de los venezolanos, según denunciaron ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) Provea y Human Right Watch (HRW).

La escasez de medicamentos supera el 85 %, la ausencia de productos básicos oscila entre el 50 y 80 %. La gente se está muriendo de hambre o ante la incapacidad de curar enfermedades o padecimientos regulares, sin hablar de aquellas dolencias específicas como cáncer, VIH, entre muchas otras.

Conseguir harina, pasta, leche, café, papel higiénico, detergente, champú, desodorante y otros productos se ha convertido en un lujo, al tener que recurrir a los "bachaqueros", término usado para denominar a los revendedores, que al ver el lucrativo negocio han optado por el trabajo informal.

Y si hablamos de la galopante inflación el panorama empeora. En abril la tasa fue de 18.7 % y la anualizada de 397.4 %, según el Índice Nacional de Precios al Consumidor que mide el Banco Central de Venezuela. De hecho, el venezolano reconoce que ha dejado de comer sus tres comidas, según la Encuesta sobre Condiciones de Vida (Encovi). Para el 87 % es muy costoso acceder a ella, tomando en cuenta que la clase media cada día se reduce y se empobrece.

El estrato C necesita 143,764 bolívares mensuales -unos 14 dólares- a tasa paralela, que es la única forma en la que se consiguen divisas. Mientras que el sueldo mínimo es de 15,000 bólivares -1,5 dólares-. Para adquirir la Canasta Básica Familiar en marzo se necesitaban 203,943.95 bolívares, unos 17 salarios mínimos. Entonces, ¿no estábamos ya en un estado de excepción?

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