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Desencuentros

Diálogo

YAMIL DARWICH

La palabra desencuentro se refiere a la discrepancia de opiniones; no estar de acuerdo, generar desacuerdo y hasta confrontación.

¿Es una particularidad del México actual?

En educación existe un adagio, refiriéndose a los estudiantes de secundaria y bachillerato que dice: "el joven no se rebela contra la autoridad; se revela contra la falta o el exceso de autoridad". Me parece que bien puede aplicarse a nuestra realidad nacional.

Vivimos una fuerte crisis de autoridad por la falta de líderes con imágenes personales sólidas, que puedan ser verdaderos inspiradores para seguirlos e imitarlos en la persecución del bien común.

Hay ausencia de ellos en todos los niveles y esa falta de liderazgo genera desorden, cuando cada quien "se va por la libre" siguiendo sus propios intereses y rompiendo con las normas definidas por la moral y la ética.

Los problemas nacionales usted los conoce y, como particularidad común, aparece la carencia de algún líder que pudiera imponerse con su autoridad moral y política, hasta haciendo valer el derecho del uso de la fuerza otorgada al estado.

Otro principio de la administración dice que: "cuándo no se aplica el poder, alguien lo aplicará por ti", frase que nos viene bien para escribir algunos ejemplos:

La autoridad política, esa otorgada por la democracia en México, ha sido borrada de tajo; de hecho vamos más allá, cuando el que debiera ser nuestro líder nacional no sólo es agredido sino hasta burlado y llevado al escarnio público.

Es evidente que el trato degradante se lo ha ganado a pulso, ante las denuncias de corrupción, abuso de poder y ejercicio de la autoridad tomando rumbos equivocados; usted ya sabe a qué me refiero: desde la visita erróneamente aceptada, hasta permitir la fuerza descontrolada de personas interesadas en crear anarquía y conservar el poder utilizando al magisterio.

En el plano religioso, la autoridad ha sido gravemente demeritada con denuncias de casos altamente bochornosos por la inmoralidad de prelados de la Iglesia Católica, caso de Maciel y decenas de sacerdotes acusados de pedofilia. Pero ellos no son los únicos; incluya a muchos ministros cristianos que aprovechan el poder para beneficiarse en lo personal y/o lo familiar.

El resultado es la decepción sufrida por los creyentes, particularmente los jóvenes, quienes buscan la trascendencia por sus propios medios, muchos de ellos desinformados, quienes terminan siendo "carne de cañón" para otros que, maliciosos, los orientan hacia el choque social, las drogas o -al menos- al desenfado.

Esa falta de autoridad ha desbordado a los grupos minoritarios que han tratado de hacer valer sus derechos -muy justo para ellos- con movimientos sociales tumultuarios y eficientemente organizados.

La falta de autoridad y la incapacidad de ejercerla ha generado la desesperación de los insatisfechos, particularmente los más desprotegidos, que recurren a los plantones, bloqueos de calles y quebranto de toda ley.

Lo indeseable es el abuso de la libertad -el libertinaje- que les lleva a pasar por encima de los derechos de los demás, cometiendo atropellos. Recuerde el último desfile de homosexuales - gay es palabra inglesa que no describe a la persona en castellano, por muy "chic" que se pronuncie y escuche- cuando en su transitar por las calles de la ciudad agredieron a transeúntes, quienes acompañados de sus esposas recibían injurias.

"La joya de la colonia" ya la conocemos: la rebelde, agresiva y destructiva actitud de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación -CNTE- muy diferente al Sindicato de Trabajadores de la Educación. Se trata de defender a privilegiados -a ellos los hicieron ciudadanos con trato diferente y preferencial del resto de los mexicanos- quienes como pago a su lealtad fueron beneficiados por autoridades de administraciones públicas pasadas.

Ante ellos la iniciativa privada ha reaccionado, luego de ver afectados seriamente sus intereses al soportar bloqueos, ver retenidas sus mercancías en carreteras, secuestrarles vehículos, atacar y dañar sus instalaciones afectando seriamente sus fuentes de trabajo. En medio queda el trabajador que ha perdido su empleo o que no genera los ingresos económicos para mantener a su familia, atrapado entre las posiciones extremas de los bandos.

La violencia del crimen organizado, los robos y agresiones de criminales comunes, son notas periodísticas de cada día y su denominador es la falta de capacidad de las autoridades para ejercer el poder que les conferimos.

Los mexicanos empezamos a estar confrontados, unos contra otros: pseudoprofesores contra comerciantes e industriales; defensores de la familia contra homosexuales; políticos entre sí, incluyendo sus refriegas partidistas internas; ciudadanos de los niveles socioeconómicos medios y bajos contra las policías preventivas; todos contra todos, sin alternativa para rescatar orden, al no haber quien aplique la ley.

Vivimos un nivel inmediato anterior a la anarquía y esperemos que no lleguemos a ella para poder ver emerger a ese líder que cambie nuestro rumbo. ¿Conoce a alguno?

ydarwich@ual.mx

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