Sentencia. 'Siento el gusto amargo de la injusticia', dijo Dilma Rousseff en su última comparecencia ante el Senado que resume su impotencia ante el proceso que acabó con su destitución.
Dilma Rousseff, la primera presidenta de Brasil, fue destituida ayer por el Senado en el marco de un juicio político y el poder pasó a manos del que era su vicepresidente y un declarado enemigo político, Michel Temer.
La votación en el Senado tuvo un resultado incontestable, 61 votos a favor de la salida de Rousseff y 20 en contra, con lo que se rebasó con creces la mayoría calificada de dos tercios (54 votos) que era necesaria para despojarla del cargo.
El Senado halló a Rousseff culpable de incumplir la ley de responsabilidad fiscal, por haber modificado los presupuestos vía decreto, sin autorización legislativa, y porque consideraron que el Gobierno tomó créditos de la banca pública, algo prohibido por ley, al demorarse en hacer depósitos a esos bancos.
Durante el proceso, Rousseff negó que esas maniobras configuren irregularidades y también rechazó que ella tuviera cualquier intencionalidad al firmar los polémicos decretos, por lo que considera todo el proceso en su contra un "golpe de Estado".
La votación estuvo precedida de los encendidos alegatos finales de senadores de ambos lados, que estuvieron cargados de expresiones dramáticas y hasta de insultos.
El senador Lindbergh Faria llamó "¡canallas, canallas, canallas!" a quienes se disponían a votar a favor de la destitución, repitiendo las célebres palabras que profirió Tancredo Neves, uno de los padres de la democracia, cuando el Congreso apoyó el golpe de Estado de 1964.
Le respondió el senador Ronaldo Caiado diciendo que los "verdaderos canallas" son los que "robaron" a la petrolera estatal Petrobras, un escándalo de proporciones gigantescas que salpicó al Gobierno de Rousseff, pero también a varios ministros de Temer.
Rousseff tuvo el alivio de salvarse de la inhabilitación para ocupar cargos públicos durante ocho años, un castigo que suele ir aparejado al cese forzoso de un político, pero que el Senado decidió no aplicarle a la ahora exmandataria.
TEMER HEREDA UN BRASIL DIVIDIDO
El presidente de Brasil, Michel Temer, hereda un país dividido políticamente, con la mayor recesión de las últimas décadas y con una sociedad que desconfía de sus dirigentes, hastiada de una sucesión de escándalos de corrupción que parece no tener fin.
El mismo día en que el Senado decidía destituir a Dilma Rousseff y confirmar a Temer en el poder, se hacían públicos los últimos datos económicos, que no dejan lugar para el optimismo y que, según el nuevo Gobierno, justifican la necesidad de avanzar en recortes y en privatizaciones de forma urgente.
Pero además de una crisis económica sin precedentes en un cuarto de siglo, el nuevo presidente de Brasil debe recuperar la confianza de una sociedad dividida y descreída de la clase política.
Los escándalos de corrupción que minaron a Rousseff salpican también al propio Temer y a dirigentes del su partido, el poderoso Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
Apenas unos días después de asumir interinamente, el pasado mayo, Temer tuvo que cambiar a tres de sus ministros por acusaciones de corrupción y su principal aliado en el proceso de destitución de Rousseff, Eduardo Cunha, dejó la presidencia del Parlamento acorralado por la Justicia.
Una mejora en el bolsillo de los brasileños contribuiría a mejorar la imagen del nuevo presidente, que cuando asumió de forma interina se comprometió a trabajar para sacar al país de la crisis, aunque apenas tiene dos años y medio años -hasta el 1 de enero de 2019- para lograrlo.
Decisión divide al mundo
La destitución de la presidenta brasileña Dilma
Rousseff fue motivo de debate ayer en la Asamblea
Permanente de la Organización de Estados America-
nos (OEA), donde un grupo de países lo calificaron co-
mo un golpe de Estado parlamentario.
Brasil “hoy nos muestra que la democracia, a pe-
sar de las fortalezas que tiene, siempre estará fren-
te a los desafíos siniestros de la oscura historia anti-
democrática”, acusó el embajador de Bolivia ante la
OEA, Diego Pary, quien se solidarizó con Rousseff.
“La legitimidad sólo es entregada por el voto del
pueblo, y la decisión popular no puede ser descono-
cida con artimañas antidemocráticas”, indicó Pary,
quien caracterizó la decisión del senado brasileño
contra Rousseff como un retroceso democrático.
El embajador ecuatoriano ante la OEA, Marco Vi-
nicio Albuja, condenó a su vez la destitución de quien
calificó como la “legítima depositaria del poder popu-
lar”.
“El gobierno de Ecuador rechaza la flagrante sub-
versión del orden democrático en Brasil, que consi-
dera un golpe de Estado solapado. Políticos adversa-
rios y otras fuerzas de oposición se confabularon
contra la democracia para desestabilizar el gobierno”,
apuntó.
Albuja dijo que el “espurio” juicio político que de-
rivó en la destitución de la presidenta no cumplió con
el “requisito fundamental” de que se demostrara que
Rousseff haya cometido delitos de responsabilidad
para ser separada de su cargo.
Convoca Dilma
La ya expresidenta de Brasil Dilma Rousseff denunció ayer que su
destitución constituye la consumación de un “golpe de Estado” en
el país y convocó a una “enérgica, determinada y firme oposición a
los golpistas”.
Arropada por decenas de simpatizantes, exmiembros de su Go-
bierno y legisladores próximos al Partido de los Trabajadores (PT),
Rousseff compareció ante la prensa en el palacio de la Alvorada, la
residencia presidencial que todavía ocupa, minutos después de que
el Senado aprobara su destitución por una amplia mayoría: 61 vo-
tos a favor y 20 en contra.
“Es el segundo golpe de Estado que enfrento en la vida. Pri-
mero fue el militar (1964), que me afectó cuando era una joven
militante; el segundo fue el parlamentario, que me derriba del
cargo para el que fui elegida”, afirmó Rousseff, que fue separa-
da temporalmente del poder en mayo y sustituida por su antiguo
vicepresidente y desde ayer presidente de Brasil, Michel Temer.
“Hoy el Senado tomó una decisión que entra a la historia de
las grandes injusticias: escogieron rasgar la Constitución; de-
cidieron interrumpir el mandato de una presidente que no come-
tió ningún crimen; condenaron a una inocente y consumaron un
golpe parlamentario”, denunció en un enérgico discurso.