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Detener al 'Chapo', simplemente cumplir con una responsabilidad

JESÚS CANTÚ

Aunque la recaptura de Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera permite al Gobierno Federal y, particularmente, al presidente Enrique Peña Nieto deshacerse de una pesada loza que cargaba sobre sus espaldas y le abre un espacio para tratar de recuperar la confianza ciudadana pérdida, especialmente en los momentos en que la presión internacional y nacional arreciaba, la detención es simplemente el cumplir con una responsabilidad.

Cuentan que Don Rafael Alonso y Prieto, reconocido profesionista, político y catedrático, felicitaba un día a sus alumnos por haber obtenido buenas calificaciones en el examen que recién había calificado y, intempestivamente, detuvo su mensaje para reflexionar en voz alta: "…pero porque los felicito simplemente por cumplir con su deber", para luego de otra breve pausa, continuar con dicha idea, "…pero bueno si lo felicitan a uno por cumplir años, en lo que uno no tiene ninguna responsabilidad ni mérito, así que de cualquier manera los felicito por sus buenos resultados".

La forma en que el presidente Enrique Peña Nieto y todo el gobierno federal han festinado la recaptura del buscado capo de las drogas, me hizo recordar esta anécdota pues, aunque sin duda hay que reconocer que la mayoría de la población pensábamos que este evento tardaría mucho más tiempo y que el mismo es un logro para el gobierno federal, la detención de cualquier presunto criminal es una obligación de la autoridad y más en este caso en que se encontraba prófugo por errores, descuidos y complicidades de ellos mismos.

Así es indiscutible el logro de haberlo aprehendido en apenas 6 meses, pues hay que recordar que en la anterior ocasión pasaron más de 13 años para lograrlo; pero la información que hasta hoy han proporcionado las mismas autoridades de cómo lo lograron es suficiente para cuestionar algunas de las afirmaciones que ellos mismos han hecho, empezando desde luego por las del presidente en su mensaje a los medios de comunicación.

De acuerdo a lo señalado por la procuradora Arely Gómez, el mismo capo les facilitó mucho la labor de inteligencia por sus excesos de confianza y soberbia, pues fueron su "necesidad" de vivir en las zonas urbanas y su inmenso ego que lo llevó a promover la realización de una película autobiográfica, los dos principales elementos que permitieron ubicarlo y lo llevaron al sitio donde se volvió vulnerable.

Esto es importante porque el titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, aseguró en la misma conferencia con los medios en la que la procuradora informó sobre el operativo: "No existe delincuente que esté fuera del alcance del Estado mexicano". Lo cual es muy cuestionable, dado que de acuerdo a sus mismos números todavía hay 24, de los 122 más buscados, que no han podido ser capturados; y, por si esto fuera poco, habría que preguntarse dónde está Rafael Caro Quintero, quien salió de prisión por una resolución judicial, pero también se encuentra prófugo; y así la lista particular de presuntos delincuentes puede crecer casi interminablemente.

Sin querer demeritar la labor de las fuerzas de seguridad, lo cierto es que los errores del mismo "Chapo" fueron un elemento fundamental para su recaptura, además de que también hay que reconocer que en esta persecución se contó con el auxilio de las autoridades norteamericanas, particularmente la DEA, que en todo momento estuvo proporcionando información indispensable para su ubicación, como fue evidente hace unos meses cuando se les escapó en la sierra.

Por otra parte, hay una afirmación del presidente, que hasta hoy no es convalidada en los hechos y está en el corazón del cuestionamiento que hace unos días hizo el periódico norteamericano The New York Times, al señalar que el trabajo que realizaron en este período "…permitió identificar, detener y desarticular la red de influencia y protección de este delincuente", pues es impensable que en esta red no participaran personajes de alto nivel de las distintas instancias del gobierno mexicano y, hasta hoy, todos los que están bajo proceso son realmente de menor nivel y todos vinculados a su fuga del penal del Altiplano. Aquí hay una deuda pendiente.

Pero en su euforia por la recaptura afirmó: "Hoy, nuestras instituciones han demostrado una vez más que los ciudadanos pueden confiar en ellas, que nuestras instituciones están a la altura, que tienen la fortaleza y determinación para cumplir cualquier misión que les sea encomendada". Y de inmediato vienen a la mente la imposibilidad de resolver el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos; el asesinato de 7 candidatos a puestos de elección popular en los procesos electorales de 2015; los 40 alcaldes ejecutados en los últimos 10 años (la última apenas el sábado 2 de enero); o los altos niveles de violencia que viven Michoacán, Guerrero y Tamaulipas, simplemente por mencionar los estados más críticos.

Y ni siquiera hay que pensar en ello, cuando en el mismo gobierno hoy se debate la posibilidad de extraditar al recién recapturado a los Estados Unidos, para evitar que se fugue nuevamente del infiltrado y débil sistema carcelario; ellos mismos reconocen que las instituciones mexicanas (al menos el sistema carcelario) no tienen la fortaleza para garantizar que ya no volverá a fugarse.

Enhorabuena por la recaptura, es un logro indiscutible; pero hay que ponderarlo en su exacta dimensión y de ninguna manera es para echar las campanas al vuelo: todavía hay muchos presuntos delincuentes fuera de la acción de la justicia; la debilidad de las instituciones mexicanas es patente y el Estado de Derecho sigue ausente.

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