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Día de muertos, ¿también los de la guerra?

DAVID PÉREZ

La celebración del día de muertos, tradición de origen precolonial y recientemente globalizada por James Bond en su película Spectre, nos ha permitido convivir con el fenómeno de la muerte de muchas maneras. Desde hace algunos años ha crecido un tipo de muertos, las víctimas de homicidio, ¿también serán parte de la tradición?, ¿cómo conmemoramos a estos muertos?, ¿los llamaremos muertos de guerra?

El Instituto Estadounidense para la Paz, órgano descentralizado, en su glosario, al definir un "conflicto armado" sugiere que se puede hablar de guerra a partir de mil muertos o más por un año calendario. La escuela sueca (Universidad de Uppsala), referente mundial en estudios de conflictos, propone la medida anual de 8 muertes violentas por cada 100 mil habitantes para poder hablar de un ámbito social de violencia armada; y 16 muertes por arma de fuego por cada 100 mil habitantes para hablar de una guerra, de un problema endémico o de salud pública.

Según la última actualización (20 de octubre de 2016) del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, lo que va de este año suman 16 mil 747 homicidios dolosos. Con esa cifra, México supera los dos medidas sugeridas en el párrafo anterior. Sin embargo a nivel teórico, y con cierta indolencia, se puede decir que no hay guerra porque el concepto clásico de enfrentamiento entre fuerzas regulares de dos naciones no se cumple. Entonces, ¿de qué se muere tanta gente en México?

El análisis sobre "nuevas guerras", realizado por Mary Kaldor (2001), puede arrojar mucha luz sobre el escenario mortuorio mexicano. Una variante a lo que tradicionalmente se conoce como guerra, es la dificultad para distinguir entre lo militar y lo civil, entre combatientes y no combatientes. Si bien estas formas de organizaciones armadas no tienen un objetivo legítimo para su movimiento armado, sí tienen finalidades claras que desafían a los Estados. Sin embargo, en estos nuevos formatos de guerra, la mayoría de la violencia está dirigida contra los civiles.

La violencia armada que tiene como uno de sus actores al narcotráfico, conlleva una significativa relación con organizaciones internacionales, que su vez, es parte importante de las redes financieras y comerciales convencionales. El movimiento armado criminal supone el debilitamiento del Estado, sin embargo, precisamente por la ilegalidad en algunos ámbitos, este tipo de grupos pierde la legitimidad para que se les pueda reconocer como grupos guerrilleros, es decir, como un actor de un conflicto armado. Se da por supuesto que en principio son una asociación criminal. Es un proceso de transformar la violencia en mercancía, es decir, la obtención violenta de los bienes. Un mercado que genera muertes.

Otra característica de estas "nuevas guerras" es su durabilidad. El curso de estas guerras está más determinado por la dislocación de las fuerzas en el espacio y en el tiempo. Así, las acciones del conflicto armado no tienen territorio específico y se pueden dar en cualquier parte. De esta manera, al no existir un enfrentamiento decisivo que pueda concluir con el debilitamiento absoluto de alguna de las fuerzas, la durabilidad es parte del negocio de esta forma de guerra.

En este contexto, que hoy acompaña un importante número de muertes en México, quizá nuestros altares de muertos necesitan que se les agregue una sección particular para poner allí a las victimas del conflicto armado contemporáneo de México. De esa manera se podría hacer una memoria más acorde al contexto en el que les fue quitada la vida, y al mismo tiempo, su ausencia se convertiría en una demanda de compromiso por la búsqueda de salidas a la situación actual.

Twitter: @davidsecular

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