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Día Mundial del Medio Ambiente: el Cambio Climático

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

El pasado cinco de junio se celebró una vez más el Día Mundial del Medio Ambiente, efeméride que nos hace recordar los diferentes problemas y retos que enfrentamos como sociedad para revertir el deterioro que sufre el planeta. Uno de ellos el referente al Cambio Climático, fenómeno que particularmente se identifica con el aumento en la temperatura que está provocando el calentamiento global.

Si bien la tierra normalmente sufre períodos cíclicos de calentamiento y enfriamiento, actualmente enfrentamos un proceso anticipado del primero debido a la retención o secuestro de una parte de la radiación solar en la atmósfera por la barrera que forman algunos gases que se acumulan en ella, particularmente dióxido de carbono y metano, generados por actividades humanas; esta energía solar atrapada provoca el llamado efecto invernadero que se expresa en un aumento en los promedios de temperatura en el planeta.

Este fenómeno se origina a partir de la revolución industrial cuando se utilizan combustibles fósiles (carbón, gas, petróleo) como fuente energética para movilizar máquinas de fábricas, medios de transporte y otros medios que impulsan la economía, generando desechos derivados de su combustión que se acumulan y circulan en la atmósfera con las consecuencias descritas, son los llamados gases de efecto invernadero (GEI).

En virtud de que la economía mundial se basa centralmente en estas fuentes energéticas continúa la generación de estos gases y, por consecuencia, es prácticamente imposible cambiar en el corto plazo de dichas fuentes, por ello se afirma que el Cambio Climático ya nos alcanzó y nos vemos imposibilitados de revertirlo, nuestros esfuerzos deben orientarse a aplicar medidas de adaptación o mitigación para disminuir sus impactos en la naturaleza, la economía y la propia población.

El reto principal consiste en descarbonizar el planeta, entendiendo por esto reducir significativamente las emisiones de dióxido de carbono y sus equivalentes, algo que la ciencia y la tecnología, pero sobre todo la economía y políticas públicas se ven limitados para hacerlo, sólo es posible pensar en acciones que gradualmente reduzcan la dependencia energética de las principales fuentes actuales o aumentar la eficiencia sobre su uso. Así, la reconversión y eficiencia energética son indispensables para reducir sus impactos.

Pero ¿cuáles son éstos? Si bien su estudio aún no es suficiente porque en una gran parte de los países y/o regiones no se realizan las mediciones necesarias que permitan determinar las principales fuentes y tipos de emisiones que sirvan de base para aplicar medidas puntuales que le reviertan, algunas investigaciones realizadas con base a modelos de simulación nos presentan escenarios nada halagadores.

De entrada, a nivel conceptual y de análisis globales sobre el comportamiento del clima, se observa una mayor variabilidad en algunas de sus variables como la temperatura y la precipitación pluvial (lluvia), expresándose en fenómenos meteorológicos extremos como la presencia de ciclones más intensos en las zonas tropicales, o períodos más recurrentes y severos de sequías en las zonas áridas.

Quienes vivimos en esta región percibimos algunos de estos fenómenos. Denotamos que los meses calurosos presentan más días con altas temperaturas y lluvias mayormente irregulares, pero quizá lo que se prevé nos impactará en el futuro con mayor severidad es en la disponibilidad de agua, situación que nos preocupa seriamente porque los laguneros nos hemos destacados por realizar una gestión deficiente de los recursos hídricos, particularmente sobreexplotando nuestros acuíferos.

Es preocupante que nos enteremos sobre tales pronósticos derivados de un fenómeno global, planetario, como es el Cambio Climático, y estemos previendo los impactos que tendrá entre nosotros y el entorno inmediato en que vivimos, y aun así continuemos con los mismos modelos económicos o patrones productivos como si nada pasara.

El Cambio Climático no es un fenómeno apocalíptico como dirían las predicciones bíblicas, es un hecho real, objetivo, provocado anticipadamente por nosotros, que nos afecta y continuará afectando nuestras vidas cada vez con mayor severidad, por ello cada cinco de junio debemos reflexionar sobre algo que no está a nuestro alcance inmediato revertirlo (por ser un fenómeno planetario), pero que a la vez sí lo está porque localmente debemos hacer lo que nos corresponda para no sólo adaptarnos, sino también aplicar medidas que mitiguen sus efectos.

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