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Dilma y Brasil hacia el abismo

LA PRESIDENTA VIVE SUS PEORES DÍAS: PODRÍA SER SOMETIDA A UN JUICIO POLÍTICO

Dilma se hunde en un mar de acusaciones,
fuga de aliados y descontento popular. (EL UNIVERSAL)

Dilma se hunde en un mar de acusaciones, fuga de aliados y descontento popular. (EL UNIVERSAL)

AGENCIAS

Es sabido que antes de ser asesinado, víctima de una conspiración, Julio César alcanzó a ver a su protegido Marco Junio Bruto y le dijo: "¿Tú también, Bruto?". El lunes pasado, la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, descubrió que su propio vicepresidente, el abogado Michel Temer, estaba conspirando abiertamente contra ella mientras se calentaba cada vez más la crisis política que sacude a este país que tiene la economía con el PIB más grande de Latinoamérica.

Dilma se hunde en un mar de acusaciones, fuga de aliados y descontento popular, y a Temer, su vicepresidente, se le escapó, supuestamente por error, un audio de 13 minutos y 51 segundos en el que se dirige a la nación ante una hipotética destitución de la presidenta.

El archivo salió de su celular y llegó a sus aliados en el Congreso, y su vocero le dijo al diario "Folha de Sao Paulo" que el vicepresidente sólo estaba haciendo "un ejercicio en su celular" que salió mal. Pero Dilma -quien tiene 68 años y está en el poder desde 2011, con dos mandatos- se mostró más rápida que Julio César en la reacción: "El vicepresidente es un golpista sin respeto por la democracia", dijo. En el audio, Temer pidió "un gobierno de salvación nacional". "Ahora conspira abiertamente, a la luz del día, para desestabilizar a una presidenta legítimamente electa", consideró Dilma.

La presidenta vive sus peores días: podría ser sometida a un juicio político (o impeachment), acusada de haber maniobrado con las cuentas del Estado para esconder el déficit, retrasando pagos para planes sociales a bancos estatales. Además, el Tribunal Superior Electoral le sigue la pista por el financiamiento de la campaña electoral de 2014 (asunto que también afectaría al vicepresidente Temer) y por el escándalo conocido como Petrolão, investigado por la justicia en la operación Lava Jato y referido a las empresas constructoras que pagaron sobornos millonarios a través de la petrolera estatal Petrobras, que mancha a varios de sus colaboradores cercanos. Peor aún, al propio ex presidente del país y líder de su partido, Luiz Inacio Lula da Silva.

"Dilma fue electa con 54 millones de votos e incluso un gobierno opaco y mediocre, como afirman sus adversarios, no es motivo para que sea depuesta", afirma el escritor Fernando Morais, quien fue diputado estadual y secretario de Cultura y de Educación del estado de Sao Paulo. "Impeachment sin delito de responsabilidad es golpe de Estado".

Varios errores condujeron a la mandataria a esta situación en la que el expresidente Lula -principal protector de Dilma- hace base en el hotel Royal Tulip de Brasilia y ocupa todas las horas del día en inquietantes y desesperadas negociaciones con aliados más o menos posibles para emboscar el camino del "impeachment".

 PRIMERO, EN 2014.

"Después de ser reelecta, la presidenta rompió sus promesas electorales y aplicó un plan de austeridad con ajuste fiscal, recorte de fondos sociales y altas tasas de interés", señala Henrique Carneiro, analista político y exmiembro del Partido Socialismo y Libertad, que está a la izquierda del Partido de los Trabajadores.

"Se le dio prioridad a los grandes contratistas, al sector financiero y a los exportadores de materias primas. Cuando la crisis internacional aumentó, Brasil se quedó sin proyecto alternativo y, dada la caída, el gobierno comenzó a atacar a su propia base social, reduciendo el empleo y el salario mínimo, e implementando una ley represiva contra los movimientos sociales".

Las elecciones de 2014 fueron ganadas gracias a un acuerdo con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) -una facción de centro, con poder territorial en intendencias, que participó del gobierno con un vicepresidente y siete ministros-, pero Dilma se encontró el último 29 de marzo con que el PMDB dejaba su manchada coalición.

El proceso de impeachment se convirtió en un fantasma creciente y el mismo lunes en que se filtró el audio del vicepresidente el juicio político fue avalado por una comisión especial del Congreso que debatió 10 horas y que, en un clima agitado, lo aprobó con 38 votos en favor y 27 en contra.

Hoy mismo, en el próximo paso del proceso, la Cámara de Diputados debe votar en favor o en contra de que el proceso avance al Senado. Para que prospere, dos tercios -342 de los 513 diputados- deben apoyarlo. De acuerdo con diversos medios brasileños, la cifra fatal ya se alcanzó... y se rebasó. Si en la Cámara Baja se vota a favor, el asunto pasará al Senado, donde se requiere de una mayoría simple (41 senadores) para que se autorice el juicio. Entonces Dilma deberá dejar el cargo por 180 días y la Cámara Alta la enjuiciará, mientras Temer ocupa la presidencia.

LA POLARIZACIÓN DIVIDE A BRASIL

Una reciente encuesta de Datafolha indica que 61% de la población está a favor del proceso y 60% quiere la renuncia de Dilma. Pero a Temer no le va mejor: 58% cree que él también debe ser enjuiciado y 60% pide su renuncia. Lula, investigado por corrupción, es quien reúne más intención de voto para las presidenciales de 2018, con 21%.

"El PT está a la defensiva, acusando a sus adversarios de golpistas, desconociendo su responsabilidad en la corrupción", indica el sociólogo Brasilio Sallum Jr., autor del libro O impeachment de Fernando Collor, sobre el único antecedente de un presidente brasileño que cayó por un escándalo de corrupción, en 1992.

Los protagonistas

La novela en que se ha convertido la crisis política brasileña tiene varios personajes principales:

Dilma Rousseff: Presidenta brasileña, en ejercicio de su segundo mandato desde 2014 y hasta 2018. Enfrenta un procedimiento de juicio político, acusada de manipular las cuentas públicas; aparte, se investiga el financiamiento de su campaña y su eventual implicación en el escándalo de desvíos de fondos de Petrobras. Ella dice que es un intento golpista.

Michel Temer: Vicepresidente brasileño y enemigo de Dilma. Es el líder del Partido del Movimiento Democrático Brasileño, una facción que era la aliada principal del gobierno, con 67 diputados en el Congreso, pero que lo abandonó, llevando a Dilma a describirlo como "traidor" y "jefe de la conspiración". Temer es investigado, junto con Dilma, por supuestas irregularidades en las cuentas de campaña.

Eduardo Cunha: Presidente de la Cámara de Diputados, es el promotor del juicio político a Dilma, proceso que aceptó a trámite a solicitud de un grupo de juristas. En caso de que ni Dilma ni Temer puedan ejercer la presidencia, Cunha asumiría como mandatario interino y tendría que convocar a elecciones anticipadas.

Luiz Inacio "Lula" da Silva: Fue presidente brasileño en dos mandatos, es el máximo líder político del país, fundador del PT y el protector de Dilma. Un fiscal lo investiga en el marco de la megacausa de corrupción Lava Jato.

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Escrito en: Dilma Roussef Corrupción Brasil

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