Noche fresca en la Comarca Lagunera, pero un viento frío no iba a ser razón suficiente para que los aficionados dejaran de asistir al nuevo Corona, pues hace más de dos meses no se vivía una fiesta de Liga MX en la Comarca Lagunera. Se convirtió además en la ocasión perfecta para sacar a relucir los regalos navideños: las camisetas, chamarras, gorros, bufandas, todo en verde y blanco, poniendo el colorido que le hizo tanta falta al TSM durante el largo invierno de ayuno futbolero.
La fresca temperatura tampoco inhibió el clásico convivio de los santistas en la explanada del estadio y en el estacionamiento, cerveza en mano se preparaban para su ritual de cada quince días, y el de ayer fue el inaugural para el 2016. El primer rugido de la tribuna se dio al anunciar el nombre de Agustín Marchesín encabezando la alineación de los de casa, pues el guardameta santista se perfila para ser el emblema y referente de este equipo durante la nueva aventura del torneo Clausura. Los aplausos resonaron aún más al terminar de nombrar la alineación, con lo que los aficionados dieron su aprobación a las decisiones que tomó Luis Zubeldía, quien observó el partido desde lo más alto del moderno inmueble albiverde.
Fuegos artificiales calentaron un poco el ambiente, y en la cancha la pelota volvió a rodar en el verde césped del Corona, con los Guerreros vestidos de blanco apostando a que la nueva vestimenta les traería la fortuna necesaria para cambiar la historia trágica que le había acontecido a Santos jugando como locales durante el anterior torneo. Los jugadores parecían tensos, como si el paso de los minutos les presionara y los nervios en la tribuna también comenzaron a hacerse latentes, más aún cuando llegó el silbatazo de medio tiempo, y el abucheo generalizado despidió a los protagonistas del poco atractivo juego.
Pero la emoción más grande del encuentro, si no es que la única, estaba reservada para la recta inicial del segundo lapso, cuando Bryan Rabello raspó la pelota contra el césped y de espaldas habilitó a Rentería, quien en una muy apretada posición adelantada, tomó la pelota para dejar sembrados a par de rivales y activar ese cañón que tiene en las piernas, fusilando a Jiménez y haciendo mover las redes de la portería, y las cuerdas vocales de los fanáticos.
Pocas jugadas de peligro se generaron en el resto del partido, en el que Jaguares bajó su rendimiento con los cambios, y los Guerreros fueron pocos certeros al momento de definir sus contragolpes, bien llevados con velocidad, pero mal terminados con tiros desviados. El fantasma de un empate tardío comenzó a acosar las gradas, y los silbidos de presión para que Jorge Isaac Rojas culminara el encuentro, se hicieron cada vez más sonoros. El jaguar hizo lo que pudo, pero en pocos predicamentos puso a Marchesín, finalmente Araujo despejó de zurda para poner punto final al encuentro, desatando un festejo que estaba guardado desde hace más de 8 meses.
Los aficionados santistas no dejaron de apoyar en todo momento al equipo albiverde. (Jesús Galindo)