Don Quijote en América en 1605
Contagiados de las hipérboles de Cervantes y sobre todo de sus personajes, puede afirmarse que, según un meticuloso libro lleno de amor por la cultura española, el mayor lector de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha iba a ser México, bueno, no México, la Nueva España o, con apego a la realidad, el Nuevo Mundo.
Tal afirmación puede sustentarse en datos y comentarios publicados en una de las obras más amables de historia de la literatura española: Los libros del conquistador, de Irving A. Leonard, cuyas primeras ediciones son, en inglés, de 1949 y, en español, la que tengo, de 1953.
En ese volumen de Leonard acerca de los libros del conquistador español de lo que sería América se lee que “la mayor parte de la primera edición -y quizás la edición entera- del Quijote fue despachada para el Nuevo Mundo en 1605 […]”. El dato impresiona por lo de la mayor parte y por lo de quizás la edición entera. Además, porque el envío fue el mismo año de publicación de la primera parte de la obra maestra cervantina.
La meticulosidad y el rigor intelectual de Leonard nos llevan a saber por qué México sería un lector privilegiado del genial libro de Cervantes. Nos dice que legajos conservados en Sevilla registran “262 ejemplares [del Quijote] que a bordo del [navío] ‘Espíritu Santo’ se enviaban vía San Juan de Ulúa a Clemente Valdés, residente en la capital de México”, en 1605.
Pero don Quijote conquistaba el Nuevo Mundo. México, Cartagena y Lima acaparaban la famosa y reciente obra: “Otro embarque importante fue el que Diego Correa envió a Antonio de Toro, a Cartagena, a bordo del ‘Espíritu Santo’ -probablemente un barco distinto del anterior- consistente en dos bultos de libros que contenían 100 ejemplares de Don Quijote de la Mancha.”
Al final del capítulo “Don Quijote invade las Indias Españolas”, Irving A. Leonard reitera dos datos para nosotros interesantes, el de que quizá el Nuevo Mundo dispondría de toda la edición del Quijote y de que lo haría cuando la tinta aún estaría fresca, apenas salida la edición, en 1605.
“[…] la inclusión de una parte de la edición del último libro de Cervantes -o de toda ella- en aquella primavera de 1605 demuestra convincentemente que tales obras [las publicaciones más recientes] se enviaban habitualmente a las posesiones españolas de ultramar aun antes de ofrecerlas al público metropolitano […]; como en el caso del Quijote muchas veces se sacaban de las prensas [los libros] para llevarlos precipitadamente a Sevilla a fin de que no perdiesen la salida de las flotas anuales”.
Sin embargo, muchos ejemplares del famoso libro cervantino se perdieron durante su traslado de España a las colonias españolas. Seguimos leyendo en Los libros del conquistador, de Irving A. Leonard, que una escuadra de navíos que partió de Sevilla el 15 de mayo de 1605 rumbo al Nuevo Mundo perdió varios galeones cuya carga “probablemente incluía parte de la preciosa primera edición del Quijote”.
Con frecuencia, la suerte en el mar era aciaga. La flota que hizo rumbo a México el 12 de julio de 1605 sufrió naufragios en los que se perdieron ejemplares del Quijote. Aparte de los naufragios, padeció ataques de piratas. Con ello se redujo la cantidad de ejemplares que debió haber llegado al Nuevo Mundo en el mismo año de la publicación de la primera parte del maravilloso libro.
Con esos datos podría pensarse también que fue grande el tiraje de la genial obra de Cervantes, que es cierto lo que Sansón Carrasco le asegura a don Quijote cuando el Caballero de la Triste Figura le pregunta si es verdad que su historia ha sido escrita:
“-Es tan verdad, señor -dijo Sansón-, que tengo para mí que el día de hoy están impresos más de doce mil libros de la tal historia; si no dígalo Portugal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso […]”
