Columnas Social columnas editoriales SOCIALES

Educar es amar

M.E. Daniela Bermúdez Flores

Mi hijo NO es hiperactivo

En México, el 8 por ciento de los niños en edad escolar presenta Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) (Secretaría de Salud, 2016), por lo que resulta frecuente que algún alumno dentro del salón de clases presente TDAH. Por lo tanto, es necesario que padres de familia conozcan experiencias sobre el trato con los niños que muestran el trastorno. El objetivo de este escrito no es otorgar orientación médica, ya que la información es vasta (y puede encontrarse fácilmente), sino narrar una experiencia que propicie la reflexión en los padres de familia sobre la importancia de la detección y atención oportuna.

Iniciaba el ciclo escolar y los padres de familia acudían a entrevista con la educadora. Las madres otorgaban información sobre el proceso de embarazo y desarrollo de sus hijos, pero los datos no arrojaban anomalías. Eso sí, la mayoría de las madres decía: mi hijo es muy inquieto, es hiperactivo. Yo respondía: si no ha ameritado un diagnóstico, entonces usted no sabe lo que es un niño hiperactivo, denotando así la ligereza con que la palabra "hiperactivo" ha sido utilizada.

Con 10 años de experiencia en el aula, he tenido la oportunidad de tratar seis niños con TDAH diagnosticados medicamente, por lo que el "ojo clínico" detecta desde el principio algunos síntomas. En ese año, después de tres semanas de observación, no tenía duda, había en mi salón un niño que requería una evaluación por probable TDAH.

En este caso, era evidente la "súper energía" del menor desde inicio de cursos. Y, aunque los síntomas varían de un niño a otro, él mostraba comportamientos típicos de hiperactividad: interrupción de la clase con sonidos o comentarios fuera de lugar, incontinencia motora, distracción (de él o hacia a sus compañeros), no concluir trabajos (entregarlos rayados o maltratados), comprensión de la clase a pesar de no prestar atención, evadir la mirada al hablarle directamente, no medir peligros, jugar con sus pares arriesgadamente, molestar a sus colegas, mostrar intentos fallidos por portarse "bien", entre otros.

Estas características en el alumno propiciaron un clima tenso en el aula. Los niños iniciaron un rechazo creciente hacia su compañero y mi intervención para evitarlo fue insuficiente. Era momento de informar a la madre. Es importante en este primer encuentro hacerle ver a los padres que el docente ha tratado durante años con alumnos de temperamentos distintos. Y, aunque todos los niños son diferentes, es posible establecer regularidades en patrones de comportamiento.

En este relato, la madre afirmaba que su hijo era "travieso" y que la psicóloga (amiga de su familia) había detectado falta de límites en casa. El TDAH es fácil de confundir con indisciplina, pero había síntomas contundentes en el niño según mi experiencia: el esfuerzo del infante por "comportarse" expresado mediante palabras, su sensibilidad ante las llamadas de atención y su incapacidad para mantenerse en una actividad por más de cinco minutos.

Fue entonces que invité a la señora a pasar un día en el aula. El resultado: una madre con lágrimas en los ojos. Este ejercicio es pertinente cuando los padres son primerizos o tienen poca convivencia con otros menores. En el grupo, había 27 alumnos. La señora se percató como el resto de los niños lograban seguir instrucciones, jugar de manera pacífica y (aunque con espacios de "caos" propios de la edad) un orden mediante mecanismos de control de grupo.

Fue así como la madre accedió a llevarlo al psiquiatra; el diagnóstico confirmó el TDAH. El niño inició tratamiento y su desempeño social y escolar mejoró notablemente sin afectar su "personalidad".

Es difícil para un padre aceptar que su hijo presenta el trastorno, pero aún así es labor del profesor informar las irregularidades detectadas y sensibilizar sobre la imperiosa atención del menor. En cuanto al tratamiento, existe una gran controversia entre lo benéfico o perjudicial de medicar a un niño. Sin embargo, los tutores deben considerar todos los factores que envuelve el TDAH.

Según mi experiencia, es de vital importancia hacer un diagnóstico médico a profundidad y poner en práctica las estrategias necesarias para orientar la energía del infante. Si aún así, el grado de hiperactividad que presenta le impide una vida social-escolar armónica y pone en riesgo su integridad física (incluso su vida) y psicológica (al dañar su autoestima), entonces es pertinente valorar la medicación.

Concluyo con el señalamiento de la doctora María del Pilar Poza, con respecto a las personas con TDAH: Con el tratamiento completo y adecuado, el 100 por ciento de los casos mejora sus relaciones personales, aprovechamiento escolar, tranquilidad y fraternidad, con la posibilidad de que los síntomas desaparezcan a partir de los 25 años de edad (Secretaría de Salud, 2016).

Leer más de Columnas Social

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Social

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1234400

elsiglo.mx