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Educar es amar

Niños de lo urbano a lo rural

Tras cuatro años de enseñar a los niños de tercero de preescolar a practicar con el aro (hula hula) para su presentación de fin de curso, encontré un ejemplo vívido de lo que el medio ambiente influye en el desarrollo de habilidades (o en este caso, destrezas) en los niños.

El primer grupo de preescolar con el que trabajé, pertenecía a un colegio de la zona conurbada de la ciudad de Gómez Palacio, Durango. Sólo trece alumnos participaron en el ejercicio. En un inicio, estaba dudosa si la totalidad del grupo lograría mantener el aro en su cintura por más de 30 segundos antes de la fiesta de fin de curso. Fue el primer niño que sostuvo el instrumento quien motivó a los demás. Poco a poco, cada alumno fue desarrollando la motricidad y ritmo necesarios para mover el hula en sus brazos y cintura por tiempo indeterminado (incluso saltar y caminar con ella en movimiento). Esto implicó aproximadamente un mes de ensayos en la escuela de 45 minutos por semana y lapsos entre cambio de actividad en el salón. También, padres de familia contribuyeron ensayando en casa. Aunque cabe mencionar que algunos tutores desconfiaban e intentaron desanimar el experimento al ver la frustración en los niños que tardaron en alcanzar su objetivo.

Esta misma actividad la llevé a cabo en tres jardines rurales. A diferencia del colegio, en las escuelas públicas cada grupo tenía en promedio 25 alumnos, aún así el tiempo destinado a los ensayos fue similar. La constante en los resultados de los preescolares de campo fue evidente: hubo una notable disminución de tiempo para que los niños dominaran este material deportivo. En los tres preescolares ubicados en ejidos (más o menos cerca de la zona urbana), los alumnos lograron su cometido en aproximadamente unas dos semanas de ensayos.

Pero, ¿a qué se debe la diferencia entre la celeridad del aprendizaje entre un grupo y otro? A continuación, cito las diferencias observadas y también las expresadas por los padres de familia que fueron partícipes del proceso:

1. - Novedad: Fue claro el entusiasmo que mostraron en mayor medida los niños del área rural. No por ello quiero decir que los niños de la zona urbana no hubieran manifestado interés (ya que incluso emplearon la actividad como competencias en la hora de recreo), a lo que me refiero, es la diferente intensidad en su emoción por un objeto o juguete nuevo.

2. - La persecución del objetivo en casa: Los padres expresaron fuerte persistencia por parte de los niños del área rural, quienes ocupaban su tiempo posterior a las tareas o a las comidas para practicar y enseñarle a la familia su nuevo pasatiempo. En el área urbana, también hubo interés, pero las madres señalaban un menor tiempo dedicado al ejercicio debido a otras ocupaciones de los niños.

3. - La exposición a actividades físicas: En los tres ejidos en los que se llevó a cabo el experimento, los niños aún utilizan el exterior de sus casas para jugar con otros infantes. En observación directa y en entrevista con las madres de familia, los menores terminan sus obligaciones para poder salir a jugar (generalmente, en un entorno sin pavimentación, lo que les implica reto para desplazarse). En el preescolar conurbado, los niños concluían sus responsabilidades para poder acceder a una tableta electrónica, un video juego o acompañar a sus madres al supermercado, entre otros lugares (en casos poco frecuentes, realizar actividades que implicaran esfuerzo físico).

Los resultados no son sorprendentes. La consecuencia parece lógica: los niños de áreas rurales desarrollan mayormente sus destrezas físicas. Esto no quiere decir que el niño de la ciudad posea menor capacidad, es simplemente que las experiencias a las que están expuestos y el interés que una actividad de reto corporal puede generar son factores determinantes para su desenvolvimiento físico.

Vivir en un entorno con múltiples distractores y poco propicio para la práctica de actividades al aire libre, no es motivo suficiente para limitar el desarrollo físico de los niños. Su naturaleza les exige movimiento. Por tal motivo, concluyo mi experiencia con tres recomendaciones: a) fomenta el interés y emoción en tu niño por objetos simples, así tendrá que utilizar su imaginación e ingenio para considerarlos interesantes. b) Limítale (en la medida de lo posible) la utilización de la tecnología a una de las tantas actividades de su día (que no se convierta en su motivación o pasatiempo favorito). c) Practica con él ejercicio físico (invierte tiempo en los juegos de la plaza y en retos que impliquen fuerza o coordinación, como brincar la cuerda). Considero que estas sugerencias promoverán además de nuevas destrezas, la formación de hábitos benéficos como la perseverancia y la tolerancia, que sin duda repercutirán en la vida presente y futura de tu hijo.

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  Por: M.E. Daniela Bermúdez Flores

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