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M.E. Daniela Bermúdez Flores

¿Cuándo no son normales las agresiones en preescolar? Un posible acercamiento al bullying

La semana pasada, expuse una situación en la que una alumna de preescolar era blanco de agresiones. La niña mostraba vulnerabilidad y los niños, incluso aquellos de conducta pacífica, la afectaban mediante juegos bruscos o palabras discriminatorias. En este caso, la menor provenía de un entorno familiar violento. En el relato, uno de los niños agresores era "Jesús", quien molestaba a la niña como a cualquiera de sus compañeros, y es de él de quien hablaré en esta ocasión.

Jesús, asistía de manera irregular a la escuela. Si bien, las faltas no eran tan reiterativas como para causar baja, su asistencia era inconstante. El niño se comportaba de forma introvertida al inicio de la jornada, pero generalmente posterior a la primera hora de clase o durante el recreo, comenzaban las denuncias por parte de sus compañeros del aula y de otros grados: desde un gesto o una palabra altisonante hasta un golpe.

Desde la detección, su madre fue citada a una entrevista. Cabe mencionar que el encuentro tuvo que condicionar el ingreso del menor, ya que la señora posponía las citas debido a su horario laboral. Cuando la señora ingresa al aula, denota molestia o enojo. Al comenzar la plática, pude percatarme que la madre minimizaba las conductas violentas del niño y las consideraba normales, ya que su hijo se comportaba igual con su hermana y primos.

No tuve que indagar mucho para darme cuenta de la fuente del problema: el niño era albergado por su abuelita desde la hora de salida de clases hasta las siete de la noche y gran parte del tiempo la pasaba fuera de casa jugando con amigos del poblado, generalmente niños mayores que él. La abuelita argumentaba "no poder con el niño", debido a su comportamiento y a otras ocupaciones de la señora, como el cuidado de otros nietos más pequeños. Su padre lo visitaba cuando mucho una vez por quincena, encuentros que según la madre se convertían en compras y tratos condescendientes.

Era obvio que el niño estaba desatendido y la agresividad era una forma de rebeldía ante su situación familiar. Fueron encuentros constantes con la madre, ya que fue necesario condicionar su ingreso a la presentación de un reporte que validara atención especializada. La madre conforme pasaba el tiempo asumió su responsabilidad y el niño poco a poco fue modificando su conducta. En este caso, la señora pudo reducir su jornada laboral y el tiempo que estaba en casa lo dedicó a la atención de sus hijos. No fue un cambio inmediato, pero si notable.

Esta historia podría ser el inicio de un alumno acosador (bully). Si bien, Jesús no tenía sujetos favoritos de sus agresiones, su conducta afectaba el clima del aula e incluso de la escuela, consiguiendo la atención necesaria de maestros, directivos y padres de familia. Es decir, el niño comenzaba a percatarse del "poder" de sus comportamientos. Con este factor, más la elección de una víctima o victimas (en desventaja física o emocional) a las cuales agredir de manera constante y repetida en presencia de testigos o cómplices, Jesús sería un bully.

Sin embargo, es difícil y poco probable que niños de 3 a 5 años agredan a algún menor de manera intencionada y en complicidad con otros compañeros en lugares recónditos o sin vigilancia. El niño preescolar aún no ha desarrollado las habilidades necesarias para maquilar un plan de acoso de esta magnitud. Por lo que las agresiones que propinaba Jesús a cualquier alumno sin razón suficiente, no podían considerarse bullying. No obstante, eran objeto de atención inmediata tanto Jesús (como posible futuro victimario) como Rita (como posible futura víctima).

Afirmo la poca posibilidad de la existencia del bullying en preescolar ya que "no es ocasional ni debe confundirse con las reacciones espontáneas y aisladas ante un conflicto entre compañeros, con las burlas y juegos rudos… Ciertas características distinguen al acoso escolar de otras formas de violencia entre escolares: se repite y prolonga durante cierto tiempo, es intencional, se realiza lejos de la vista de los adultos o en lugares con poca vigilancia, la víctima se encuentra indefensa, humillada y sometida, y se mantiene gracias a la "ley del silencio", pues no se denuncia" (Secretaría de Educación Pública, 2016).

Para concluir, es conveniente reiterar la necesidad de atención a la conducta de los alumnos desde edades tempranas, tanto como posibles acosadores como posibles acosados, ya que los dos actores son probablemente víctimas de sus circunstancias familiares o sus derechos como niños están siendo infringidos y ambos merecen ser atendidos.

Gracias por tu interés. Si tienes algunas sugerencias o dudas, escríbeme en facebook:/Mtra.DanielaBermudez/.

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