Primero son los hábitos
- ¡Maestra, me parece tan increíble que no sepan recortar! Ni siquiera saben tomar las tijeras, unos las están agarrando con las dos manos, otros no saben que dedos usar para abrir y cerrar, estoy muy sorprendida, no sabía que fuera así (risas).
Son los comentarios de la profesora de inglés de un jardín de niños público cuando presentó una actividad en la que los alumnos de segundo grado de preescolar (de cuatro años de edad), debían recortar un dibujo de una luna. La maestra ha sido docente de primaria y es su primer año en jardín de niños, por lo que no esperaba que el trabajo final fueran trocitos de papel, pedacitos de luna o simplemente papel pellizcado o con "barbitas".
A veces, las educadoras y maestras de educación inicial vivimos tan frecuente el largo proceso de aprendizaje que requiere la apropiación de nuevas facultades del ser humano, que dejamos de sorprendernos ante logros tan complejos como la adaptación de una parte del cuerpo a una posición y movimiento preciso, como lo es en este caso, tomar correctamente las tijeras y recortar siguiendo un contorno. Incluso, graduamos las actividades por dificultad y las implementamos en tiempos específicos al conocer lo que un grupo de preescolar con ciertas características puede lograr en promedio tanto en destrezas (físicas) como en habilidades (procesos de pensamiento).
A lo que voy con esto es que muchas veces los padres de familia, pasado el primer mes de clases, comienzan insistir en el trabajo con letras, e incluso, sugieren a las docentes actividades que sin duda propician su aprendizaje, pero no toman en cuenta las competencias previas que necesita adquirir todo un grupo de alumnos antes de comenzar con este proceso. Lo que llama la atención es la "prisa" de esos padres, quienes seguramente están tomando como referencia a su hijo (a), a quien consideran apto para la complejidad de la lectoescritura, pero la mayoría de las veces ese niño (a) ni siquiera ha adquirido hábitos como prestar atención o esforzarse para concluir consignas, mucho menos habilidades como la observación, comparación, lenguaje fluido o coherente (para su edad), por lo que el trabajo con letras sería inadecuado e inútil.
Así pues, en el preescolar se deben trabajar cuantiosos hábitos, destrezas y habilidades antes de introducir al niño a la codificación y decodificación del alfabeto, siendo los hábitos los primeros y fundamentales a trabajar al inicio del ciclo.
Hábito es un "[m]odo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas (Real Academia de la Lengua Española, 2016), es decir, el hábito debe ser una conducta no razonada y casi automática como respuesta a un trabajo previo y constante. Algunos hábitos que los niños que ingresan al preescolar necesitan mostrar para comenzar con el desarrollo de habilidades de pensamiento complejas son: prestar atención, escuchar, respetar turnos, convivir pacíficamente, cumplir con las consignas hasta su término, participar en las actividades, trabajar de forma ordenada, esfuerzo, respeto de tiempos y espacios, entre otras.
Por ello, estas primeras semanas de clases el tiempo dedicado a la formación de hábitos y respeto del reglamento escolar, no son ni en su más mínima expresión "tiempo perdido", al contrario, son la base para que el niño inserto en un grupo, pueda aprender de una forma natural y placentera. Sin embargo, los hábitos no corresponden únicamente al trabajo en las aulas, la colaboración en casa es indispensable para lograrlos.
En la siguiente semana, expondré algunas sugerencias para la formación de hábitos en los niños. Espérala. Sígueme en facebook:/Mtra.DanielaBermudez/.