¿Cómo introducir a mi hijo en edad preescolar a las matemáticas?
Su hijo pequeño, ¡ya sabe matemáticas! Es lo primero que debe quedar claro. El niño desde edades tempranas comienza a construir nociones matemáticas necesarias para su desarrollo. Un ejemplo es cuando elige la opción que tiene "más" juguetes, dulces o aquello que desea. Aunque éste es un uso incipiente de las matemáticas, el infante ya comenzó a comparar colecciones de acuerdo a cantidades. Es precisamente la cantidad la primer función matemática de la que el niño hace uso, en la cual irá progresando conforme viva experiencias que lo involucren en su utilización (Secretaría de Educación Pública, SEP, 2005).
Cuando el niño reconoce cantidades como muchos, pocos, más o menos, es necesario afinar su habilidad mediante el uso de números. En esta etapa, no es conveniente "enseñarle" el número gráficamente. Lo inicial es que los NECESITE para resolver alguna situación. Aunque el aprendizaje de la serie oral numérica (que repita por ejemplo del 1 al 10 en orden) es importante y generalmente lo logran desde muy pequeños (dicen los números con mamá al ir subiendo escaleras, dicen cuantos años tienen, comienzan una acción al decir 1,2,3, entre otras) eso no significa que el niño ha aprendido a contar ni que necesite usar los números para resolver algún "problema".
Entonces, ¿cómo puedo propiciar que mi hijo comience a usar el conteo o los números? Problematizando acciones de la vida cotidiana "[c]omo propuso el psicólogo ruso Lev Vygotsky, la resolución de problemas es una destreza social aprendida en las interacciones sociales en el contexto de las actividades diarias" (SEP, 2005). Ejemplifico, si usted le dice al niño que trae 6 dulces y le pide ayuda para "darle" (sin mencionar repartir) igual número a él y a su hermano, el niño usará alguna estrategia para resolver su problema. Tal vez dé un montón a uno y a otro sin importarle la cantidad. Usted podrá contar mentalmente y decirle "creo que Toño tiene menos que tú, deben ser iguales porque a los dos les compre el mismo número de dulces". Entonces, tal vez el niño comience a repartir uno a uno o cambie dulces de un lado a otro hasta que por percepción logre igualar las cantidades, incluso si no sabe la serie oral. El niño en ese momento ya está contando, porque va señalando o trasladando uno a uno los dulces para que hagan correspondencia con él o con su hermano. Quizás, para finalizar pueda preguntarle: ¿cuántos le tocaron a cada uno? Allí el niño podrá hacer uso del conocimiento que tiene de la serie oral y podrá contar "uno, dos, tres". Probablemente, en las primeras ocasiones no logre cardinalizar, es decir, saber que la cantidad existente corresponde al último número enunciado (SEP, 2011) y contestará a su pregunta contando otra vez los tres dulces "uno, dos, tres". Aún así, el niño ya ha logrado un aprendizaje significativo al mencionar un solo número por cada objeto.
Esto obviamente no resultará en un intento. Debe ser paciente y repetirlo intencionadamente en distintas ocasiones con circunstancias similares sin saturar al menor.
Otro ejemplo es pedirle ayuda para poner los platos, sillas, servilletas o alguno otro pretexto para que el niño necesite contar. Ejemplifico nuevamente: "hijo, cuántas cucharas te paso para que las acomodes en la mesa porque comeremos tu, tu papá y yo". El niño tal vez dirá "poquitas" o sólo estirará su manita esperando que usted le resuelva el problema de la cantidad. Deberá tener bien presente lo que quiere lograr en el niño e insistir en que usted necesita saber cuántas tiene que pasarle. Tal vez el niño vaya levantando un dedito según el número de sillas y le señale con su manita tres deditos levantados. Esto es avance en un primer momento. Posteriormente, después de este esfuerzo y en otra ocasión, podrá decirle y esos ¿cuántos son? Así propiciará que el niño haga uso de su conocimiento de la serie oral.
Sé que tal vez no encuentre mucha diferencia en lo que usted hace con su hijo en casa y con los ejemplos que estoy brindando. Pero créame que la hay. El hecho de que usted no le otorgue la respuesta desde la consigna (es decir, no le dice qué debe hacer como repartir o contar) permitirá al niño intentar resolver un problema por sus propios métodos, (ensayo y error) fortaleciendo así su pensamiento matemático y otros aprendizajes relacionados con su identidad personal (autoconfianza, autoestima, esfuerzo y perseverancia).
Para concluir, vale la pena reiterar que el aprendizaje de las matemáticas inicia en casa. Compete a la escuela reforzar esos conceptos con situaciones y objetos concretos, desarrollar nociones matemáticas más formales relacionadas con el uso de números, su identificación gráfica y la resolución de cálculos numéricos gráficamente en situaciones que emulen a la realidad.
Espero que la columna haya despertado su interés. Sígueme en facebook:/Mtra.DanielaBermudez/.