No recuerdo en qué momento comenzó la cultura de la SATURACIÓN para los niños: exceso de comida, dulces, juguetes, ropa, decoración, incluso de la familia; todos encima de ellos.
En mis tiempos, era más sencillo ser infante. La emoción consistía en saber que mi madre nos prepararía mole o pastel de carne en el Día del Niño y, si nos portábamos bien, iríamos por un helado o a la dulcería por una caja de chocolates; claro, que además nos daría permiso de desgreñarnos, jugar con lodo, mojarnos a chorros y hacer bromas ingenuas por teléfono por que "acuérdese mamá que hoy es Día del Niño". No recuerdo que mis tíos, abuelos o padrinos llegaran a "adorar al niño"; a cada mamá le bastaba y sobraba con sus hijos para consentirlos en días especiales. Cuando se juntaba toda la chiquillería, era porque entre mas bola de niños, más duraba el entretenimiento que permitía a las mamás (hermanas o comadres) "echarse el chal" y fumarse un cigarrito, olvidándose así un momento del continuo "mamaaa".
Ahora, el niño es el personaje principal, y como centro de atención familiar, recibe todo tipo de ofrendas y más en temporada navideña. Si bien, un juguete resulta conveniente, las exageraciones limitan algunas habilidades que el niño puede desarrollar mediante el juego: atención, imaginación, juego de roles, creatividad, entre otros, ya que el pequeño salta de una novedad a otra perdiendo rápidamente el interés.
Además, el niño, como ser humano en FORMACIÓN, adoptará los sucesos externos como su visión de la realidad, por lo que su inmersión en una cultura festiva puede crear en él una evidente necesidad de recibir y merecer todo tipo de regalos materiales, lo que sin duda tendrá consecuencias adversas para su desenvolvimiento personal y social.
Por lo tanto, como padre de familia no te sientas tranquilo de saturar a tu hijo en esta Navidad de cosas materiales. Siéntete satisfecho cuando le obsequies a tu hijo el mejor regalo: tu TIEMPO. Momentos invaluables para leerle un cuento antes de dormir de manera CONSTANTE, para enseñarlo a andar en bici de forma PACIENTE, para mandarlo desayunado a la escuela de forma SANA, para escucharlo de forma ATENTA, para apoyarlo en sus tareas de modo INTELIGENTE, para corregir sus faltas de manera FIRME.
Con este regalo, será muy dichoso al tener y recordar a sus padres a su lado y sin duda logrará aprendizajes tanto en lo físico como en lo emocional que perdurarán toda su vida.