Son innumerables las muestras de decadencia de la clase política mexicana. Destaca, sin embargo, la falta de sensibilidad ante las carencias y necesidades de los demás. No se dan cuenta -o no quieren hacerlo- de la importancia que tiene tal virtud, sobre todo en un país en el que las mayorías sufren ante la imposibilidad para adquirir los bienes que satisfagan sus necesidades, aún las más básicas.
Pero, a muchos políticos ese tema les importa poco. Por eso, exhiben su derroche de manera impúdica. Ya no se trata siquiera de si los gastos opulentos fueron o no llevados a cabo con dinero público. Es la simple ostentación la que ofende.
Tal pareciera que no les preocupa dar las señales equivocadas; que estuvieran tan convencidos de que las elecciones se ganan con dinero y que con los únicos con los que conviene quedar bien es con aquellos que están dispuestos a asociarse en contubernio para sacar las riquezas del erario.
Pero, la clase política mexicana no sólo es corrupta también es grosera en sus hábitos de consumo. Son, como se decía antes: "como los nuevos ricos", que al no apreciar el valor de la riqueza y el trabajo que cuesta generarla la despilfarran sin consideración alguna.
Ya se ha dicho en otras ocasiones: "el modelo económico mexicano tiende cada vez más a parecerse a un capitalismo de amigos, en donde aquellos que se reúnen para festejar disponen alegremente de las riquezas del país, sumiendo en su condición de miseria a la mayoría de los mexicanos.
La pregunta que queda es hasta dónde la sociedad va a soportar todo ese derroche de riqueza que ejercen los políticos y los gobernantes. Queda claro que los mecanismos de transparencia no son suficientes para detener el mal uso del recurso público. Los corruptos siempre encuentran la manera de darle la vuelta a las leyes; las hacen a sabiendas de que han dejado huecos por dónde se pueden meter para burlar a la ciudadanía y seguirla empobreciendo.
No tienen límites. Lo mismo para promocionarse anticipadamente en actos que claramente son de campaña, pero que disfrazan de informes o de entrevistas en medios "patito"; que para festejar con otros sus logros o las fechas relevantes para sus vidas. Y que lo hacen de manera burda y vulgar. Ya sin encubrirse ni cultivar, en ellos, siquiera, el arte de despilfarrar.
En todo caso, buscan congraciarse con las élites poderosas que deciden los destinos del país a punta de dinero mal habido, símbolo del poco amor que por este México nuestro que consideran que es sólo suyo.