El camino hacia el arte

Estar frente a una obra de arte es una experiencia singular independientemente de la forma en que ésta se presente, existe una disposición del ambiente que encierra al espectador y lo pone en contacto directo con el autor.

Este tipo de experiencias va más allá de la mera percepción de imágenes o sonidos podría comprenderse como la interacción de dos personas, pero a un nivel muy profundo, pese a que jamás hayan estado frente a frente, éste se entiende mediante la expresión de emociones y deseos plasmados que luego serán interpretados con la carga emocional del espectador.

Quizá por ello la fascinación que se desprende al permitirnos ser impactados por una obra de arte, entrar en comunicación con aquello que nutrió al artista y nos permite imaginar -hasta cierto punto- como fue el desarrollo de esa obra hasta ser aquello que podemos apreciar con cercanía.

La dinámica que se forma entre el autor y los espectadores es abordada por J. D. Nasio, psicoanalista argentino que entrelaza la teoría de Lacan con una perspectiva personal orientada a la creación artística y como ésta funge como una herramienta para trabajar aquellos conflictos -que de manera inconsciente- influyen en la obra y son también medios por los cuales se pretende dar salida al impulso que mueve dicho conflicto. En términos técnicos este proceso creativo que es catalizado por los impulsos es llamado sublimación, que básicamente es emplear esa energía con para crear un fin superior.

Sin embargo, Nasio argumenta que este proceso no termina en la relación que el autor tiene con su obra, afirma que al ser objeto de la percepción por parte de algún tercero este entra de forma activa en la relación artista-obra-espectador.

Durante el proceso ocurren dos cosas importantes; la primera refiere a entrar en un estado semejante al de la hipnosis que se asemeja al estado en el que se encuentra el autor cuando está realizando la obra y el segundo es un efecto que despierta en el espectador el deseo de crear algo -es irrelevante si éste es artista o no- de forma que hay una conexión entre las motivaciones más profundas de ambos que derivan en comentarios como "De tan sólo verlo hasta me dan ganas de pintar, cantar, bailar, o tocar algún instrumento", ahí está actuando el deseo creador que traspasa tiempo y personas.

En su libro "Arte y psicoanálisis" (2016) Nasio contrasta como este efecto creador puede ocurrir de artista a artista y toma de ejemplo el retrato que hizo Velázquez del papa Inocencio X y el cuadro de Francis Bacon "Cabeza VI". El ejercicio que plantea de crear una especie de línea del tiempo con estas obras se puede pasar a otros casos, podemos citar las influencias de las pinturas de campesinos de Millet y los de Van Gogh.

Pero la relevancia de este punto no se queda únicamente en lo que se puede observar en estos artistas, también expone que ese despertar creador del espectador puede manifestarse en diversas acciones no sólo expresiones artísticas, la creatividad es diversa y de esa manera funciona esta dinámica. De esta manera, el conmoverse con algún tipo de arte no solamente nos refiere a la empatía que conecta con el autor, también nos pone más de cerca con nosotros mismos ¿Por qué entonces somos más sensibles con unas obras que con otras? Quizá eso que se encuentra en los profundo de nuestro ser coincide con lo del autor y generamos un vínculo creador al entrar en contacto con ese estímulo.