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El cerebro adicto

Anatomía de la adicción, las neuronas y el sistema de recompensa

Foto: Archivo Nuevo

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ÁNGEL MERÉ

Actualmente los adolescentes están expuestos dentro de sus entornos más próximos a factores que los predisponen hacia el uso esporádico y experimental de drogas, con una alta probabilidad de iniciarse en alguna adicción.

El consumo de drogas es una de las grandes preocupaciones de todos los padres con hijos que se hayan en plena adolescencia, etapa compleja y crítica de la vida en la que se desencadenan cambios importantes en la personalidad y en la que resultan decisivas las amistades, proyectos y actividades que el joven lleve a cabo durante su tiempo libre.

Luis comenzó a consumir alcohol a los 14 años de edad con un grupo de amigos de su colonia, lo hacían cada 15 días en alguna fiesta, después cada semana en alguna casa. En esa misma época comenzaron también a fumar tabaco, una cajetilla de 20 cigarros para todos. A los 16 Luis ya había probado la marihuana y las tachas, mismas que eran facilitadas por su círculo de conocidos al principio cada cuatro o seis meses, después cada mes en algún rave o concierto, y así fue aumentando el consumo hasta que este llegó a ser diario, incluso antes de cumplir con sus responsabilidades.

Por curiosidad, él y sus amigos probaron la cocaína, el LSD, las benzodiazepinas, el peyote, el cristal y uno que otro solvente, esto sólo para experimentar cosas nuevas.

Hoy, después de 11 años, sigue enganchado a estos vicios. El consumo de este tipo de sustancias pasó a formar parte de su vida, es adicto y ha creado una necesidad hacia determinadas sustancias caracterizada por el abuso y la dependencia. Todo esto le produce regularmente algunos problemas físicos, familiares, laborales y sociales.

Sus problemas de dependencia lo han llevado a propiciar violentas peleas intrafamiliares e incluso a perder su trabajo como maestro de una universidad. La negación es su principal salida y suele tener la falsa idea de control sobre su adicción.

Los adictos suelen padecer una amplia gama de trastornos psicológicos, como un estado de ánimo negativo e irritable, actitudes defensivas, pérdida de autoestima e intensos sentimientos de culpa. La adicción suele presentar algunos síntomas físicos que incluyen trastornos del apetito, úlcera, insomnio y fatiga, además de los trastornos físicos y enfermedades provocadas por cada sustancia en particular.

Los jóvenes son los más vulnerables a consumir algún tipo de droga y por ende desarrollar adicción, lo cual representa un problema de salud pública.

La mayoría de las conductas adictivas tienen su origen en la adolescencia ya que en esta etapa no están ajustados los sistemas de recompensa, a esta edad las persona son más vulnerables a alguna adicción debido a las diferencias de la amígdala cerebral, una región crítica para la regulación social, cognitiva, emocional y comportamental, señala Verónica Guerrero Mothelet en un artículo divulgado en ¿Cómo ves?, una revista científica de la UNAM.

RADIOGRAFÍA DEL CONSUMO

La Encuesta Nacional de Adicciones (ENA), es el resultado de un esfuerzo conjunto entre la Secretaría de Salud (SS), y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) con el propósito de generar información epidemiológica que facilite el estudio del consumo del tabaco, alcohol y otras drogas y permita conocer la magnitud del problema.

El 65 por ciento de los adolescentes entre 12 y 18 años de edad se declaran consumidores de bebidas alcohólicas según este estudio. Las drogas más consumidas por los adolescentes en la actualidad son el alcohol y el tabaco, sustancias con las que por lo general se tiene un primer contacto a los 13 años de edad. Les sigue la cannabis, cuya edad media de inicio de consumo se sitúa en los 15 años. A partir de esa edad se inician los contactos con otras drogas como la cocaína, éxtasis o el LSD. Y entre los 18 y los 21 años es cuando se produce un consumo más frecuente y abundante de drogas tanto legales como ilegales.

Las adicciones suelen encaminar a los jóvenes hacia estilos de vida riesgosos, conductas y eventos que tienen que ver con el manejo de la sexualidad, de la agresión, del uso del tiempo libre y de ciertos actos antisociales presentes en un alto porcentaje de niños, niñas, preadolescentes, adolescentes y jóvenes. Este asunto afecta los índices educativos, entre otras consecuencias, y esto puede ser el inicio de adolescentes delincuentes. Es ante este panorama que cobra importancia la intervención preventiva.

EL ABC DEL CEREBRO ADICTO

Cualquier cosa que usemos para manipular el cerebro puede acabar siendo muy adictivo, aunque de entrada cause mucho placer con el tiempo puede alterar los circuitos y los receptores de los neurotransmisores que nos hacen sentir bien por lo que una persona necesita cada vez más estimulación para conseguir el mismo nivel de placer y esa es la base de la adicción.

Natalia López Moratalla, presidenta de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica, menciona que ante una situación placentera las neuronas del núcleo accumbens, reciben dopamina, mientras la amígdala evalúa la recompensa prevista. La corteza prefrontal procesa la información, compara opciones y decide libremente la respuesta, actuando finalmente de una manera u otra.

El consumo crónico de drogas, alcohol y tabaco se apropian del sistema de recompensa, todas estas sustancias rompen el equilibrio de la dopamina, aumentando la concentración de dopamina en el espacio de la sinapsis o prolongando el tiempo que permanece antes de ser capturada.

La nicotina estimula directamente las neuronas productoras de dopamina. En cambio la cannabis impide la liberación del inhibidor de dopamina GABA. El éxtasis estimula la descarga de serotonina que influye sobre el estado de ánimo, la energía y las emociones. El impacto del alcohol en el cerebro del adolescente es significativo porque hasta los 22 o 23 años el cerebro todavía está en desarrollo. Las bebidas alcohólicas contienen etanol, una sustancia adictiva, su efecto es múltiple; ralentiza el sistema nervioso central, desinhibe y nos dificulta hablar, movernos y pensar.

En el caso del consumo de éxtasis además se destruyen literalmente las neuronas, al romperse en trozos llamados cuerpos apoptóticos.

El consumo crónico de cocaína, alcohol u opiáceos disminuyen además los receptores de la dopamina, que permanecen en niveles bajos incluso después de un año de consumo. De ahí que disminuyen paulatinamente los efectos placenteros de la droga y se crea la necesidad de una mayor cantidad para conseguir el mismo efecto. Se explica así la compulsividad asociada al síndrome de la abstinencia.

JOVEN CON SENTIDO, PREVENCIÓN DE RIESGOS

En una etapa de la vida tan crítica como es la adolescencia es importante que los jóvenes tengan alternativas de ocio seguras y que los mantengan alejados de los estupefacientes. El deporte es una importante herramienta de trabajo físico, de formación, de transmisión de valores y también de diversión.

La teoría del desarrollo psicosocial de Erik Erikson explica los estadios psicosociales y menciona que si logramos negociar con éxito esta etapa, tendremos la virtud que el psicólogo alemán en sus estadios llama ‘fidelidad’. La fidelidad implica lealtad, o la habilidad para vivir de acuerdo con los estándares de la sociedad a pesar de sus imperfecciones, faltas e inconsistencias.

Un adolescente con pocas habilidades de solución de problemas experimentará continuas situaciones de fracaso en obtener lo que desea, generando sentimientos de agresividad que le llevan a la vía inadecuada para obtener sus objetivos. Es muy importante que los adolescentes adquieran “herramientas” y procedimientos para afrontar las condiciones de vida que se les presentan y que vayan asumiendo valores que se traduzcan en actitudes y hábitos de convivencia.

El psicólogo humanista Carl Rogers menciona que sólo cuando las personas se aceptan a sí mismas como son, son capaces de cambiar. Aceptarse a uno mismo es clave para gestionar las emociones que activan las partes del cerebro más reactivas, aquellas que nos hacen vulnerables a la búsqueda de estrategias de huida o soluciones a corto plazo como las drogas.

Lo que podemos cambiar son nuestras percepciones, las cuales tienen el efecto de cambiar todo. Hay que cambiar pensamientos, conductas, hay que propiciar nuevas emociones para dar forma a nuestra realidad, para interiorizar la existencia de normas así como elevadas competencias personales y morales caracterizadas por una mayor autoestima, un mayor bienestar emocional y un ajuste más positivo.

Sentir nos da valor, nos impulsa a dar lo mejor, todos los días son importantes y únicos, hay que ser conscientes y tener la sensibilidad para valorar cada instante en nuestra vida. Aceptar que se está aquí para cumplir un propósito, identificarlo y ponerse en acción para conseguirlo le da sentido a la existencia.

Olvidarse de las excusas, que no sirven de nada, y considerar la salud mental y física como un pilar fundamental para poder desarrollar todo nuestro potencial humano ampliará nuestras oportunidades de crecer. Hay que atreverse ya que pocas veces tenemos la oportunidad de trascender, replantear los ideales y enfocarnos en cumplir metas. El momento es ahora, hay que vivirlo.

Correo-e: angelmere18@hotmail.com

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