— Sir Winston Churchill
CASO MÉXICO…
Primero perdió movilidad en un brazo, luego en el otro, después fueron las piernas. Se apoyaba de un bastón, posteriormente por aparatos ortopédicos. A sus íntimos les dolía ver así a uno de los hombres más queridos y populares de la historia moderna del país.
Terminó en estado vegetal, sin poder pronunciar palabra alguna. Muy penoso para quien había sido, pocos años antes, un orador excepcional, bien parecido y tremendamente carismático. El pueblo lo adoraba. Aquejado por múltiples aneurismas, el personaje que al asumir la candidatura presidencial juró hacer entrega total de su vida a México, moría demasiado tarde. Ese fue Don Adolfo López Mateos.
Durante el sexenio, las devastadoras migrañas eran cosa habitual en el presidente. Se sabe a ciencia cierta que junto a su despacho, en Palacio Nacional, existía una habitación a prueba de ruidos donde el mandatario huía del mundo hasta que pasaran los dolores de cabeza.
Sus cercanos, Humberto Romero y Justo Sierra Cassús, siempre traían consigo aspirinas por si el jefe les pedía alguna. De ahí que desde el principio del gobierno, la conducción política del país quedara en manos de Gustavo Díaz Ordaz, el poderoso secretario de Gobernación que a la poste sucedió a Don Adolfo en la presidencia.
Pero aquellos eran tiempos de secrecía, con medios de comunicación menos invasivos y, por supuesto, sin teléfonos inteligentes ni redes sociales. De enfermedades presidenciales no se habló gran cosa hasta que cuarenta años después, Vicente Fox hizo del dominio público su operación de columna.
Enrique Peña Nieto ha entrado (que sepamos) dos veces al hospital: una para extirparle un nódulo en la tiroides y posteriormente la vesícula. Aunque mucho se especula sobre la evidente baja de peso del presidente, Los Pinos niega que el titular del Ejecutivo esté enfermo de algo más.
La legislación mexicana en materia de transparencia sitúa al estado de salud de los mandatarios en el ámbito de lo privado, y en ningún momento los obliga a dar detalle de su condición médica. Se trata, entonces, de una decisión estrictamente personal el avisar o no al país de una posible intervención quirúrgica o malestar.
Y EN ESTADOS UNIDOS…
Su desvanecimiento frente a las cámaras de un aficionado, coloca a Hillary Clinton como el tema de la semana. Y es que no es sólo el que se encuentre aquejada por un cuadro de neumonía lo que preocupa, sino el hecho de que lo haya ocultado como al parecer lo hizo también con información alusiva a los correos electrónicos cuando era secretaria de Estado.
No es que esté mal que Clinton se enferme, a muchos les pasa. Lo preocupante es que sustenta y valida la idea -equivocada o no- de que la dupla, Bill y Hillary, han vivido y gobernado en el limbo entre lo legal y lo no legal, y que son proclives al ocultamiento de información que los norteamericanos consideran como esencial y del dominio público.
En lo que han sido días negros para su campaña -con todo y caída en los mercados bursátiles y la paridad peso/dólar gracias al desmayo- el tema de la salud ocupa el centro de la agenda. Ninguno de los dos candidatos son precisamente jóvenes pero Donald Trump, con setenta años a cuestas, declara sentirse fantástico y en plena forma. Imagino que la reciente invitación del Gobierno de México y su anhelo por un podio que lo hiciera verse presidencial, es algo que trae al republicano muy contento y acercándose peligrosamente a Clinton en el marco de una contienda cuyo final anticipamos de fotografía.
Y sí, el tema de la salud tendrá mucho que ver en el desenlace de esta historia. Más vale que Clinton esté preparada, sana y lista para el inicio de los debates presidenciales; el primero de ellos será este próximo lunes. Si no logra proyectar una imagen de vigor y temple absoluto, podría escapársele el sueño de llegar a la Casa Blanca. De ese tamaño.
¿PERO QUÉ NECESIDAD?
“Los antibióticos pueden curar la neumonía ¿Cuál es la cura para una insana afición por una privacidad que repetidamente crea problemas innecesarios?” preguntó vía Twitter uno de los ex estrategas políticos de Barack Obama, en alusión a la falta de transparencia en la campaña de Hillary Clinton tras de su desmayo.
Yo también me lo pregunto.
Nos leemos en Twitter y nos vemos por Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto