El eterno retorno
“Es tan real nuestro amor que no podemos vivir el uno del otro. Nos hemos separado infinidad de veces y después nos buscamos para seguir con nuestro amor, nuestro 'indestructible' amor. En sus noches de soledad él me extraña y en las mías yo añoro su presencia. Nunca había sentido algo así. Esto es verdadero y jamás nos podremos separar. Esto es amor, esto es…”, Dependencia total, de acuerdo a los especialistas.
Todos hemos conocido parejas “intensas”, esas que no pueden vivir el uno sin el otro, pero al estar juntos no llevan la mejor relación. 'Cortan' una y otra vez y regresan, siempre regresan. Esas parejas creen equivocadamente que se trata de 'amor del bueno' y siguen así durante muchos años, en un ciclo que parece no tener fin, en una relación desgastante que sólo genera malestar. Pero, ¿cómo detectar que estamos inmersos en una relación así sin que los pensamientos nos engañen y nos hagan creer en la idílica novela rosa?. El momento del fin es el inicio para darse cuenta.
Individuos ante todo
“Hay algo muy cierto: en una relación de pareja, tú no vas a perder tu independencia ni tu individualidad, y no vas a dejar de ser lo que eres”, explica la licenciada Jessica Casillas, psicoterapeuta, especialista en psicología educativa, especial y sexología. “Hay relaciones en las que existe una codependencia o dependencia tal que dejas de ser y tu vida gira alrededor de la otra persona. Yo me fijo en parejas que no conciben la vida sin la presencia del otro, todo está forjado alrededor de ella, entonces cuando esta persona se va, no saben qué hacer con su vida”. La licenciada explica que en estos casos hay un apego insano y cuando se presenta una separación se forma un vacío, que no saben con qué llenar. “Empiezas a comer, a beber en exceso, o te metes de lleno al trabajo… son muy pocas las personas que tratan de canalizar la situación con algo positivo, se van por lo negativo. Aparte los medios sociales lo fomentan con la típica escena de la mujer abandonada, tirada en un sillón y comiéndose un litro de nieve para superar un rompimiento”.
Como persona es importante tener el propio espacio, salir con amigos, visitar a los parientes y hacer otras actividades que nos agradan sin culpa, pues no es necesario dejar de hacerlas para complacer al otro. “Hay un libro de Kate Bolick, que se llama 'Solterona', y habla de cómo la sociedad nos ha vendido la idea de que tenemos que llegar a formar una pareja, vivir en un estado físico juntos porque es lo ideal y es la forma como puedes valer como persona, pero no, la pareja debe tener la libertad de poder ir y venir con confianza absoluta, sin depender el uno del otro'.
Para la licenciada es importante destacar que el deseo no es apego porque querer algo con todas las fuerzas no es malo, pero convertirlo en imprescindible sí. “Hay un síndrome de abstinencia en esas parejas que regresan una y otra vez, hay apego y el apego es lo peor, porque desgasta y enferma, somete, deprime, genera estrés, asusta y acaba con todo residuo de humanidad posible”.
Pero, ¿qué factores generan esos apegos? Estos son algunos de ellos.
Zona de confort
“'Andale, regresa, voy a cambiar… ya no se va a repetir…' Tres meses a lo más la persona va a mostrar el lado ideal para luego volver a la costumbre de hacer lo mismo”, señala la psicóloga.
¿Por qué regresar con la misma persona una y otra vez? “La persona no elige una relación con otra persona porque implica un riesgo, “más vale malo por conocido que bueno por conocer'. Es la zona de confort, que nos hace quedarnos y buscar a la misma persona aunque sea una relación desagradable. No hago un cambio porque no conozco a los demás. Además, si consigo una nueva pareja voy a actuar con ella buscando características de la anterior”.
En esta situación, es importante sentarse a pensar que está pasando para estar emitiendo esos mensajes de que se necesita a una pareja con esas características negativas. “Si ya has tenido dos o tres relaciones iguales, es importante buscar a un profesional, pues en algo estás haciendo 'clic' que estás embonando con ese tipo de personas, y es muy difícil darse cuenta por uno mismo. Dice Freud 'las patologías se complementan', y en efecto, hay un 'clic' de carencia en el uno y en el otro que es el que está haciendo esta 'famosa química' en la que están embonando”.
La licenciada destaca que no se trata de 'amor romántico'. “A veces sucede que se muere la relación de pareja y estoy enamorada del recuerdo inicial, quiero volver a tenerlo, pero esa persona ya no existe, regreso con esa persona porque me unen los recuerdos del primer enamoramiento y quiero volver a revivirlo, es un círculo vicioso y debes sentarte, analizar qué está pasando, aceptarlo e ir con un especialista para que te ayude a ver objetivamente la situación”.
Baja autoestima
El factor de la baja autoestima también es clave en este tipo de relaciones, pues la dignidad de la persona queda completamente anulada. “Hay mucho miedo de estar solo y si yo tengo un bajo nivel de autoestima, no importa el costo que deba pagar con tal de no perder a la pareja, porque tengo mucho miedo a la soledad, soy muy inseguro, ¿quien se va a fijar en mí?, además el estado ideal para la sociedad es estar en pareja y tener hijos. Si yo tengo esta persona yo valgo a través de ella”.
Las personas que se enlazan en una relación conflictiva de pareja tienden a tener graves problemas de autoestima, pero también puede darse el caso que una de las partes posee una pobre estima, mientras que la otra es más autosuficiente. “En ese caso, la persona con baja autoestima va a estar devaluando y degradando a su pareja hasta hacerle creer que vale menos, que de verdad no merece muchas cosas, para así estar al mismo nivel y poderla manipular”, señala la licenciada y agrega que es importante darse cuenta y no permitirlo. “Las personas seguras no se dejan manipular, pero las que sí traen todo un patrón de bajo concepto, de bajo nivel de autoestima, quedan a expensas de otra persona que va a abusar física y psicológicamente de ellas”.
Patrones de casa
Si la relación entre los padres no ha sido la más adecuada, si hay una historia de divorcio paterno, separación o graves conflictos familiares, la tendencia a buscar una relación conflictiva también se acentuará. “Voy a tratar de repetirla y de confirmarme mi fantasía o mi expectativa en base a lo que yo tengo en casa, sin embargo hay un mínimo porcentaje de hombres y mujeres que dicen 'no, yo quiero algo diferente y voy a trabajar para conseguir la contraparte, una relación más satisfactoria'.”
El momento del adiós
Cuando llega el fin de la relación, antes de querer correr hasta donde está la ex pareja para intentar regresar, es importante hacer una pausa y analizar qué es lo que está sucediendo y hasta dónde se pretende llegar con esa relación, además de acudir con un especialista en psicología. “Hay veces que las parejas se resisten a ir a terapia, pero si tú lo has decidido y quieres tener un crecimiento personal, debes acudir, no importa que el otro no vaya. El problema es que nos han enseñado que en el momento de emparentar tengo que ser tan empático con el de enfrente que ¿cómo lo voy a hacer yo solo? Y siento culpa por dejar al otro atrás”.
La psicóloga nos cuenta como existen casos de personas que buscan la ayuda de un especialista y luego dejan de ir, pues no obtienen lo que buscan en esas citas. “Hay gente que quiere que le refuercen que su pareja es la persona ideal para ellos y dejo de ir a terapia porque lo que veo no me gusta, no me gusta darme cuenta que estoy siendo violentado, menospreciado o que estoy permitiendo sufrimiento”
Hay que analizar también dónde está el punto de poder, hay veces que influye el hecho de no ser solventes económicamente, la inseguridad, las carencias afectivas o la autoestima para no dejar a la pareja. Una parte del proceso para superar este tipo de relaciones es reconocer quién tiene el poder y si está en la pareja, recuperarlo. “Yo se lo digo a muchas mujeres que son violentadas: 'tú le diste a tu pareja el poder sobre ti y quitarlo va estar muy difícil. Él no va a ceder, pues es su mejor arma para chantajearte, manipularte y controlarte. Aunque estés enamorada, el poder se queda contigo'.
La psicóloga finaliza: “No podemos vivir sin afecto, nadie puede hacerlo pero sí podemos amar sin esclavizarnos. Una cosa es defender el lazo afectivo y otra muy distinta, ahorcarse con él, el desapego es más que una elección y dice a gritos: el amor es ausencia de miedos”.
Duelo
El duelo tras la separación de la pareja, debe ser mínimo de 6 meses para sanar mental, emocional, físicamente. Estas son tres etapas importantes para recuperarse.
1.- Depresión. Se caracteriza por el sufrimiento debido a la separación. En ella es recomendable desahogarse, solo o con personas cercanas, ya sea amigos o familiares.
2.- Ilusión. Hay nostalgia, aún está presente el apego y la ilusión de regresar con la pareja. Se trata de una etapa para confirmar que necesito a la pareja y es la más peligrosa, pues todos los que deciden regresar sólo llegan hasta ella. Es preciso analizar la relación de manera objetiva, por ello se recomienda la ayuda de un especialista.
3.- Recuperación. Es un tiempo de sanación y reconciliación, en el que no es aconsejable tener pareja. Es necesario un acercamiento consigo mismo y preguntarse: ¿Qué es lo que quiero?, ¿qué perdí que quiero recuperar? Se debe considerar esta etapa como un nuevo viaje, una nueva aventura y escoger bien qué es lo que voy a 'llevar en la maleta', qué es lo que no me sirve y no tengo qué cargarlo para ser feliz.
Un buen ejercicio
La psicóloga propone un ejercicio muy efectivo para salir de patrones de relación destructivos. Consiste en escribir en una hoja todas las características que se desean en una pareja, tanto físicas, como emocionales, culturales, etc. Esa hoja debe pegarse cerca de la cama para que sea lo primero que se ve al despertar y leerla todos los días, para tratar de romper patrones y buscar a la pareja ideal, hacerse a la idea de que se tiene que encontrar a esa persona. “Cada vez que conozcas a una posible pareja, analiza qué tanto cumple con ese perfil. Si cubre con el 60 o el 70% de las características, vale el riesgo. Eso sí, es posible negociar contigo misma, sobre todo si no cumple con las características físicas, pero en aspectos de la personalidad, hay que ser fieles a lo que escribimos”, señala la especialista.
“Si ya has tenido dos o tres relaciones iguales, es importante buscar a un profesional, pues en algo estás haciendo 'clic' que estás embonando con ese tipo de personas, y es muy difícil darse cuenta por uno mismo”.
Jessica Casillas,
psicoterapeuta, especialista en psicología educativa, especial y sexología.