Foto: Archivo Siglo Nuevo
Una sexualidad plena requiere vencer ciertas barreras que impiden que las personas gocen y se diviertan con el sexo. Bajo esta premisa trabajan los terapeutas sexuales, quienes aunque tienen claro el papel del juego en las relaciones íntimas aún debaten si es recomendable echar mano de juegos y juguetes sexuales o no.
La vida sexual de la pareja puede verse afectada por la rutina íntima, las presiones del diario vivir, las enfermedades, los prejuicios trasmitidos de una generación a otra y las experiencias que cada uno va acumulando en su existencia.
El propósito de la terapia sexual es rescatar la posibilidad de una vida sexual entretenida, gozosa, divertida y sobre todo excitante, al gusto y forma de cada pareja o individuo consultante.
Sin pretender imponer normas de normalidad o anormalidad a los usuarios de un servicio de terapia sexual, existen lineamientos científicos aceptados por la Organización Mundial de la Salud, la Asociación Psiquiátrica Americana y múltiples agrupaciones sexológicas del mundo.
El terapeuta sexual se enfrenta diariamente al dilema de establecer diagnósticos de sexualidad relacional, consigo mismo o una pareja, así como en relaciones poligámicas.
Quien acude a terapia sexual ya agotó sus propias posibilidades de cura o arreglo, se encuentra agobiado por sentimientos contradictorios, comúnmente resentimiento, culpa, vergüenza. Con esta mezcla afectiva dispar va a trabajar el terapeuta sexual, que como carrera de origen puede ser un practicante de medicina o psicología.
La terapia sexual no sólo involucra la resolución de una disfunción sexual, sino que plantea en muchas ocasiones un cambio de mentalidad respecto a lo que se piensa y siente sobre el rol sexual que cubren hombres y mujeres.
ROMPIENDO PARADIGMAS
El reto más grande que debe enfrentar el terapeuta sexual es la inercia de sus pacientes, esa poderosa fuerza que encubre a la costumbre de un mal vivir la sexualidad, solo o en pareja.
Quien confía en el terapeuta sexual necesita sentirse en derrota ante la sexualidad y con la imperiosa necesidad de ser ayudado. Un poderoso freno para recibir ayuda es cada una de las creencias con que se llega a terapia.
Muchas veces la sola mención sobre alguna parte de su cuerpo le genera vergüenza al paciente, otras veces la suspicacia hace desconfiar del terapeuta, quien debe escarbar en la dinámica mental para exponer las falsas ideas o mitos sobre la sexualidad que orillan a vivir una sexualidad mediocre, limitada o incompleta.
Si este proceso es aceptado y tolerado entonces nace la probabilidad del cambio, ese momento único que puede trasformar la ruta de vida sexual del consultante.
¿USTEDES JUEGAN?
El terapeuta plantea algunas preguntas inocentes: “¿Juegan al sexo? ¿Se divierten?”. Las respuestas comunes niegan esa posibilidad y van desde la negativa franca, directa, hasta la que encubre la verdad: sólo tienen sexo, insatisfactorio y pobre.
Quitarse la ropa, exhibirse frente al otro, tocarse mutuamente, reír, disfrutar, gozar, incrementar la temperatura corporal, sudar, gemir y obtener un placer único, personal y compartido, es sin duda el propósito del encuentro amatorio. No debe ser un acto formal, silencioso, solemne.
EROTISMO COMO JUEGO TERAPÉUTICO
Con propósitos divertidos, jocosos, el terapeuta invita al consultante o consultantes a que se permitan descubrir nuevos roles rompiendo con la inercia, lo trillado, lo conocido. Les hace ver que cada sentido con el que cuentan es capaz de provocar nuevas emociones e incrementar su excitación sexual.
El cosquilleo de una pluma sobre la piel, la vibración sobre el glande del pene o el clítoris, lamer, chupar, succionar. Cada probabilidad puede ser estimulada, si en realidad se quiere mejorar el desempeño y satisfacción sexual.
No existe un patrón predeterminado de juegos eróticos. El uso de lencería fina que enmarque la anatomía de hombres o mujeres, la aplicación de aceites corporales con perfumes provocadores del estimulo sexual contribuirán a que estas prácticas sean más estimulantes.
El sentido de la vista es el más utilizado para conocer al otro, atisbando en cada rincón corporal; el tacto permite el reconocimiento de texturas, temperaturas y respuestas de excitación propia y del otro.
La explotación de olores en cada región del cuerpo puede llegar a zonas pudorosas o prohibidas y los juegos otorgan permisos para poder hacerlo.
La boca, órgano dotado de capacidades insospechadas puede detectar sabores corporales y distinguirlos aún en la oscuridad más cerrada.
Dar la oportunidad al sentido del oído en los sonidos del sexo es otra alternativa erótica utilizada en la terapia sexual.
JUGUETES SEXUALES
Cada cultura presume juguetes sexuales que van desde dildos (objetos con forma de pene) vibradores, arneses con penes artificiales, objetos para penetrar el ano, la vagina. Todos estos artilugios fueron elaborados usando técnicas cada vez más similares a la respuesta sexual humana.
Los juguetes sexuales llamados tradicionales son los penes y dildos con o sin vibrador incluido, los juguetes sexuales modernos ya no parecen ni se asemejan a una vagina o pene, están elaborados con vibración y movimientos que estimulan áreas genitales, anales, corporales, imitando el contacto corporal de otro ser humano y son elaborados con materiales amables al contacto, lavables e higiénicos.
Pueden ser utilizados en la soledad de la recámara o cuarto de baño o compartirse con la pareja. Los hay para sostener la erección o sustituirla, y ofrecen al hombre una alternativa ante la disfunción eréctil.
ULTRAMODERNISMO TERAPÉUTICO SEXUAL
En la terapia sexual convencional se utilizan poco, ya que las técnicas propuestas por Masters y Johnson siguen vigentes y la focalización sensorial no incluye el uso de objetos o juguetes sexuales, sino el contacto físico natural.
Los terapeutas sexuales que implementan el uso de juguetes u objetos estimuladores del placer sexual capacitan a sus consultantes en el uso de estos artefactos. Les hacen ver que son apoyos para lograr la respuesta sexual, pero que no sustituyen la relación humana.
Quien decide vivir su sexualidad a solas puede encontrar en los juguetes sexuales una manera amable de autocomplacencia.
Las parejas que buscan rescatar, mejorar o incrementar el placer sexual compartido pueden obtenerlo apoyando su terapia sexual con el uso de juguetes estimuladores del placer sexual.
www.sexologosilvestrefaya.com
