¿Qué conduce a un ser humano a equivocarse sistemáticamente? Una posible razón sería la torpeza; otra, la mala voluntad; también podría tratarse de la mala suerte; o incluso de la conveniencia. Aunque sin duda debe haber errores de las autoridades mexicanas, atribuibles a todas esas causas, estoy convencido de que la mayor parte de las equivocaciones de nuestros gobiernos son movidos por el negocio.
No se puede ser tan estúpido, por ejemplo, como para creer que se contribuye con el mejoramiento de la educación si se compran y reparten miles de dispositivos tipo tablet entre niños de quinto grado de primaria. Y es que, para que el potencial educativo de esos aparatos pudiera ser aprovechado, se necesitaba toda una infraestructura conceptual, humana y tecnológica con la que, a todas luces, no cuenta nuestro sistema.
Sin embargo, se adquirieron, repartieron y de su impacto educativo nada se sabe y la realidad es que a nadie parece importarle. Cosa diferente sucede con el negocio que, para alguien, representó la adquisición de las tablet. En tres años, más de 2 mil millones de pesos que algunos están disfrutando.
En principio, nada hay de ilegal en dicha compra. Incluso, podemos suponer que, por ser una adquisición al mayoreo, se logró un precio altamente competitivo. Sin embargo, en el mejor de los casos, se aprovechó una ganga para comprar algo de poca utilidad, cuando hay escuelas que no tienen ni agua potable siquiera. Pero eso no fue lo que pasó.
El informe de la Cuenta Pública 2014 elaborado por la Auditoría Superior de la Federación asevera que 22 % de los dispositivos adquiridos ese año presentaron un defecto de "hundimiento del puerto de carga, el cual no está cubierto dentro de la garantía del producto, y cuya reparación cuesta en promedio mil 500 pesos", prácticamente el valor reportado de las tablet que es de mil 800 pesos que deben cubrir los padres de familia, si quieren que el aparato funcione.
Agreguemos ahora la ilegalidad. De acuerdo con la propia ASF en una muestra auditada de dos mil 93 millones de pesos del programa, se detectaron pagos injustificados por 233.98 millones de pesos. Así, el negocio se hace redondo.
Se trata de solo un ejemplo. Una pequeña muestra de lo que cotidianamente vivimos en municipios, estados y en la federación. Se hacen compras sin un propósito claro. Sin que medie ningún diagnóstico. Se erigen obras a capricho de las autoridades. Se despilfarra el dinero que proviene de nuestros impuestos y todo porque aquí, en nuestro querido México, triunfa el negocio de hacer las cosas mal.