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El nuevo Pemex

Opinión - Jaque mate

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Sergio Sarmiento

Este próximo 18 de marzo se festejará una vez más la expropiación petrolera. Los políticos intercambiarán discursos y descalificaciones, dependiendo de su posición en el espectro ideológico. Pero de lo que no hay duda es que las cosas están cambiando en el mercado petrolero, y no sólo de México sino del mundo.

Aun antes del desplome de los precios petroleros, las reglas que otorgaban un monopolio petrolero a Pemex habían demostrado ser muy negativas para la economía y para los mexicanos. El exceso de personal, la corrupción y la simple ineficacia afectaron el desempeño de la empresa. Con el desplome de los precios del petróleo desde 2014 los problemas no hicieron más que agravarse.

La reforma energética finalmente se logró en 2014 y se ha empezado a aplicar a partir de 2015. Pero no hay duda de que llegó tarde. Los bajos precios del petróleo han reducido de manera muy importante los incentivos para la inversión productiva en la industria petrolera internacional.

Pemex está teniendo que aplicar un recorte brutal en el gasto en este momento y lo está haciendo sin la posibilidad, como lo están haciendo la mayoría de las petroleras en el mundo, de recortar personal sindicalizado. No sólo no puede tomar esta decisión racional a pesar de tener más de 156 mil trabajadores, cuando menos tres veces más de los que necesita para realizar su trabajo, sino que además está obligado a rescatar el fondo de pensiones de los trabajadores sindicalizados, el cual nunca ha contado con las reservas para asegurar sus pagos de largo plazo. El rescate podría ser superior al billón de pesos, lo cual lo haría mayor que el rescate de los bancos por el Fobaproa.

Los recortes de gasto son indispensables en este momento y no sólo para Pemex sino para todas las petroleras del mundo. Pero el verdadero gran reto para México es lograr nuevas inversiones en la industria para prepararse para un futuro en el que habrá nuevos huecos en el mercado. Las inversiones petroleras tardan mucho tiempo en madurar. Por eso es importante que se establezcan hoy las reglas que permitirán la realización en los próximos años de inversiones para el futuro.

Pemex no tiene la capacidad financiera para realizar estas inversiones. No tiene tampoco necesariamente la capacidad técnica. Quizá sí cuenta con expertos en algunos tipos de operaciones, pero para el futuro se requerirán trabajos de desarrollo en campos mucho más especializados. La reforma energética permite que estos trabajos se realicen en coinversión con otras empresas.

Es una lástima que Pemex tenga que dejar que buena parte de las nuevas inversiones para producción futura se realicen en terrenos en los que Pemex aportará los derechos de exploración y explotación y las socias privadas todo lo demás. Pero esto es consecuencia de los pasivos que se le han acumulado a la empresa a lo largo de años en que sus finanzas han servido sólo para premiar al sindicato y a sus dirigentes.

La misma limitación que Pemex tiene para realizar nuevas inversiones, sin embargo, puede convertirse en la puerta para una actividad más productiva en el largo plazo. Un Pemex más pequeño, con mayor flexibilidad para tomar decisiones y para asociarse, puede convertirse en una empresa más productiva, como ha sido Statoil de Noruega que factura casi lo mismo que Pemex pero con sólo 23 mil trabajadores, sólo un 15 por ciento de los que tiene la empresa mexicana.

Twitter: @SergioSarmiento

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