El teflón de Trump

Nunca como ahora ha quedado tan claro que los comentaristas políticos reflejan sus prejuicios personales en los análisis que presentan como desapasionados y profesionales. Por eso ningún especialista hace un año pensaba que Donald Trump podía convertirse en candidato presidencial del Partido Republicano. Hoy, sin embargo, es el virtual candidato. También dijeron que en el muy improbable caso de que llegara a la nominación, Trump sería aplastado en la elección en noviembre por una política profesional como Hilary Clinton. Hoy las encuestas nos muestran que será una contienda muy cerrada y nadie puede descartar que Trump se convierta en el próximo presidente de Estados Unidos.

¿Cómo pudo ocurrir esto? ¿Por qué en un país en el que cuando en el pasado un candidato cometía un error, por menor que fuera, se le descartaba, hoy vemos a uno que incurre en todas las faltas posibles sin sufrir el menor menoscabo?

Trump tiene lo que alguna vez se dijo de Ronald Reagan, el efecto teflón, la capacidad de hacer que todo se le resbale. Virtualmente todas sus declaraciones parecen hechas para despreciar o insultar a alguien. A pesar de eso, los mismos grupos que podrían sentirse ofendidos suelen darle su respaldo. Es el caso de las mujeres, que a pesar de todas las descalificaciones le siguen ofreciendo un apoyo significativo, aunque no mayoritario. Muchos mexicanos y latinos también lo apoyan, a pesar de que ha mostrado un desprecio muy importante a los mexicanos, al grado de descalificar a un juez que ve un caso que atañe a su corporación porque es hijo de mexicanos.

Ronald Reagan gozaba de la misma capacidad de escapar sin daño a las críticas. En 1968 hizo su primer intento por ganar la candidatura presidencial republicana y en 1976, en su segundo intento, fue derrotado por un estrecho margen. La tercera fue la vencida; en 1980 no sólo logró ser el candidato sino que ganó la elección constitucional y se convirtió en presidente de Estados Unidos al año siguiente. Mucho dijeron entonces los analistas, que en su mayoría no simpatizaban con él, que se trataba un candidato irresponsable al que todo se le resbalaba. Quizá, pero no fue un mal presidente. Recortó impuestos, provocó el desplome de la Unión Soviética y, en contraste con lo que pretende Trump, otorgó una importante amnistía a los inmigrantes indocumentados, principalmente mexicanos, que ya llevaban mucho tiempo en Estados Unidos.

¿Cómo sería una presidencia de Donald Trump? Es difícil saberlo. Muchas de sus declaraciones revelan ignorancia o prejuicios, pero como nunca ha ejercido un cargo público no tenemos idea de cómo gobernaría en realidad. Cuando Reagan asumió la presidencia en 1981 ya tenía un historial como gobernador de California, un estado muy importante, por lo que sabíamos que su gobierno no sería tan radical como su retórica. En el caso de Trump no hay ninguna certeza.

Los analistas no han podido hasta ahora medir a Trump porque no entienden a esa gran masa de estadounidenses que lo apoya. Sus prejuicios los comparte el candidato. Las críticas sólo ratifican la convicción de que se trata de una persona común y corriente, muy distinta de los políticos y analistas a los cuales perciben muy distantes de las verdaderas preocupaciones del pueblo.

Twitter: @SergioSarmiento