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El terrorismo de organizaciones se diluye a nivel global

TENEMOS UN PROBLEMA MáS ATOMIZADO, PERO DE MENOS INTENSIDAD: LEONARDO CURZIO

Leonardo Curzio, Investigador del CISAN.

Leonardo Curzio, Investigador del CISAN.

ELIA BALTAZAR

Ya pasaron quince años del atentado a las Torres Gemelas de Estados Unidos y hoy el mundo puede sentirse más tranquilo porque el poder del terrorismo ha disminuido, dice Leonardo Curzio investigador del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), de la UNAM.

"Ya no hay una organización terrorista financiada como Al Qaeda y hasta ISIS ha perdido presencia territorial y capacidad económica con la caída del precio del petróleo, que también les ha pegado, porque con eso se financiaban en parte", dice.

Que el terrorismo entendido como una organización bien estructurada y organizada se diluyera en estos años, no significa soslayar los actos de violencia de los grupos radicales en países de Europa y Asia. Pero el patrón es otro, afirma Curzio.

"Más que la acción organizada de un grupo, lo que hoy tenemos son lobos solitarios, jóvenes radicalizados que sienten algún agravio y son utilizados por las redes de radicales islámicos para golpear donde pueden y como pueden. Es decir: tenemos un problema más atomizado, pero de menos intensidad", afirma.

Pero este cambio de patrón en el terrorismo, no significa una comprensión más clara en las sociedades occidentales de las causas sociales y económicas que ahora alientan los atentados cometidos por estos jóvenes que actúan como lobos solitarios.

En cambio, sí ha habido un reforzamiento muy fuerte del prejuicio contra los musulmanes, al identificarlos como una civilización que prohija la violencia. "Eso es un disparate", afirma. "Lo que tenemos son radicales en un grupo de musulmanes, que han utilizado la religión como bandera. Pero es un despropósito tremendo etiquetar a una civilización completa por la actuación de unos radicales".

Por eso considera importante distinguir bien entre musulmanes e islámicos, porque la confusión abona el prejuicio que aprovechan personajes como el candidato republicano Donald Trump para azuzar el rechazo hacia la comunidad musulmana.

"Trump recoge el discurso que los Bush y el sector más duro del partido republicano alimentaron, apadrinados por un teórico de las relaciones internacionales como Samuel Huntington (autor del libro El choque de las civilizaciones), diciendo que las civilizaciones estaban destinadas a chocar", explica Curzio.

Con el atentado del 11 de septiembre de 2001 al fondo del escenario, las ideas de Huntington "promovieron una barbarie: que usted no se puede entender conmigo porque es musulmán, pertenece a otra civilización, y yo soy norteamericano".

Afortunadamente, dice, el presidente Barack Obama "suavizó brutalmente" medidas que en su momento aplicó George W. Bush, como el Acta Patriótica que aprobó el Congreso de Estados Unidos el mismo 2001, y que confirió mayores facultades a las autoridades estatales y federales de ese país para investigar el terrorismo.

"Obama prohibió la tortura y ha ido desarticulando buena parte de este discurso que promueve medidas excepcionales como respuesta a los ataques terroristas, aunque ese discurso avance en contra de la propia convivencia democrática", dice.

Esas medidas excepcionales que han aplicado países atacados por el terrorismo son producto de "un dilema atroz entre seguridad y libertades", dice Curzio. "Ese dilema nunca tiene una solución correcta porque los cuerpos de seguridad, las burocracias que se dedican a eso, siempre utilizan el discurso del terror -en este caso con fundadas razones- para decir necesitamos cárceles especiales, acceso a la tortura para pode sacar información, tribunales especiales, es decir, tengo que romper el estado de derecho, la legalidad normal, para garantizar la seguridad".

Por eso, dice Curzio, de alguna manera hemos tenido desde entonces lo que algunos autores llaman "la globalización vigilada", la cual implica "que te revisen en los aeropuertos como si fueras un potencial terrorista, el escaneo del equipaje, la pérdida de espacios de intimidad".

La resolución de ese dilema en favor de la seguridad a costa de las libertades, dice, siempre acaba mal porque no es posible regularizar la excepción. "En París no puedes decirle a toda la gente no vayan a los centros nocturnos porque algún loco de ISIS repetirá un ataque como el del Bataclán. Aquello fue la excepción y la excepción no se puede convertir en la norma. Ese es un dilema de las democracias".

Frente a las próximas elecciones en Estados Unidos y la posibilidad de que Hillary Clinton, si gana, revierta en alguna medida la política de Obama respecto del terrorismo y los países musulmanes, Curzio descarta esa posibilidad.

"No creo que Hillary pueda tomar medidas contra los musulmanes, entre otras cosas porque ella fue jefa de la diplomacia (secretaria de Estado) y tuvo que ir desmontando todo esto. Vio como su país perdió prestigio ante el mundo por ese tipo de medidas y cómo bajó la tensión a partir de los acuerdo con Irán".

Además, explica, es "absolutamente irracional" etiquetar a los musulmanes como un peligro cuando buena parte de la gobernabilidad en esa zona del mundo, Estados Unidos la garantiza con gobiernos claramente confesionales como Arabia Saudita.

A pesar de los episodios terroristas que siguen ocurriendo en el mundo, "hoy queda claro que el diálogo entre civilizaciones es mucho más potente que el choque entre civilizaciones, que tenemos muchos más puentes y elementos en común que aquello que nos separa y, en consecuencia, gobernar la diversidad pasa por reconocer las diferencias".

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Escrito en: terrorismo Estado Islámico

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