Junto con el TPP (Tratado de Asociación Transpacífico, por sus siglas en inglés), la denuncia o renegociación del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) se encuentra en el corazón de las propuestas económicas de los candidatos a la presidencia estadounidense. Resulta irónico que a pesar de estar en el centro del debate, hoy el TLCAN es un instrumento obsoleto y olvidado. Algunos capítulos resultan desactualizados o inoperantes y las partes del TLCAN parecen haber decidido utilizar otras iniciativas fuera de su marco para el fortalecimiento de su relación comercial. Se estima que cada día cruzan la frontera más de 150 billones de dólares entre los tres países. Aunque al día de hoy la mayor parte de este comercio se realiza a través de cadenas de suministro, las disciplinas del TLCAN no han sido ajustadas a una realidad que resulta muy distinta a la de hace más de 20 años. Los compromisos en materia de acceso a mercados y reglas de origen del TLCAN no fueron concebidos para atender esta forma de comerciar. Por otro lado, los problemas para el reconocimiento de zonas libres de plagas continúan siendo un viacrucis para nuestros exportadores y siguen sin atenderse otros problemas que surgieron del cumplimiento de compromisos adquiridos en dicho instrumento como el comercio de autos usados.
En materia de servicios, la evolución tecnológica ha hecho que capítulos como el de telecomunicaciones sean letra muerta. Los avances en materia de entrada temporal de personas de negocios se han reducido a iniciativas, de corto alcance y que se encuentran fuera del ámbito del TLCAN, como el sistema de viajero confiable. Por último, el reconocimiento mutuo de profesiones entre los tres países, que es un tema de interés estratégico para México, quedó estancado en el reconocimiento de un puñado de profesiones.
En materia de solución de controversias, el mecanismo entre estados está congelado. La última vez que se utilizó fue en 2001 en el caso de transporte transfronterizo. Las deficiencias y la politización del capítulo obligaron a las Partes del TLCAN a recurrir a la OMC para resolver sus diferencias. Si bien es único en su tipo y ha sido uno de los más grandes beneficios del TLCAN, el mecanismo para resolver controversias en materia de cuotas antidumping y compensatorias opera parcamente derivado del nulo esfuerzo de los tres gobiernos por mantener un secretariado equipado con personal suficiente.
En cuanto a la parte institucional, la Comisión de Libre Comercio y los comités y grupos de trabajo dejaron de ser instancias efectivas para resolver problemas derivados del comercio cotidiano; en su lugar surgieron iniciativas en materia de cooperación internacional o por diálogos bilaterales, tales como, el mecanismo de Frontera Siglo XXI o el Diálogo Económico de Alto Nivel.
Efectivamente, el TLCAN opera en piloto automático. A más de 20 años de su existencia los actores económicos de los tres países han creado un vínculo tan estrecho que, incluso con las disciplinas actuales, existe un intercambio fluido de bienes y servicios. No obstante lo anterior, el TLCAN requiere de una profunda actualización y modernización que reconozca una nueva realidad comercial y que pueda potencializar los beneficios de la integración entre los tres países. El que instrumentos como el TPP hayan podido atender en alguna medida dicha problemática será materia de un análisis posterior. Lo que hoy es una realidad es que el TLCAN es un instrumento abandonado que únicamente se considera "actual" cuando se trata de culparlo por los problemas comerciales actuales.
Profesor titular, Facultad de Derecho UNAM. Juez del Órgano de Apelación de la OMC