Siempre me ha gustado la música de Alejandro Sanz, pero ahora me gusta mucho más. ¿Por qué? Hace unas semanas, el famoso cantante español se bajó del escenario durante un concierto en Rosarito, Baja California, para defender a una mujer que estaba siendo acosada por un hombre. Cuando le preguntaron sobre lo sucedido respondió que "el que hace algo así es un canalla, pero el que lo ve y no hace nada también es un canalla".
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, quiero sumarme a esta declaración e invitar a todos los hombres a no ser canallas de ningún tipo, a dejar de mirar a otro lado y ser aliados en la eliminación de violencia contra las mujeres.
En nuestro hemisferio, casi 30 % de las mujeres ha experimentado violencia a manos de sus parejas en algún momento de su vida. En México, los números son preocupantes. Según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) para 2011, 47 % de las mexicanas sufrió un incidente de violencia durante su última relación -un porcentaje casi idéntico al porcentaje revelado por la primera encuesta del Inegi en 2003.
A nivel de política pública, hay dos prioridades claves para empezar a poner fin a la violencia contra la mujer.
La primera es proveer servicios de calidad a las mujeres sobrevivientes. México, con sus 26 Centros de Justicia para las Mujeres, ha dado ya el primer paso en ese sentido. Las Ciudades para las Mujeres, que ya está operando en Tlapa, Guerrero, y en construcción en otros estados, van aún más allá al incorporar acciones para fomentar la autonomía económica de las mujeres, lo cual redundará en una reducción de la violencia en el mediano plazo, ya que mujeres empoderadas no tolerarán la violencia.
La segunda prioridad es prevenir la violencia antes de que ocurra. En esta área, tanto en México como los demás países de la región falta camino por recorrer: se necesita incrementar la inversión en programas de prevención y realizar mayor investigación para adquirir conocimiento sobre los enfoques e intervenciones que son eficaces.
El Banco Interamericano de Desarrollo, institución para la cual trabajo, está invirtiendo recursos significativos en identificar qué funciona. Así, tenemos evidencia de que trabajar con jóvenes a una edad temprana para promover relaciones pacíficas es una herramienta eficaz. Una intervención en los Colegios de Bachilleres del DF llamada Amor… pero del bueno, logró reducir en 67 %, por ejemplo, el porcentaje de jóvenes que creen que los celos se dan en el noviazgo por amor.
Tenemos evidencia también de que una atención oportuna y de calidad hacia las mujeres víctimas de violencia evita episodios futuros. En Medellín, Colombia, la línea telefónica de emergencia 123 Mujer, combinada con asesoría psicológica y jurídica, reduce en un 19 % los episodios futuros de violencia doméstica.
Volviendo al tema de no ser canallas, ¿qué podemos hacer como hombres para reducir la violencia contra las mujeres? Lo primero es imitar el ejemplo de Alejandro Sanz. Si presenciamos un caso de violencia, debemos decir algo, hacer algo o llamar a la policía. En segundo lugar, juntarnos con otros hombres para cambiar el comportamiento de nuestros "correligionarios", tal como hace el Movimiento de Hombres por Relaciones Equitativas y sin Violencia en México. Finalmente, como ciudadanos, podemos insistir en que las políticas públicas de seguridad se ocupen no sólo de homicidios, robos y hurtos, sino también de la violencia contra la mujer, incluyendo el feminicidio y la violencia de pareja. Porque éste no es un tema que solamente concierne a las mujeres.
Jefe de la División de Género, Inclusión y Diversidad del BID