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Daniela Suárez Gándara

Cómo evitar la depresión

La vida nos reserva muchas sorpresas. Siempre nos depara, con situaciones nuevas, algunas.

No tantas. A veces vivimos momentos tan duros que parece que nos dan una sacudida.

¿Quién puede decir que sus días son totalmente programados y que nunca se les escapó de las manos?

Parece que la receta de la felicidad es una vida estable, calmada y totalmente alineada. Pero no es así, es la propuesta de la existencia. Los cambios así surgen para todos y son inevitables.

Una nueva casa, más chica o más grande, una nueva escuela, un nuevo jefe, una nueva propuesta de trabajo; un ser querido que llega u otro que acaba de irse, matrimonio o viudez, una oportunidad de ascenso o una carta de dimisión, una demostración de cariño o simplemente gratitud.

Para que podamos graduarnos de la escuela de la vida, necesitamos aprender lecciones. Ignorarlas puede tomar mucho más difíciles de lo que es. No hago aquí apología del sufrimiento, pero es algo inherente de la vida y tiene un papel fundamental en nuestro crecimiento.

Cuando somos sofocados por el dolor, sacudidos por las decepciones, las ganas de parar por el camino, para tomar aire, llorar y quedarse sola.

Sin embargo, en esta pausa, cuando las lágrimas se vuelven el pan nuestro de cada día y los buenos recuerdos quitan la poca fuerza que restan, la depresión puede seguir como peligrosa compañera.

Ese es el mal, que más crece en estos últimos tiempos, infelizmente, ha devastado a personas llenas de sueños y talentos, que piensan que llegaron al fin, donde todo parece perdido.

Cuantas son las veces en la que quedamos rendidos, con el aliento agotado, consumido por la fortaleza de los grandes y peores enemigos, que son nuestros mayores problemas de la vida, que nos han quitado los ojos de la grandeza y la fidelidad de DIOS, para mirar solamente las cosas malas, que acontecen en nuestro alrededor. Hemos sufrido persecuciones, amenazas de muerte, injusticias, actitudes maliciosas de terceras personas y lo más doloroso para rematar de parte, de lo que más queremos, esto es lo que provoca el miedo que nos deja abatidos, deprimidos.

Un socorro del cielo por medio de un ángel, un aliento y un descanso es lo que más necesitamos. Siempre, pero para eso precisamos de estar solos, sin la compañía de nadie, en un retiro muy lejano sólo para quedar con espíritu de humildad, para estar atentamente con oídos abiertos a la voz de nuestro Creador, que en él está la respuesta correcta y sólo él nos puede dar la mejor dirección, para todo lo queremos emprender en nuestra vida, es así como podemos evitar que la depresión nos robe nuestra propia fortaleza, que ya con tanto esfuerzo logramos construir.

Lo bueno de todo esto es que Dios no desiste de nadie al ver su estado. Y le dará la oportunidad a usted de crear cosas nuevas para su vida y maravillosos milagros que todavía, aún en estos tiempos tan difíciles, pueden acontecer. Usted no es la única persona que sufre, todos conjugan ese verbo y enfrentan cambios. Vestimos el mismo traje, carne y huesos sujetos a las alegrías, y tristezas, entusiasmos y desalientos, problemas que asisten en permanecer… En fin, nadie tiene una vida perfecta, pero que eso no sea un motivo para entrar en un cuarto y entregarse a los dolores.

Que esta palabra sea el objetivo y comida, bebida para usted, se levante y se ponga de pie aunque esté en silencio, sin ganas de hablar, le haya ayudado a seguir caminando a pesar de los pesares de la vida nuevos días vendrán, mucho mejores que hoy, sólo crea en esto. ¡Dios lo bendiga!

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