Foto: Archivo Siglo Nuevo
Se conoce como enfermedades somáticas o psicosomáticos a aquellas que tienen un origen psíquico y afectan de forma negativa al cuerpo humano. Al igual que una enfermedad física puede alterar el estado de ánimo de una persona, el estado mental del individuo puede llegar a influir negativamente en su estado fisiológico.
Diferentes trastornos psicológicos, como la depresión o la alexitimia (dificultad de expresar o aceptar sentimientos y emociones), pueden llevar a las personas a sufrir distintos males que van desde simples dolores físicos hasta úlceras y problemas cardíacos, incluso dependiendo del organismo, pueden ser el detonante de enfermedades crónico degenerativas.
El sistema nervioso puede provocar desde dolores de cabeza, mareos, vértigos, desmayos, hormigueos hasta las parálisis musculares. Algunos pacientes también pueden experimentar palpitaciones o taquicardias, falta de aire, dolor en el pecho, dolor muscular o cansancio extremo. En algunos casos, las enfermedades psicosomáticas también pueden provocar, náuseas, vómitos, diarrea, etcétera. En casos extremos se ha llegado ser el causante de ceguera y afonía.
Se estima que alrededor del 12 por ciento de la población mexicana, según datos de Seguro Social, padece una enfermedad psicosomática, pero debido a las dificultades para diagnosticarlas (puesto que se 'disfrazan' de otras enfermedades) no existen estadísticas que demuestren su incidencia.
Para el psicólogo Salvador Sáenz el aumento en los problemas cardíacos y los trastornos de la alimentación son un ejemplo de la incidencia de los trastornos somáticos.
En el ajetreado mundo moderno, las personas se sienten estresadas o amenazadas constantemente 'sin razón aparente'. El no saber administrar el estrés puede repercutir en la salud de las personas de diferentes maneras, por ejemplo con la aparición de problemas cardiovasculares.
LOS MÁS FRECUENTES
De acuerdo con el especialista, existen tres tipos de trastornos psicosomáticos. “Uno tiene que ver con trastornos secundarios de enfermedades físicas, por ejemplo, una persona que ha estado hospitalizada por una enfermedad crónica puede presentar una depresión”. Este tipo de trastornos son conocidos como secundarios.
Al segundo tipo se les llama 'somatomorfas', es decir, “aquellas enfermedades que adquieren una sintomatología aparentemente orgánica (del cuerpo) pero sin evidencia”.
El especialista pone como ejemplo un dolor crónico, el cual, luego de estudios no demuestra ninguna lesión física a cual atribuirle el sentir.
En el tercer tipo, se encuentran las conocidas como ficticias, en donde el sujeto “se inventa la enfermedad”, consciente o inconscientemente.
El profesionista de la salud pone como ejemplo a aquellas personas que, debido a algún padecimiento suelen atraer la atención de familiares y amigos.
De los distintos tipos, las más comunes son las somatomorfas, donde también se ubica a las personas hipocondríacas, aquellas que son en extremo cuidadosas con su cuerpo y, al aparecer algo fuera de lo común, creen padecer alguna enfermedad grave, a pesar de que el médico le asegure que no padece nada.
LA INFORMACIÓN SIMPLE
A todo esto, también se suma la cibercondría. La nueva patología que afecta a aquellos que se obsesionan con su estado de salud y con autodiagnosticarse en base a información encontrada en la red. Estas personas, consultan en internet sus síntomas, o los síntomas que creen estar sintiendo, se dejan influenciar por lecturas y aseguran padecer algún malestar.
Es similar a la hipocondría, pero con el uso del Internet como fuente de información y consulta.
Esto a su vez, lleva a la automedicación lo cual puede generar padecimientos reales o agravar su situación.
Según indica el especialista, existen distintos tipos de personalidades, y cada una maneja de forma distinta el estrés.
Unos a quienes califica como Tipo A, suelen ser agresivos y tienen a tener problemas cardiovasculares.
Otros, los del Tipo B, manejan el estrés de una buena manera, expresando su sentir y sabiendo identificar sus molestias.
“Uno de los trucos para prevenir las enfermedades psicosomáticas es la capacidad de verbalizar lo que está pasando (sic), darle forma, vida a través de las palabras a lo que está pasando”, indica el especialista.
Sáenz asegura que tener a alguien con quien hablar sobre los problemas es una medida de salud mental, de otra manera la ansiedad recurrente acabaría en forma de enfermedad.
Por otro lado, existen los del Tipo C, a quienes el especialista califica como aquellas personas que pueden tener problemas identificando que sufren de estrés o de dónde viene, además de tener problemas para trasmitir su sentir, lo que repercute en su salud.
A decir del psicólogo, “los médicos deben estar preparados para hacer diagnósticos diferenciales, es decir, poder distinguir entre enfermedades que comparten sintomatología”. Asegura que, “de no haber daño físico, una lesión o algo a que atribuir la molestia, el paciente debe ser remetido a psiquiatría.
Sin embargo, algunos médicos no realizan dicha acción y suelen recetar medicamentos aún sin evidencias que provocan la proliferación de las enfermedades de este tipo. El sistema nervioso puede provocar desde dolores de cabeza, mareos, vértigos, desmayos, hormigueos hasta las parálisis musculares. También el paciente puede padecer palpitaciones o taquicardias, falta de aire, dolor en el pecho, dolor muscular o cansancio extremo.
Una hipótesis del especialista, la cual, indica que si en las clínicas de las instituciones de salud existiera una unidad de salud mental la consulta clínica se liberaría. “Creo que en buena medida, sobre todo en estos tiempos, hay un factor que detona las enfermedades psicosomáticas: el estrés”.
“Existen algunas personas que encuentran reforzadores y a través de la enfermedad hallan una manera de adaptarse”.
Poco a poco, la conexión del cuerpo y la mente se ha aceptado en los centros de salud. En algunas clínicas del Seguro Social, ya se comienza a implementar la cultura de la salud mental. Sin embargo, a decir del Sáenz, no es suficiente ya que es necesaria una mayor inversión. “Sigue habiendo un desdén hacía la salud mental en la salud pública”, indica.
“Esto se refleja en el número de camas de un hospital y un hospital psiquiátrico. Estamos hablando de una proporción de 90 a uno, cuando en México hay una epidemiología importante de cuadros esquizofrénicos y depresión”.
“(Personas que presentan este tipo de trastornos), están gastando recursos con consultas, camas, tratamientos y medicamentos que no necesitan”, recalca.
Hacen falta campañas que promuevan la salud mental de manera similar a las que promueven la prevención del cáncer de mama.