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ENFOQUE REGIONAL URBANO

Festejo matriarcal

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

Con mucho entusiasmo y emoción esperábamos que llegara la fecha; previamente hacíamos preparativos y teníamos ahorros en las alcancías familiares, los populares "cochinitos" de barro...

... pues nuestros padres nos inculcaban el ahorro y al paso del tiempo esta práctica se convertía en hábito; "El Emporio", "Las Dos Naciones" y "La Palma" eran las tiendas de entonces que en la víspera del día esperado, sacaban sus mercancías a la calle para llamar la atención de los pequeños clientes que querían adquirir el mejor regalo para "su Mamá".

Licuadoras, planchas, costureros, floreros, bomboneras, pero sobre todo "juegos de agua", compuestos por una jarra y seis vasos de cristal, ofrecían los comerciantes; por ser éstos más baratos, eran los que comprábamos según nuestra posibilidad económica para complacer a la Madre en su Día, sin darnos cuenta que tales "regalos" no eran para ella, sino para la casa, para el hogar. Mi tía Leonor, que asistía a las reuniones, señora de "antes", muy observadora y "claridosa" al vernos llegar con la plancha o la licuadora, con intención crítica, de reproche y con irónica sonrisa, comentaba: "mmm qué chiste… más cosas para la 'friega'". Mi otra tía, Francisca, compartía con ella su opinión.

Lo cierto es que el 10 de mayo, Día de la Madre, era un festejo matriarcal en las casas. Sobre todo si caía en domingo, se reunían las familias, mis hermanos Toñeta, Chuy, Gloria Elena, Coco, Eva, Fredy y Marthita; los primos Pepe, Guadalupe, Pascual Sergio y Hugo; Aurelio, Ramón y Armando, todos a celebrar a la "reina del hogar"; se preparaba comida especial y ese día no se le permitía a la mamá festejada que hiciera tarea alguna; las hijas mayores, si las había, o las sobrinas, o las primas u otras personas, como doña Adelina, "La Chata", que era amiga familiar, se encargaban de los platillos, de servir la mesa y del lavado de la losa al terminar de comer; nosotros, los varones, teníamos la encomienda aceptada voluntariamente de llevar bebidas gaseosas y nieve, de los sabores que le gustaban a mamá, y aquello se convertía en una tertulia en que se platicaba, se oía música, se cantaba, se hacían bromas y se contaban "chistes" del color permitido por la moralidad familiar. Era toda una fiesta.

Ya adolescentes y jóvenes, nos reuníamos grupos de amigos el día 9 por la noche hasta la madrugada del 10 para llevar "gallo" o serenata a la madrecita buena y aguantadora; no sabíamos cantar, pero la edad nos daba ánimo para interpretar y entonar las melodías que eran del gusto de mamá, acompañados de guitarras "tocaban" alguno o algunos de los mismos compañeros. Agustín Lara, Guty Cárdenas, Joaquín Pardavé, Ricardo Palmerín, Lorenzo Barcelata, José Alfredo Jiménez, Tomás Méndez, los Hermanos Záizar, Güicho Cisneros con Gema, entre otros, eran los autores de las canciones románticas y sentimentales preferidas de la "jefa"; rompiendo la quietud de la noche e interrumpiendo el sueño y tranquilidad de los vecinos, con desafinadas y estentóreas voces, salían de nuestra garganta melodías como La Negra Noche, Despierta, Rayito de Sol, Granito de Sal, María Elena, Varita de Nardo, Cabellera Blanca, Amor de Madre, y desde luego, comenzando la serenata, con "Estas son Las Mañanitas… que cantaba el rey David, a las mujeres bonitas se las cantamos aquí… Despierta mamá, despierta, mira que ya amaneció, ya los pajarillos cantan la luna ya se metió"... El "gallo" a la Madre es una de las muchas tradiciones populares que se han ido perdiendo paulatinamente; lástima.

Por otra parte, en los centros educativos se organizaban y montaban festivales alusivos, a los que asistían las familias a presenciar en poesía coral "Cariño Verdad" y la representación dramática a cargo de alumnos y alumnas del hermoso y significativo poema "El Brindis del Bohemio" de Guillermo Aguirre y Fierro, declamada magistralmente por Manuel Bernal; he aquí algunos versos:

"¡Por mi Madre!, bohemios, por la anciana

Después vinieron los festivales organizados por el gobierno municipal y estatal, a los que eran y aún son invitadas las madres de diferentes colonias populares y en donde se rifan artículos electrodomésticos, se les obsequian despensas y ramos florales, teniendo como escenario los estadios, teatros y espacios abiertos, festivales con más sentido político, que emoción generada por la gratitud y el cariño a la Madre, formadora de la familia, que dicta, vigila y sanciona las reglas que han de regir en el hogar, por eso me atrevo a llamarla con mucho respeto Matriarca de la Organización Social.

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