Expresidentes municipales (II)
Continuamos desarrollando el tema relativo a los expresidentes municipales de Gómez Palacio, señalando la fecha de su ejercicio y algunos rasgos sobresalientes de su personalidad.
Don Carlos A. Herrera Araluce (1974-1977) y (1998-2001). De recia personalidad. Respetado y temido. Pragmático, activo, ingenioso, irónico, sarcástico, punzante. Político sui géneris fue el señor Herrera. Frases como: "Yo ni dormido me volteo"; "Para atrás nunca, ni siquiera para agarrar vuelo" y otras similares, eran reflejo claro de cómo veía, pensaba y vivía la política. Quiso y buscó lo mejor para Gómez Palacio, siempre luchando en contra del centralismo de Durango capital; por eso frecuentemente manifestaba su sentir: "Pobre de Gómez Palacio; tan lejos de Durango y tan cerca de Torreón" (parodiando a don Porfirio que decía: pobrecito de México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos).
Don Carlos se divertía con la política; para él "era una cosa demasiado importante como para tomarla en serio". No gustaba de discursos ni de palabras, era partidario de la acción, de hacer no de decir. Cuando alguien aludía a él como político profesional, lo atajaba inmediatamente diciéndole: yo hago quesos, no política; soy albañil porque hago obras. ¡La política, afirmaba, es un mar proceloso, en donde hasta el pez más chico es un tiburón; por eso yo no me meto en ella! La verdad es que era un apasionado de la política y del poder.
Como presidente municipal, en las dos ocasiones en que lo fue, su administración estuvo marcada por el gran impulso que dio a la industrialización de Gómez Palacio, promotor comprometido con el desarrollo urbano que ya venía haciendo con excelentes resultados desde que constituyó PRODINUR (Promotora del Desarrollo Industrial y Urbano); organismo público descentralizado del que fue director; su naturaleza jurídica es irrelevante porque lo verdaderamente trascendente de esta institución fue el trabajo que llevó a cabo para consolidar el Parque Industrial Lagunero, dándole a Gómez Palacio su verdadera vocación industrial mediante la atracción e instalación de factorías y empresas de servicios generando así derrama económica y creación de empleos.
Desde otro ángulo, según mi apreciación, impulsó también la creación de asentamientos humanos dando origen a diversas colonias populares a las que dotó, con la colaboración de la gente beneficiada, de los servicios públicos básicos como agua potable, drenaje y pavimento, apoyando a los líderes de estas colonias en sus gestiones para la introducción de servicios de luz, telefonía y el postal. Remodeló la Plaza de Armas, dotándola de un moderno y bonito "Kiosko". Además a él se debe la construcción del Acueducto originalmente levantado sobre el Bulevar Alemán, que fue cambiado posteriormente a otro lugar con motivo de las obras de modernización del propio Bulevar. Plasmó en el Cerro de Calabazas la Estrella con el nombre de la Ciudad. En el plan personal le escuché alguna vez decir: "Es muy duro llegar a viejo, pero es más feo llegar a viejo y estar enfermo y pobre". ¡Filosofía de vida pura!
Don Régulo Esquivel Gámez, se desempeñó como alcalde de 1977 a 1980. De carácter afable, astuto, de inteligencia abierta y receptiva, Régulo, como lo llamábamos coloquialmente quienes cultivamos su amistad, tenía como actividad económica la de ganadero productor de leche; fue dirigente de la Asociación de Productores de Leche de Gómez Palacio. Combinó adecuadamente la política con su tarea empresarial.
Realizó una administración relativamente tranquila. Continuó con el programa de promover la industria y la urbanización. Apoyó fuertemente las gestiones para introducir los servicios en las colonias que carecían de ellos. Como presidente municipal su labor trascendió porque fue un aliado de los líderes populares para que pudieran contar con el servicio de transporte en sus colonias, pero sobre apoyándolos en las gestiones ante los organismos federales para que los colonos tuvieran certeza jurídica en la tenencia de la tierra urbana, es decir seguridad en su patrimonio familiar.
José Miguel Castro Carrillo, Abogado, joven y dinámico, fue presidente municipal de 1980 a 1983. No concluyó su período, porque solicitó permiso para separarse del cargo e irse como diputado local, habiendo sido Presidente de la Gran Comisión del órgano legislativo. Al terminar su labor en el Congreso, José Miguel obtuvo el fíat para ser Notario Público. Siendo Alcalde, se produjo el incendio del Teatro Alberto M. Alvarado, en abril de 1982, cuando el tenor Giusseppe D→ Stefano daba un concierto con teatro lleno. Al retirarse fue relevado entonces por Cristóbal García Ramírez, quien como presidente municipal sustituto, cubrió el tiempo faltante.
Manuel Gamboa Cano. Presidente Municipal de 1983 a 1986. Industrial del vestido, en la especialidad de pantalón. Durante su administración se llevaron a cabo con éxito los trabajos de rehabilitación del Teatro Alvarado para proceder a su reinauguración, lo que sucedió en junio de 1985. También en su período se construyó el Centro de Convenciones "Francisco Zarco".
José G. del Rivero Ibarra. Simpático y carismático, Pepe, fue alcalde de Gómez Palacio en el período que abarca de 1986 a 1989. Exitoso comerciante de oficio y profesión, se ganaba el cariño de la gente atendiéndola diligentemente y con respeto desde sus negocios de mercería "La Sonrisa" y de regalos, "El Abanico".
Enfrentó valientemente los problemas derivados del conflicto provocado por líderes de colonias populares, como Mascorro, Frausto, Morones y María Elena, entre otros, quienes introdujeron las famosas "Combis" para prestar el servicio de transporte a los habitantes de colonias que carecían de él, sin contar con el permiso de las autoridades del ramo en el Estado, lo que generó la protesta de las organizaciones sindicales transportistas, creando un serio problema social, que Pepe atendió y resolvió mediante el diálogo y acuerdos políticos. (Continuará).