A veces, presumimos de ser cultos porque pensamos poseer muchos conocimientos. Referimos la cultura al hecho de pertenecer a una clase social que nos da las posibilidades de viajar u obtener objetos decorativos de cierto valor. Nos pensamos en ese estado por tener cierto gusto en el vestir, o en el comer, o simplemente es una pose, un dejarse ver en los teatros, en los cines, en las exposiciones, o seguir las modas como inercia que nos incrusta en el mundo de lo agradable.
El mundo de la cultura nos relaciona con el arte, más que nada. Ya cuando hablamos de las expresiones populares, no lo referimos tanto a la cultura, sino a un nivel inferior, a menos que a alguien se le ocurra que eso debe de apreciarse al nivel del arte, así el tequila pudo pasar de ser representativo de las películas machistas mexicanas a convertirse en una bebida aceptada en todos los círculos sociales; aun así, hay quienes prefieren presumir de extranjero, menospreciando las producciones autóctonas de lo que sea para consumir lo que se produce más allá de nuestras fronteras, o lo contrario, el chauvinismo, pensar que sólo lo hecho en México está bien hecho, cerrándose a lo producido más allá de nuestro territorio.
Pensamos ser cultos por haber cursado una carrera universitaria, o por tener una situación económica boyante; presumimos conocimientos que hemos obtenidos de los medios de comunicación y cuando nos atoramos en algo, recurrimos a nuestros celulares que por medio del Google nos llena nuestras lagunas. No nos importa mucho no saber manejar los signos de puntuación ni la ortografía, como tampoco desconocer las grandes novelas o a los poetas clásicos, o cuales son los países que se encuentran alrededor del Mediterráneo y que son la cuna de la cultura occidental. Tampoco nos perturba mucho conocer cuáles son las grandes culturas mesoamericanas que son el fundamento de la cultura mexicana.
Pero entonces, ¿qué es ser culto? ¿Conocer? ¿Tener gustos exquisitos? ¿Ser rico? ¿Ser listo?
Cuando me enfrento a las definiciones sobre cultura, veo que son demasiado extensas y que a pesar de ello no abarcan todo lo que se supone es cultura. Tampoco pienso válida la afirmación de que todo es cultura. Ya muchas veces he dado mi definición: "Cultura es todo lo que da sentido a los actos del hombre", y si lo quisiéramos referir a nuestros usos de la modernidad, es el programa que poseemos en nuestro disco duro cerebral a través del cual interpretamos todas nuestras acciones, por más mínimas que sean.
El conocimiento no sirve de nada si no lo refieres a tus acciones cotidianas, si no alimenta tu conciencia en un sentido de ser. Conciencia y ser son las bases de la cultura. Sólo el hombre es capaz de ser culto porque tiene inteligencia y a partir de ella conciencia: Se da cuenta de que "es" y se puede preguntar, ¿para que soy?
El que pintó las cuevas de Altamira se dio cuenta de que tenía hambre, y de que había un animal que podía satisfacer esa necesidad y de que él podía obtenerlo cazándolo. Como un acto de planeación, se vio en el hecho de cazar a su presa, posiblemente atrapando primero el espíritu del animal en el dibujo. Hay un sentido de ser y una posibilidad para simbolizarlo.
Las manifestaciones culturales las agrupo como sigue: mito, rito, religión, filosofía, ciencia, tecnología, ideología, arte, usos y costumbres. Además, poseer una conciencia histórica que me refiera el hoy, con el ayer, con el mañana, para descubrir mi sentido de ser, y el de la sociedad en la que vivo, de donde también puede surgir un sentido de pertenencia a algo.
De aquí salen todas las reglas que rigen las acciones de los hombres, desde la más simple como lavarse los dientes, hasta las más complejas. De aquí también surgen los valores: aquellos actos que me sirven para conseguir algo superior. De nuestros procesos culturales, surgen todas las decepciones y las ilusiones: nuestros paraísos y nuestros infiernos, nuestra fe y nuestra certeza.
El hombre es culto, irremediablemente, aunque no lo sepa.
