Dicen que los cangrejos caminan para atrás. Algunas veces, los hombres han de añorar épocas pasadas; eso les hace volver a los tiempos de Don Simón pensando que fueron mejores. Otro dicho, que enriquece las ideas anteriores, expresa que todo aquel que ignora su historia, tiene el riesgo de repetirla.
Vamos por partes; lo que pasa en Estados Unidos, de alguna manera o de otra, nos remite a los no tan viejos tiempos que el mundo no termina de asimilar y que con conocemos con el nombre general de fascismo o nazismo. Hombres que predican la guerra en contra de una etnia, en este caso, los latinos; en aquellos, los judíos y que están dispuestos a hacer todo para combatirla; en aquel caso el exterminio, en éste se comienza con un muro; si, como aquel de Berlín, que cuando se derrumbó, muchos cantaron, festejaron, se regocijaron y fue el comienzo del cambio del sistema político de la URSS.
El que predica el muro lleva la preferencia, hasta ahora, de su partido para convertirse en el candidato para la presidencia de los Estados Unidos. El enojo es porque los latinos llegan a su país en busca de hacer la América, o del sueño americano, que una vez fue representado por medio de la estatua de la libertad que Francia donó a los Estados Unidos. Trump se olvida que todo ciudadano americano tiene a un emigrante en su pasado y que alguna vez estuvieron abiertas sus puertas a todo el que quisiera llegar y que precisamente así se enriqueció de talentos humanos, en todos los campos de su economía. Muchas de las familias multimillonarias tienen a un emigrante, con iniciativa, como ancestro.
Otra de las cosas que son olvidadas por quienes les conviene olvidar, es que al fin de cuentas, esos territorios fueron arrebatados a México; sí, acepto, porque los mexicanos no supimos defenderla, pero también por otros emigrantes, que una vez recibidos por México, se propusieron separarse del centro para fundar su propio estado, Texas, y después dejar que los vecinos los anexaran.
Un muro es volver a tiempos que pensábamos no iban a repetirse: la guerra fría, o el dominio de políticas fundamentalistas capaces de atentar en contra de la dignidad humana. Yo nunca hubiera imaginado que podría pasar; las gentes con cerebro no lo permitirían.
Tampoco hay cerebro de este lado. A pesar de los hechos, se sigue insistiendo en participar en estas aperturas del comercio que sólo benefician a unos cuantos y que no han sido respuesta para la mayoría de los países. La inversión prometida no ha llegado., Se han encontrado mejores condiciones en otras partes. La historia también nos platica de que el pez grande lo que busca es la mejor forma de explotar al que nada tiene, con largas jornadas de trabajo, bajos salarios (que una de las formas de bajarnos los salarios son las devaluaciones) situaciones injustas de sobrevivencia para que por hambre se acepten las condiciones de los poderosos.
Poner nuestra economía a la venta, es volver al porfirismo; una macroeconomía que sólo beneficia a los grandes capitales y una microeconomía que fastidia a todos los demás. Eso ya lo vivimos, y estamos en el camino de volverlo a vivir. Por ejemplo: el seguro social no ha sido la respuesta de salud pretendida. Me dicen que ya no cubre todas las enfermedades. El cáncer y el sida están en el aire; nos empujan a que en una enfermedad terminal acabemos por heredarle al doctor y a los hospitales.
Nos olvidamos que el grito de no reelección era para que castas políticas no se perpetuaran en el poder y gobernaran para su beneficio social. A pesar de darnos cuenta de que uno de nuestros grandes males es la corrupción del poder, estamos permitiendo que la reelección de ciertos puestos se haga efectiva. En el futuro, todo puede pasar.
¿Hacia dónde vamos? Lo ignoro. No hay ninguna flecha que indique que es hacia adelante a donde nos dirigimos; más bien es a volver a repetir los grandes errores del pasado: a tener una dictadura, a que los vecinos nos quiten otro cacho de nación, a sufrir persecuciones, a sufrir la pobreza, la hambruna; ver como explotan las bombas nucleares, (en eso anda Corea del Norte) y el futuro se nos salga de las manos.
A veces, a la humanidad le gusta presumir que no tiene nada de inteligencia.