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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

LAS COINCIDENCIAS

José Luis Herrera Arce

Vuelvo a citar del libro que leo, "El tercer Reich", de Michael Burleigh, en la página 863, en una referencia de lo que Hitler pensaba del nuevo orden de cosas cuando Alemania conquistara Europa:

"En la época de recolección, abriremos mercados en todos los centros de cierta importancia. Compraremos allí todos los cereales y la fruta y venderemos baratijas fabricadas por nosotros (…) Nuestras fábricas de maquinaria agrícola, nuestras empresas de transportes, nuestros fabricantes de artículos domésticos y demás encontrarán allí un mercado enorme para sus productos. Serán también un mercado espléndido para artículos baratos de algodón; cuanto más brillantes sean los colores mejor. ¿Por qué no habríamos de satisfacer el ansia que tiene esa gente de vestir de colorines?".

Las reflexiones no se quedan en saco roto. Los imperios modernos se siguen avocando a obtener de los países más pobres sus riquezas naturales, como el petróleo, y en cambio ofrecen las baratijas de la modernidad, como los teléfonos celulares o la tecnología de los juegos digitales. A esto se le incluye el mundo de fantasía que significan las películas de superhéroes (Marvel) o las grandes epopeyas que producen las películas seriadas. Hay una similitud con la afirmación que se hace en la misma página: "Nada de vacunas para los rusos, y nada de jabón para quitarles de encima la mugre… Pero hay que dejarles que tengan todas las bebidas alcohólicas y todo el tabaco que quieran".

Esto me trae la imagen de la Colón y la Morelos, llenos de barecitos para el esparcimiento de esta juventud que no encuentra su lugar en ninguna parte y que de seguro tampoco ha encontrado la forma de ejercer su profesión o su oficio dignamente. En los tiempos de Hitler, no existían las redes sociales, pero es otro elemento más mediante el cual las personas se fugan a un mundo de fantasía.

En el mismo libro, en la página 1173, dice lo siguiente:

"El gran éxito de los Estados Unidos consiste esencialmente en el hecho de que producen tanto como nosotros con dos tercios menos de mano de obra. Nosotros siempre hemos estado hipnotizados por la consigna: "La destreza del obrero alemán". Procuramos convencernos de que así conseguiríamos un resultado insuperable. Se trata de un farol del que nosotros mismos somos víctimas. Una prensa gigante moderna trabaja con una precisión que supera forzosamente el trabajo manual… En los Estados Unidos todo se hace a máquina, así se pueden emplear a verdaderos cretinos en las fábricas. Los trabajadores no necesitan formación especializada y, por tanto, son intercambiables. Tenemos que fomentar y desarrollar la fabricación de máquinas herramientas".

Esta idea del humano intercambiable prevalece. Lo que nuestras autoridades buscan es quien invierta en fábricas que contrate esa mano de obra barata que desgraciadamente es mucho más barata en otras partes y por eso las maquiladoras que antes existían en la región han tenido que emigrar. A los grandes capitales le ha dejado de interesar el hombre. No se plantea ningún mundo económico para resolver el problema de la sobrevivencia de la humanidad; todo lo que importa es producir réditos. Ni siquiera el trabajo es un medio para la realización de la persona. Se convierte en un mal necesario por la necesidad de sobrevivir.

Todo esto nos trae a la memoria libros futuristas como "1984" o "El mundo feliz". A la inteligencia humana se le puede distraer con la tecnología digital, el mal uso de los vicios, la inseguridad que provoca la comercialización de la droga (el soma de nuestro tiempo) porque a nadie se le ha ocurrido hacer una proposición diferente con el fin de resolver el problema humano.

Se siguen soñando las utopías que no acaban de llegar, pero las utopías para unos cuantos. Ya nos hemos cansado de escuchar el discurso de Trump.

Hago la última cita de este libro, página 862: "El 'espacio' lo poblarán y los transformarán soldados veteranos y agricultores de Alemania, junto a colonos daneses, holandeses, noruegos y suecos en el norte 'por acuerdo especial'. Los colonos disfrutarán de granjas grandes; el funcionariado de magníficas oficinas centrales; habría palacios para los gobernadores regionales. La Sociedad colonial alemana iba a ser una 'fortaleza' literal y metafórica, cerrada a los de afuera, ya que 'nuestro mozo de establo más insignificante debe ser superior a cualquier nativo'".

La modernidad nos ha traído a las colonias cerradas en nuestra ciudad. Se siguen dando todas las coincidencias.

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