La mujer fuerte
Nada que no seas tú.
Nada que no seas tú me satisface/ ni aquel sueño de gloria que en secreto/ me cuenta sus promesas como un reto/ para luchar con arma que me place.
Ni el engañoso amor que se complace/ en ofrecerse a diario tan concreto;/ ni la antigua inquietud que sin objeto,/ me invita a hacer el viaje que el viento hace.
Nada que no seas tu, mi mujer fuerte, /proveedora del bien, noble figura que salomón gravara al aguafuerte,/ en proverbio de bíblica cordura./ ¡A mi lado te quiero hasta la muerte! /Mujer ideal, compendio de hermosura. (Emilio Herrera Muñoz).
En el libro de los proverbios de Salomón, viene la descripción de la mujer fuerte. Comienza de la siguiente manera:
"¿Quién hallará a una mujer fuerte? De mayor estima es que todas las preciosidades traídas de lejos y de los últimos términos del mundo.
En ella pone su confianza el corazón de su marido.
Ella le acarrea el bien todos los días de su vida, y nunca el mal. Busca lana y lino, de que hace colores con la industria de sus manos…".
Nada mejor para comenzar a pintar a mi madre, quien cumplió sus noventa años muy bien cumplidos. No fue ninguna virgen, ya que tuvo con mi padre nueve hijos, y no solamente los tuvo, sino que los creó, los modeló, los formó e impregnó en su alma el coraje de vivir y de cumplir su misión en la vida. Supo estar junto a ellos en todos los momentos, corregir a tiempo y apoyar cuando fue preciso. Pensó siempre primero en ellos y en su marido y nunca la detuvo nada para hacer lo necesario y sacar a la familia adelante.
Estudió solamente hasta el tercer año de primaria; sin embargo, llegó a manejar una joyería propia y después apoyó a mi padre en sus propias empresas. Lo mismo, cuando fue necesario, vendió comidas con entrega a domicilio (ella dice que fue la primera, lo dejo para los historiadores). Distribuyó unos trapeadores que fabricaba una tía mía en Monterrey. Lo que no aprendió de la escuela lo obtuvo de la vida y de mi padre, quien fue su gran maestro; y sobre todo, supo respaldar a su marido en todas las actividades en las que éste se comprometió. Sin ella atrás, ¿qué hubiera podido hacer él? Todo el tiempo que dio mi padre a la ciudad se lo pidió prestado a mi madre y ella, con gusto, lo cedió.
Siempre ha sido una mujer hacendosa y activa. Excelente cocinera. Sus cajones se encuentran llenos de recetarios. Tejía de maravilla. Si algo lucí con orgullo en mis años infantiles y juveniles, fueron los sweaters que ella me hacía. El gancho y las agujas fueron sus diarias compañeras hasta que sus ojos no pudieron más. Lo mismo, por algún tiempo, se dedicó al repujado y cuando se le metía en gana, se atrevía a corregir los errores de los cuadros que se encuentran en casa.
Yo no aprendí a usar las herramientas de mi padre, lo aprendí de mi madre (yo lo hice mal, salí a mi padre; tengo hermanos que lo hicieron mejor, salieron a mi madre, a quienes no se les atora componer la plancha o el radio, usar el martillo, las pinzas y el serrucho).
Las manos de mi madre no son finas, para que les voy a mentir, son hacendosas; y esa es la mejor habilidad para unas manos. No se deja vencer por nada. Se entrega a los amigos; fue capaz de encargarse de los hijos de unos, por algún tiempo, cuando hubo necesidad. Quien la necesita, la encuentra. Los últimos doce años de su vida se ha entregado al servicio social en La Casa del Anciano. Los ayuda en la organización de los bazares. Insisto: tiene noventa años y aún asiste.
Ella nos comenta que no se quiere estar sentada de inútil en un sillón. Ir al asilo le da la vida, la llena de fuerzas. Si no hace eso, siempre anda buscando qué hacer, nunca se está quieta; o son sus plantas, o es acomodar los closets, o arreglar los patios, hacer la comida (la hace a diario para seis), o estar inquieta porque no tiene nada que hacer y entonces se pone a bolear todos sus zapatos.
Ya en la tarde, se sienta a ver su tele; y eso, si no hay algo que la distrae.
Mi madre me ha mostrado que la vida es "hacer". Ella principalmente ha "hecho" la cadena fuerte que une a mi familia. La cosa más complicada la hace sencilla. Ha recorrido el mundo y no lo presume. Es una mujer que sobre todo ha sabido vivir. Una mujer fuerte.
Por: José Luis Herrera Arce