LA CALIDAD CULTURAL
En el artículo anterior, afirmamos que todos los hombres forzosamente tenían que ser cultos; sin embargo, no todas las expresiones culturales cuentan con las mismas características de calidad, ni proyectan la misma profundidad del pensamiento. Por ejemplo, la música de banda y la música clásica son música; sin embargo, nos refieren a diferentes paradigmas y circunstancias. Una no puede remplazar a la otra ni poseen los mismos sentidos de uso.
Cuando analizamos los productos culturales, tendríamos que contextualizarlos. Un museo cumple una función que está relacionado con la historia; en una iglesia, se pueden encontrar objetos similares a los que se encuentran en un museo y sin embargo la contextualización difiere, ya que en la iglesia el paradigma es el culto. Los mismos cuadros y objetos en una casa cumplen una función decorativa o de expresión de nivel social.
Algunos teóricos dividen a la cultura en niveles: la superior, la media, la popular y la de masas, que algunos llaman brutal. A lo mejor, la clasificación es elitista, como lo sería la concepción que la produjo, temiendo la invasión de la cultura de masas en las otras manifestaciones, sobre todo en la llamada superior y en la popular, de lo cual no estaban del todo equivocados.
Me centro en la cultura popular: todos los pueblos, que se precian de serlo, se han abocado a encontrar un sentido de la vida como pueblo a partir del cual han forjado su grandeza.
Cito a Eduardo Matos Moctezuma:
"El templo mayor era el edificio que concentraba el más alto grado de sacralidad entre los mexicas. Y no podía ser de otra manera, pues se le conocía como el centro del universo, el "Ombligo del mundo". De él, partían los cuatro rumbos cardinales".
Más adelante agrega:
"La gran plataforma en la que se asienta todo el edificio representa el nivel terrestre, en tanto que los cuatro cuerpos que lo conforman, los trece cielos de la cosmovisión mexica. El más alto de ellos era el llamado Omeyocan o lugar de las dualidades. De hecho, en la parte superior del templo se encuentran los dos adoratorios de Tláloc y Huitzilopochtli que representan esa dualidad importante para el mexica, pues era imagen clara de sus necesidades más apremiantes, la guerra como medio de conquistar otras regiones para imponerles tributo y de ahí la importancia y presencia del dios de la guerra; y por el otro, la producción agrícola, el agua, la lluvia, todo aquello que representa Tláloc y que era indispensable para un pueblo agrario como el mexica."
En el monumento, que es una expresión cultural, se encuentran los significados del quehacer cotidiano de un imperio que estaba en su máximo apogeo cuando la llegada de los españoles. La expresión de un sentido de ser y de hacer que en muchas de sus expresiones era muy profunda.
La cultura popular encuentra su razón en la historia. No es un mero regionalismo, sino la explicación del aquí y del ahora, de los usos y de las costumbres, de los rituales de todos tipos, Cuando se pierden estos rasgos culturales, entonces se van perdiendo las tradiciones y los sentidos anteriores y son remplazados por otros que no necesariamente son mejores. Por ejemplo, considero que el inglés no tiene mejores cualidades que el español, sin embargo, su necesidad actual corresponde a una necesidad comercial, un antecedente necesario a la globalización económica mundial.
Hablar de manifestaciones culturales, implica entonces establecer los paradigmas de las polémicas. En los momentos actuales, la cultura que profesamos, es la más apropiada para resolver nuestros problemas sociales y personales, o ¿se nos ha perdido algo en el camino que debemos de recuperar? Cuando se nos ha enseñado a despreciar lo que nuestra tradición nos ha legado con el fin de adoptar manifestaciones culturales del exterior, bajo un aparente camino a la modernidad, es cuando nos deberíamos de ponernos a reflexionar si estamos en lo correcto o no; sin que esto suponga aferrarnos a lo local negando toda influencia del cultura mundial.
Somos producto de dos imperios, el azteca y el español. Algo debemos de tener de bueno para ofrecer al mundo.