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Ensayo sobre la cultura

LAS IMÁGENES Y LOS TROPOS

Juan Ramón Jiménez, sin duda alguna, es de los más grandes poetas españoles. No solamente es el amo de los ritmos, sino que es único para la construcción de sus metáforas. "Primavera amarilla", verso que a continuación transcribo, es toda una imagen muy particular de la primavera visto a través de sus ojos. El poeta tiene algo que comparte con el filósofo, la intuición, el saber que detrás de las cosas existe algo muchas veces imposible de hacer una descripción; solamente se presiente, y nos lleva de la mano a través de ese presentimiento para caer en la última imagen que es genial: Abrió Dios sus manos amarillas. El sentido del último verso se encuentra a lo largo de todo el poema que es una unidad. Así son los grandes poemas, un todo que carga su sentido semántico en la última palabra.

Abril venía, lleno /todo de flores amarillas:/ amarillo el arroyo,/amarillo el vallado, la colina,/el cementerio de los niños,/ el huerto aquel donde el amor vivía.

El sol unjía de amarillo el mundo,/con sus luces caídas;/¡ay, por los lirios áureos,/el agua de oro, tibia;/las amarillas mariposas/sobre las rosas amarillas!

Guirnaldas amarillas escalaban/ los árboles; el día/era una gracia perfumada de oro,/ en un dorado despertar de vida.

Entre los huesos de los muertos,/ abría Dios sus manos amarillas.

La pregunta es: ¿Por qué la primavera y la esperanza son amarillas? Ese es el contexto semántico del poeta, su visión según sus circunstancias.

Algo parecido, pero en prosa, con toda la musicalidad poética, es concierto barroco de Alejo Carpentier. Transcribo el principio: "De plata los delgados cuchillos, los finos tenedores; de plata los platos donde un árbol de plata labrada en la concavidad de sus platas recogía el jugo de los asados; de plata los platos fruteros de tres bandejas redondas, coronadas por una granada de plata; de plata los jarros de vino amartillados por los trabajadores de plata; de plata los platos pescaderos con su pargo de plata hinchado sobre un entrelazamiento de algas".

Los tropos son el uso de todas estas imágenes que nos llevan a sensibilizar todos los sentidos: La vista, el gusto, el tacto, el oído, el olfato. La intuición es formarse una idea de las cosas por medio de las referencias que no solamente escriben lo exterior, sino que penetran el interior sin saber a ciencia cierta de qué se trata.

Cito a Pellicer: "El trópico entrañable/sostiene en carne viva la belleza/ de Dios. La tierra, el agua, el aire, el fuego,/ al Sur, al Norte, al Este, y al Oeste,/concentran las semillas esenciales/el cielo de sorpresas/la desnudez intacta de las horas/ y el ruido de las vastas soledades".

Es posible descubrir que la naturaleza tiene alma y el poeta la traduce o lo intenta. Tenemos que recordar que cuando se instituyeron los nacionalismos, a lo primero que se cantó fue a la naturaleza. Nos apropiamos del espacio convirtiéndole en místico porque fue el lugar donde se comenzó a construir el paraíso.

López Velarde canta: "Patria: tu superficie es el maíz,/tus minas el palacio del rey de Oros/y tu cielo, las garzas en desliz/y el relámpago verde de los loros./ El Niño Dios te escrituró un establo/ y los veneros de petróleo el diablo".

Las descripciones trascienden las palabras. La metáfora es el único acercamiento posible a la realidad. Cada poeta tiene su mundo metafórico que enriquece nuestra propia visión de las cosas. Los buenos poetas son irremplazables.

Manuel José Othón escribe: "¡Ni un verdecido alcor, ni una pradera!/ Tan sólo miro de mi vista enfrente,/ la llanura sin fin, seca y ardiente,/donde jamás reinó la primavera.

Rueda el río monótono en la austera/ cuenca, sin un cantil ni una rompiente;/ y, al ras del horizonte, el sol poniente,/cual la boca de un horno, reverbera.

Y en esta gama gris que no abrillanta/ningún color, aquí do el aire azota/ con ígneo soplo la reseca planta,

Sólo, al romper su cárcel la bellota/ en el pajizo algodonal levanta/ de su cándido airón la blanca nota".

Y así como es posible traducir los paisajes, también se traduce el alma de los hombres, la búsqueda de Dios, el sentido de la vida. Dejemos eso para el próximo artículo.

  Por: José Luis Herrera Arce

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