¿Y cuál va a ser nuestra revolución?
Mientras que los americanos ya eligieron su futuro, que seguramente afectará al nuestro, nosotros no tenemos ni la más remota idea de cómo vamos a reaccionar ante los posibles escenarios que se nos presenten. Con qué cara, fuerza, prestigio, contundencia, si los problemas cotidianos no los hemos podido resolver de forma convincente y navegamos con la demagogia barata para cubrir los hoyos sociales. Hace poco, se decía que no debemos quejarnos del estado de nuestro pavimento, ya que la seguridad ha mejorado; o sea, como la seguridad ha mejorado, el mantenimiento de la ciudad se puede ir al diablo y eso que pretendemos hacer de Torreón un lugar turístico con el marco religioso. No lo creo posible.
Lo de la seguridad, a lo mejor no se resiente como antes, pero siguen existiendo problemas: gente que sale a caminar y ya no regresa. La familia lo encuentra muerto (le sucedió a alguien cercano a mí, hace escasas dos semanas). Ah, pero ya no son tantos, nomás tantitos, que le estamos pidiendo al municipio que se ponga a tapar los hoyos a nuestras calles.
Estados Unidos ha tomado la resolución por irse por el camino duro para resolver sus problemas. Los carteles lo dicen: queremos volver a ser grandes. Nosotros nunca lo hemos sido y seguimos dejando que nos resuelvan la vida, lloramos por su comercio, por sus latas, por sus productos, despreciamos lo que nosotros mismos producimos porque nos han metido en la cabeza que allá se hacen cosas de mayor calidad o más baratas.
Cuando se cierren las fronteras, ¿con qué vamos a reemplazar las marcas americanas? Me imagino que las fronteras se van a cerrar en un solo sentido; o sea, a lo mejor seguimos importando aunque no exportemos. No tenemos el suficiente orgullo como para tomar la solución de producir lo que consumamos, ya que nuestro nivel tecnológico no lo hemos dejado desarrollar lo suficiente como para lograr la completa independencia. La globalización nos ha convertido en dependientes, hasta los programas de la televisión mexicana son clonados porque no tenemos la materia gris suficiente como para inventar nuestras propias comedias, melodramas y programas de concurso. En muchos campos, andamos igual.
Hay muchas cosas por hacer y pocos que le entren. Vivimos la corrupción de los políticos. Cuatro o cinco estados han acumulado una deuda espantosa que difícilmente pueda ser manejable, y dejan escapar a los presuntos culpables o les protegen las espaldas. Se ve que no son nada más los gobernadores, sino las personas que ocupan los lugares de los curules de los congresos estatales que permitieron tales niveles de endeudamiento, o que los vuelven legales. Uno es mal pensado y considera que algo les ha de tocar en la tajada.
Suena ridículo que los partidos den de baja a tales elementos a estas alturas. ¿Por qué no lo hicieron antes? ¿Por qué no se dieron cuenta? ¿Por qué no los controlaron? Por donde quiera que la veas, no tienen excusa. O eres un inepto para supervisar o estás inmiscuido. Por cualquiera de las dos razones, los líderes que hoy se rompen las vestiduras, deberían renunciar.
La mera verdad, los partidos se han vuelto negocio, por ello proliferan. La democracia en esto se ha venido a convertir. Vivimos en una nación de treinta millones de personas en extrema pobreza. ¿Cómo puede ser posible que alguien que gana ochenta o cien mil pesos mensuales diga que los representa? Ni siquiera pueden ser la voz de los que ganan diez o quince mil pesos porque su fortuna depende de supeditarse a la corrupción y no el hacer justicia al pueblo.
No estamos unidos. Nuestro nacionalismo se ha ido a la basura. Ni siquiera conocemos nuestra historia y mucho menos la respetamos. Para echar pestes contra los que hicieron patria y juzgarlos, nos mandamos a hacer, pero nosotros no hacemos nada. Como se dice en la novela de Los de abajo: somos piedras que caemos de los cerros por inercia.
¿En que hemos convertido la revolución? La amenaza en que se puede convertir Trump no es broma. Convencido estoy de que las fuentes de trabajo no van a venir de ninguna maquila americana. Primero son ellos. Y si corren a todos los ilegales, van a venir a dar a nuestra tierra con toda la problemática social que eso representa.
Es hora de ponernos las pilas, de informarnos, de opinar, de actuar.