¿Y LA REVOLUCIÓN?
Por los medios estamos informados: cinco gobernadores están en tela de juicio por haberse servido de sus puestos para hacer negocios personales, por medio de empresas fantasmas o prestanombres; o darle preferencia a amigos y parientes en los negocios con el gobierno. Uno se les escapó, o lo dejaron escapar, puesto que fuga por demás anunciada no pudo haber otra, ¿para qué renunció si no? Que no sepan donde está, resulta por demás increíble. Sólo nos queda desear que algún otro no se les escape.
Lo que sorprende son las cantidades multimillonarias de endeudamiento. Uno se pregunta para qué sirven los congresos estatales que según esto nos representan y velan para que se haga justicia. El mal pensamiento me invade. La única conclusión posible es que se encuentran coludidos en el problema y también se les debería de investigar. ¿Quién es el bueno que le ponga el cascabel al gato?
Por si lo anterior fuera poco, preciso, la megadeuda a los estados, la falta de castigo a los culpables, la irresponsabilidad de los congresos locales y la falta de control que permite que esto suceda, vivimos una época de devaluación, los vecinos no nos favorecen, la gran amenaza de deportación y la forma tan ridícula de enfrentar los problemas. Que los empresarios afirmen que van a crear las suficientes fuentes de trabajo para recibir a los deportados es una de las tantas burlas con que la demagogia tapa sus agujeros. Si lo pudiera hacer, no habría falta de empleos en la nación y por lo tanto existiría forma de combatir la inseguridad nacional, pero como no lo pueden hacer, hay desempleo y la gente ha tenido que emigrar a otros lugares desde donde nos los van a devolver para que se enfrenten con su hambre.
No solamente tenemos que luchar en contra de la inmensa corrupción política que sufrimos, los delincuentes de cuello blanco, con fuero o sin él, ni siquiera sienten vergüenza o tienen algún interés por su nombre o dignidad o la de su familia, también tenemos que sufrir la burla de las declaraciones tan desfasadas de la realidad y sufrir las consecuencias de los actos de terceros.
¿Consecuencias? Se han sacrificado todos los presupuestos. No hay dinero para nada. Nos quedamos con las migajas que caen de la mesa. Si los políticos se sirvieron con el cucharón inmenso de su codicia, al pueblo le dejan el gotero, nada más para que se empape los labios sin apagar la sed.
Todo está en juego, las jubilaciones, el futuro, la seguridad social, la educación, el desarrollo social. Cuando uno piensa que ya tocó fondo, nos descubren las sorpresas, ¿Quién sabe que se nos tenga preparado como regalo navideño?
Todavía se pueden sacar conclusiones de lo que ha estado sucediendo. Hemos de dar a la moral por muerta. Los políticos ya saben cuál es el camino para hacerse millonarios. Si se puede huir tan fácilmente como lo hizo Duarte, nada los va a detener. Ya se está hablando de otros.
Si no protestamos, las cosas van a seguir peor. No decir nada, compadrito, por arriesgar "el hueso", un contrato, un negocio, no es trabajar para un futuro, vas a hundir a los que vienen tras de ti. La democracia supone tener dignidad, exigir a los diputados estatales que nos representen, no que nos traicionen, que sean nuestra voz que exija se investiguen los delitos, no que le ande cubriendo las espaldas al político que está en una escala superior a él, eso sólo quiere decir que también necesitan se las cubran. Bien dice la máxima: quien nada debe, nada teme. ¿Por qué tanto guarura cuidando políticos? ¡Nos cuestan!
Y estamos festejando nuestra revolución. Nos debería de dar pena llenarnos la boca con la dichosa palabrita tan manoseada. Treinta millones de mexicanos se encuentran en la extrema pobreza. ¿Qué decían de los empleos que nuestra gloriosa iniciativa privada puede crear? No se burlen de nosotros. Calladitos se ven bonitos.
Demagogia y vergüenza son los frutos de los trabajos de Madero, Carranza, Villa, Zapata, Cárdenas y todos los demás quienes intentaron darnos patria. Mientras que aquellos se reparten las riquezas, al pueblo le siguen repartiendo la pobreza y la hambruna.
¡Bienvenido paisano!