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Entre la ciencia y el maltrato

El testado en animales

Entre la ciencia y el maltrato

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ROBERTO ITURRIAGA

La preocupación por el maltrato animal se ha extendido en las últimas décadas en todo el mundo, activistas y ciudadanos en general han denunciado cada vez más casos en espectáculos, actos culturales y en la misma vida diaria, pero sin duda, uno de los reclamos más enérgicos ha sido contra las pruebas de laboratorio con animales.

En ese aspecto, organizaciones como la PETA (Personas por el Trato Ético en Animales, por sus siglas en inglés), han tomado la vanguardia en la lucha pública contra las pruebas científicas en cualquier clase de animal, han advertido que se trata de prácticas con “poca efectividad real”, “crueles” y un sinnúmero de otros adjetivos negativos. Se han valido de protestas, luchas en el plano legal y difusión de imágenes de supuestos laboratorios con animales de prueba en todo el mundo.

Al hablar de un “testado”, o una prueba en animal, se pueden realizar experimentaciones con sustancias inyectadas o ingeridas, generalmente se utilizan dentro de la toxicología, para la producción de medicamentos de toda clase; también se pueden aplicar sustancias o procedimientos en la piel y zona externa de los animales, una práctica más solicitada por las empresas de cosméticos; otras pruebas contemplan, también someter a los animales a ciertos episodios de estrés o trauma, y luego ver si la aplicación de alguna sustancia sirve para mitigar el efecto.

Las pruebas en animales no son pocas, en todo el mundo se realizan a una escala masiva que deja miles de millones de dólares en ganancias, organizaciones como la misma PETA y Greenpeace, estiman que cada año se utilizan entre 90 y 120 millones de animales de todo tipo para pruebas en laboratorios, los ejemplares en su mayoría son ratones, ratas, chimpancés, gorilas, conejos, aves, peces e incluso algunos anfibios como ranas e iguanas. La mayoría son criados dentro de zonas especiales y luego enviados a los laboratorios de todo el mundo, aunque se han denunciado invasiones a zonas naturales donde se capturan y luego se llevan a los laboratorios.

Los precios por cada animal vendido a cada laboratorio varían de acuerdo al país, aunque los activistas afirman que lo único seguro es que todos los ejemplares utilizados por la ciencia terminan asesinados, luego de pasar varios años en un estado de sufrimiento y estrés.

Animalistas ganan terreno

La lucha de los activistas pro animales tuvo una victoria significativa hasta el año de 2013, cuando la Unión Europea prohibió la venta de “todos los cosméticos, o ingredientes de cosméticos, que hayan sido probados en animales”, lo que dejó a los laboratorios sin un mercado importante para realizar ese tipo de pruebas en el futuro; en su lugar, muchas compañías de belleza optaron por probar sus productos de formas alternativas.

La determinación de la Unión Europea tuvo un “efecto dominó” en otros países como la India, Australia y China años más tarde, pero también provocó que aumentaran los reportes de pruebas en animales en Estados Unidos y otros países de América Latina. Tal situación depende estrictamente de las regulaciones legales, por ejemplo, en México la Comisión Federal para la Protección contra los Riesgos Sanitarios (Cofepris), sigue contemplando las pruebas en animales como un paso previo para la aprobación de algún medicamento o producto.

El debate entre gobiernos y activistas se ha intentado hacer formal a través de diversas peticiones y consultas, aunque en Estados Unidos la situación aún no registra avances significativos, principalmente por la cantidad de recursos que se invierten cada año en las pruebas con animales (oficial y extraoficialmente) de parte de las grandes compañías de fármacos y cosméticos.

Por su parte, los activistas han intentado dar a conocer las formas alternativas de realizar las pruebas en nuevos productos, han apelado a los cultivos de piel humana, a las microdosis en seres humanos e incluso a nuevos modelos de computadora, diseñados para simular los efectos en la salud de diversos compuestos químicos. Al respecto, PETA afirma que cuentan con el respaldo de diversos organismos científicos, quienes incluso han calificado esos nuevos métodos como “innovadores y eficaces”.

Mientras se mantiene la lucha por retirar esas pruebas de más países, las organizaciones ambientalistas y animalistas cuentan ya con diversas listas de compañías que venden sus productos sin necesidad de “maltratar seres vivos”, se encuentran publicadas a través de sus plataformas Web, además de que en algunos casos han logrado que se impriman sellos especiales para notificar a los clientes de tal situación.

La alternativa

Un equipo de investigadores de Luxemburgo, creó un tejido cerebral de forma artificial a partir de células madre. A través de este logro, se ha avanzado en los limites de conocimiento de la biomedicina, una especialidad que explora métodos alternativos a la experimentación con animales.

Hasta ahora las alternativas consisten en sistemas basados en técnicas “in vitro” o en modelos generados por ordenador.

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