Por su hija. Desde la novena estación, Natalio recorre una de las subidas más pronunciadas, de rodillas en agradecimiento a Dios.
Para agradecer a Dios que su esposa Leticia y su hija mayor están en casa, Natalio Rodríguez desde hace ocho años, sube parte del acceso al cerro de las Noas de rodillas. No hay preparación previa, únicamente la fe y la gratitud lo fortalecen para resistir.
Una vez que terminó la representación del Viacrucis, Natalio acompañado de su pequeña comenzó su manda, que desde el nacimiento de su pequeña, la lleva a cabo año con año.
Con una gran mochila sobre su espalda, en la que lleva agua, pañales y biberones de sus otras dos hijas, es como sube de rodillas Natalio, originario de la Ermita, municipio de Lerdo, Durango.
Su manda de rodillas la inicia donde se lleva a cabo la tercer caída de Jesús de Nazaret, es decir, en la novena estación, la cual se ubica en la subida más pronunciada del Cerro de las Noas. Con dos botellas en cada mano, es como Natalio se apoya en el ardiente asfalto, para no renunciar a su promesa.
Cuenta que fue hace ocho años, cuando su esposa estaba a punto de dar a luz a su pequeña, cuando las complicaciones se presentaron, poniendo en riesgo la vida de sus dos mujeres. Fue entonces, que prometió recorrer parte del acceso al Cerro de las Noas, de rodillas durante los primeros 15 años de vida de su hija mayor.
"Llevo ocho me faltan siete, es un milagro que mi padre Dios me regresara a mi señora y a mi niña".
Natalio, de 29 años de edad, dice que no realiza ninguna preparación previa para esta dura prueba. "Es instantáneo. No es difícil, entre más difícil es que no tenga fe y se me hace más largo mi camino", comentó.