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FACULTAD DE MEDICINA

EL SENTIDO COMÚN EN LA CONSULTA MÉDICA

DR. EVARISTO JAVIER GÓMEZ RIVERA*

"Las verdades de hoy, son las mentiras de mañana", reza un viejo adagio y aplica sobre lo que en seguida comento a mis amables lectores. Muchas veces se presta a sátira y sarcasmo, la facilidad con que, al paso del tiempo, algunos médicos pasan de determinadas dietas a otros totalmente contrarias. Tal es el caso de las restricciones que para los dolores gotosos, desde joven, recomendaron a un paciente amigo mío, ya fallecido. Notable fue ver, cómo, con singular entusiasmo, primero recomendaron comer carnes blancas y no rojas, después, las rojas y no las blancas; más tarde nada de carnes y, al final todas las que quisiera; la gota siguió su marcha y mi amigo termino muriendo de un infarto cardiaco. Hay cosas curiosas en los consejos médicos, como la repulsión arbitraria a determinados alimentos, me refiero a la carne de cerdo y sus derivados; son lo primero que prohibimos, cualquiera que sea la molestia que nos consultan. Es indiscutible que para el enfermo del riñón sea inadecuado, pero en la mayoría de los casos, se prohíbe por rutina, con absurda falta de crítica. La carne de cerdo sin duda tiene valor alimenticio, por la rica proporción de proteínas, sin olvidar los deliciosos condimentos de algunos platillos, tan populares en la cocina mexicana.

Contadas son las enfermedades en las que podemos decir, sin temor a equivocarnos, qué es lo que se debe comer. Las clásicas listas de alimentos buenos y malos, lo que indican son excesos, que es necesario canalizar y moderar, ojala que dentro de algunos años, lo recordemos, sólo como ejemplo de desigualdades sociales. Parte de la humanidad come en exceso y la otra come menos de lo que necesita; a la corrección de esos errores, se debe que el hombre viva más, pero eso no es gracias a los médicos, sino a las circunstancias sociales, impuestas por necesidad y justicia.

Rechacemos los regímenes dietéticos de plantilla, fundamentalmente arbitrarios y respetemos estrictamente las circunstancias individuales, pensando no en la enfermedad, sino en el enfermo, como un traje a la medida, ajustado a las necesidades del enfermo y a nadie más. No hay alimento tan bueno que sea bueno para todos, ni los hay tan malos, que no sean buenos para algunos.

Alguna vez, alguien preguntó acerca de cuáles alimentos le sentarían mejor y el médico respondió: "eso mismo iba yo a preguntarle, después de tantos años, usted sabe lo que le sienta bien, mucho mejor que yo, que apenas lo conozco, desde hace unos minutos". Respetemos pues, el gusto de los demás, tengamos en cuenta, que en cuestión de gustos, aun los raros y arbitrarios, son válidos. Recordemos que complacer al enfermo, siempre que se pueda, es esencial. Nada de lo que se hace contra la comodidad del enfermo debe aconsejarse, salvo muy contadas excepciones. No olvidemos que para los enfermos es importantísimo el bienestar espiritual y en ese ambiente, hay más posibilidades de éxito, que en otro, pleno de restricciones, disgusto y depresión.

El talón de Aquiles del humano, está en el aparato regulador de las emociones, ahora se llaman enfermedades psicosomáticas, yo digo: son cosas viejas, que se conocen desde antaño, pero que aún no han sido bautizadas. Hoy en día advertimos que hay enfermedades que desaparecen y algunos remedios se desvanecen como el humo, después de algunos años. Para gloria de la medicina hay males que hemos podido exterminar y sabemos de otras, antes ignoradas, que al conocerlas avanzamos para la curación. Muchas veces, las supuestas enfermedades resultan ser mitos, creados más que por ignorancia, por afán de dar nombre a lo que no conocemos y también por el afán de los que sufren, que creen aliviarse, si ponen rótulo nuevo a su dolor.

Sumemos a esto los muchos que paladean con delicia, el advenimiento de "dolencias nuevas", precedidas y rodeadas de esplendorosa propaganda y comprenderemos, por qué los médicos, se ven obligados a pintar con colores diferentes, algunas enfermedades dando a dolencias viejas, nombres llenos de novedad. Así hemos visto el triunfo y la decadencia de la colitis, el histerismo, la neurastenia, las colagenopatias, y la distonia vegetativa sólo por citar ejemplos.

No es que estas enfermedades no existan, entiéndase bien, ni que dejen de ser importantes, sino que esos nombres han dejado de ser solución arbitraria para los problemas sin resolver.

*Traumatólogo. Profesor de Ortopedia de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.

La próxima colaboración será de la Dra. Susana Bassol Mayagoitia, Endocrinóloga de la Reproducción.

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