Las obsesiones son experiencias mentales no deseadas que están asociadas a sentimientos de pavor, aversión, o a la sensación perturbadora de que algo no está bien. El sujeto reconoce que, en algún momento, estas preocupaciones son inapropiadas respecto a la realidad y generalmente tratará de ignorarlas o suprimirlas. Son pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes vividos como intrusivos e inapropiados y causan marcada ansiedad o malestar. No son simplemente preocupaciones excesivas sobre los problemas de la vida real. Son reconocidas como producto de la propia mente y no impuestas desde el exterior. Las compulsiones son conductas que se pueden ejemplificar con acciones repetidas como lavarse las manos, ordenar, revisar. También, actos mentales encubiertos como, por ejemplo: rezar, contar, repetir palabras en silencio. Estos hechos se llevan a cabo para reducir la intensidad de las obsesiones. Pueden aparecer como conductas gobernadas por especificaciones internas rígidas y a menudo irrelevantes. Son inapropiadas en su naturaleza e intensidad en relación con las circunstancias externas que las provocaron.
El TOC se presenta generalmente por primera vez en la niñez o la adultez temprana. Un 65 % de los pacientes inician antes de los 25 años de edad, 15 % después de los 35 años y 30 % en la niñez o adolescencia temprana. En este último grupo los varones predominan 2:1, en contraste en la población adulta es levemente más frecuente en las mujeres. Se pensaba que era un trastorno muy poco frecuente. Sin embargo, las bajas frecuencias encontradas previamente pueden relacionarse con la intensa vergüenza y secrecía asociadas al trastorno y con la resistencia de quienes lo sufren a revelar su sintomatología. Los temores de contaminación se presentan en la mitad de los pacientes, los temores injustificados de que algo está mal (llamado "duda patológica") en un 40%, otras obsesiones como necesidades de simetría, temores de herirse o herir a otro o preocupaciones sexuales no deseadas se presentan en 25-30 %. Los rituales predominantes son el estar revisando o descontaminando; la organización, el conteo, la repetición, y los actos supersticiosos ocurren con menor frecuencia. La mayoría de los pacientes tienen múltiples obsesiones y compulsiones.
El trastorno puede ser el resultado de múltiples procesos patológicos que afectan el funcionamiento cerebral, ya que no se cree que los síntomas sean consecuencias de un trauma psíquico. En los casos en que éste se asocia con el inicio del TOC se piensa que la experiencia potencia la propensión a desarrollar el trastorno en sujetos susceptibles y no que ésta sea la causa del problema.
El trastorno es más frecuente en miembros de familias con TOC y al incluir formas leves la frecuencia aumenta en familiares de primer grado. Existe una variedad hereditaria relacionada con tics de inicio en la infancia. Se ha ligado con el gen responsable del Síndrome de Tourette, asociado con tics motores crónicos, tics vocales y TOC. En este modelo, los varones portadores del gen tienen 90-95 % de probabilidad de desarrollar tics, mientras en las mujeres ésta es menor (un 60 %), pero una mayor proporción desarrollará TOC. Lo interesante es que el TOC ha pasado de ser una condición que se consideraba exclusivamente psicológica a uno de los trastornos en los que existe una mayor evidencia de fenómenos físicos (cerebrales) asociados con su origen.
*Psiquiatra. Profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Othón Gittins Núñez, Oftalmólogo.