En los últimos años, la tecnología se ha desarrollado de manera exponencial y con ello se ha logrado un mayor y más rápido acceso a cualquier información, incluyendo la información médica. En la actualidad, existe un sinnúmero de páginas, blogs, tutoriales y también servicios pagados que nos acercan a interlocutores desconocidos, los cuales ofrecen, entre otros, atención médica sin salir de casa.
Esto ha traído como consecuencia que una parte de la población indague un diagnóstico para su padecimiento, basándose en búsquedas como: causas de dolor de cabeza, ¿por qué se me hinchan los pies?, tengo una manchita en el brazo… Como resultado de estas búsquedas, los pacientes encuentran diagnósticos tan inespecíficos como sus propios síntomas. En ocasiones, dichos pacientes se han indicado costosos exámenes de laboratorio o radiografías que no tienen nada que ver con su padecimiento, e incluso algunos han tomado medicamentos de uso controlado a causa de esa información, poniendo en peligro su salud y, en algunos casos, su propia vida. De aquí se desprende una cuestión de gran relevancia para el ámbito de la salud pública: muchos de los sitios mencionados anteriormente carecen de un sustento bibliográfico adecuado y actualizado, y podrían reflejar solamente las opiniones personales de uno o varios individuos no médicos.
Otro fenómeno de gran relevancia es el que se da tras la obtención del número personal o página de Facebook, Twitter, etcétera, de un médico amigo, conocido, o recomendado, al que se le pregunta por estos medios "una duda", que termina siendo una consulta informal, es decir, fuera del consultorio. Sin embargo, esto también resulta ser de la misma manera algo peligroso, ya que el médico en cuestión o la persona que consulta pueden omitir, sin intención, uno o varios datos clínicos que cambien por completo el diagnóstico y, por lo tanto, el tratamiento; la administración de medicamentos potencialmente perjudiciales para el paciente o el retraso en el diagnóstico de enfermedades graves como el cáncer son posibles consecuencias de dichas prácticas médicas informales.
En mi práctica profesional me he encontrado con casos muy lamentables, en donde por muchas circunstancias, tales como falta de tiempo, falta de recursos para consultar e incluso por atender recomendaciones probablemente bien intencionadas, pero poco acertadas, se ha perdido tiempo valioso, y al momento del diagnóstico médico ya no hay mucho que hacer por las complicaciones que surgieron a falta de tratamiento adecuado
Por más cómodo que parezca el uso de consultas vía electrónica, es responsabilidad y derecho de la población en general acudir personalmente y en un ambiente formal a consultar con un médico cualquier padecimiento o duda acerca de su salud, y solicitar una exploración física del área afectada, además de una explicación clara y completa de los hallazgos encontrados por el médico. Por último, los médicos debemos evitar amablemente referir diagnósticos y tratamientos a pacientes que nos demanden consultas por cualquier vía de comunicación electrónica, y ofrecerles a cambio una atención personal de alta calidad que nos lleve a un diagnóstico preciso y oportuno y, como consecuencia un tratamiento correcto y completo.
Después de conocer el riesgo que conlleva obtener diagnósticos y tratamientos vía medios electrónicos, ¿estarías dispuesto a seguir utilizándolos?
*Doctor en Morfología e Histología. Profesor de Histología de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Humberto Saavedra Vivar, Ginecobstetra.
