Solamente una vez. Rodolfo Neri Vela es el único mexicano que ha viajado al espacio, en 1985.
En los últimos años México ha destacado en el ámbito de la aeronáutica que, como rama industrial, tiene un crecimiento anual de 19 %. Sin embargo, la falta de inversión en desarrollo tecnológico impide que el sector espacial aspire al mismo crecimiento, dice Alejandro Chávarri, miembro del American Institute of Aeronautics and Astronautics.
Aspirante a dirigir la Agencia Espacial Mexicana (AEM), Chávarri afirma que el país destacó en el rubro espacial al ser uno de los fundadores del Comité de Usos Pacíficos del Espacio Exterior de las Naciones Unidas. Pero "nunca hemos tenido la capacidad de estar entre las principales agencias espaciales del mundo simplemente por un tema de inversión".
México es el segundo país con menor inversión en investigación y desarrollo tecnológico, sólo por arriba de Chile, con un gasto inferior a 0.5 % del Producto Interno Bruto (PIB). Finlandia, Japón y Estados Unidos, en comparación, realizan inversiones superiores a 3 %, según el informe "Estudios Económicos de la OCDE".
De las 52 agencias espaciales que hay en el mundo, las que han invertido más de 2,000 millones de dólares anuales en los últimos años en investigación espacial son de la Unión Europea, China, Rusia, Japón y Francia, dice Chávarri.
"México, por su parte, destaca de acuerdo con lo que ha decidido invertir y apostar, pero la capacidad del país contrasta con otros que invierten fuertemente en materia espacial, y en ese aspecto deja todavía mucho a desear".
Además de la falta de inversión, otro gran reto para el país en el sector espacial es salir del ámbito de las telecomunicaciones y empujar proyectos en cohetería y componentes satelitales, así como aportar no sólo conocimientos científicos sino componentes y piezas que puedan integrarse a proyectos internacionales como los viajes espaciales que buscan llegar a Marte, explica Chávarri.
Actualmente, afirma, el proyecto más importante es Mexsat, impulsado por el gobierno federal, que consiste en un grupo de tres satélites de comunicaciones. Uno de ellos se perdió hace más de un año y los otros dos están en operación y dan servicio a comunidades remotas, seguridad nacional y apoyo a telecomunicaciones.
Al igual que este proyecto, que tiene un costo de 1,600 millones de dólares, hay en las instituciones de salud como el Instituto Mexicano del Seguro Social y el ISSSTE proyectos de medicina vía satélite, explica Chávarri. Éstos se consideran parte del sector espacial porque sin los satélites de telecomunicaciones no se podría llevar ese tipo de servicios de salud.
Chávarri señala que tener avances en el sector espacial no es fácil, pues su alto costo impide que las instituciones puedan adentrarse en proyectos de alta relevancia.
Costos
Por ejemplo, la inversión que hizo México en los tres satélites de comunicaciones, Estados Unidos lo invirtió en un solo aparato que sirve para exploración del espacio: es la misión Juno que recientemente llegó a Júpiter con una inversión de 1,100 millones de dólares.
Aunque las colaboraciones internacionales son muchas, la mayoría proviene de los esfuerzos personales de gente interesada en el tema. "Tenemos muchos mexicanos trabajando en el extranjero para la Agencia Espacial Europea o la Administración Nacional del Espacio en Estados Unidos", dice.
En 2015 Chávarri propuso un modelo disruptivo para dirigir la AEM. Su objetivo estaba basado en alcanzar pequeños logros y dejar de mirar hacia los grandes presupuestos de agencias espaciales como una meta del país.
Explica que utilizar los drones mezclados con tecnología espacial ayudaría a políticos, gobernantes y a la población en general a comprender la importancia de invertir en el espacio y obtener resultados tangibles, como poder definir por dónde pasará una línea de alta tensión, un gasoducto o una carretera.
Esto, dice, ayudaría a reducir costos y entender los retos de otros proyectos, creando un camino de apertura para el sector espacial en México, ante muchos oídos que no acaban de entender cómo puede servir el sector espacial.
Para Chávarri, la AEM debe dar resultados tangibles y medibles en corto plazo, a fin de generar mayor inversión en materia espacial, además de impulsar las carreras de los astronautas mexicanos, ya que en la historia del país sólo un mexicano ha viajado al espacio una sola vez: Rodolfo Neri Vela, en 1985.
"Contar otra vez con un mexicano viajando al espacio sería la mejor inversión, no sólo en materia espacial sino como país", afirma.